Capítulo 59
Torre Marfil.
La Asesina.
Todos los puntos verdes desaparecieron de mis computadoras.
Las cámaras dejaron de proyectarlos y todo se sumió en oscuridad infinita.
Las bocinas dejaron de transmitir el sonido de sus voces en la sala de estar y en la cocina.
Solo una cámara seguía funcionando. Una cámara que solo yo sabía dónde estaba me dejó ver como todo explotó.
Una opresión en el pecho me impidió respirar, mi cuerpo no pudo moverse y todos mis subordinados me miraron.
—¡Ángel! —entró Sara proyectando la desesperación que yo oculté debajo de mi piel al despacho de cámaras —, ¡Ángel!
—¡Señora! —uno de mis inferiores habló —, estamos esperando órdenes.
Eres mi mejor amiga desde hoy. Lo fuiste desde que te encontré en ese callejón cuando me defendiste.
—¡Envíen ayuda! —gritó Sara y no pude escuchar lo que dijo después. Solo noté que nadie dejaba de verme esperando órdenes.
Ellos no saldrían con vida de esto. Me dolió el pecho.
Eres mi mejor amiga aun con esa cara de amargada.
Los niños. Nana, Ciara y Carlo. Todos estarían muertos, hasta el puto perro que me brincaba encima cuando me veía estaría destrozado y bajo los escombros.
¿Puedes creer que voy a ser papá?
No sé qué demonios haré con pañales y vómitos cuando mato gente y vendo droga.
El humo se alzaba como un gigante gris alrededor de todo lo que Bruno Pagano había construido. Algunos hombres sobrevivieron, algunos llamaban y los teléfonos de la oficina sonaban, pero nadie hacia nada, todos me veían. Miradas angustiadas, con desasosiego. Impacientes. Por mí, por mis instrucciones.
No podía moverme.
Mi mejor amigo. Antonnio.
—¡Ángel! —dijo Sara tomándome de la mano que sostenía el mouse con tanta fuerza que me dolía—, ¡Ángel!
Peso casi cuatro kilos, es tan pequeño y grande a la vez, no puedo esperar a que lo conozcas.
Quiero la mejor fiesta de cumpleaños, por favor compra todo lo que Victoria te diga.
Me iré y creo que jamás volveré a verte.
No dejarás de ser mi mejor amiga, pendeja. Ni muerto dejaré de ser tu amigo.
—¡PUTA MADRE TORRE MARFIL! —gritó Sara y una cachetada me hizo parpadear.
Me levanté sin mirarla. Me levanté en contra de mi propio cuerpo que gritaba para quedarme inamovible.
—Quiero un reporte sobre lo sucedido, quiero afuera a los noticieros, filtren información falsa sobre esto, maten a todo aquel que sea un sospechoso, quiero un puto sospechoso, pidan ayuda y paguen lo necesario para que sea discreto y...—tragué saliva—, saquen los cuerpos, los quiero todos, vivos o muertos. Encuéntrenlos, si llega a faltar uno, yo misma voy a matarlos a todos ustedes.
—El reporte...
—Para ayer —dije interrumpiendo a uno de mis hombres y salí de ahí sin detenerme, dejé a Sara llorando.
Como siempre, uno de los nerds de informática me siguió al elevador y entró conmigo.
Me temblaba el cuerpo. Quería...no, necesitaba actuar. Necesitaba hacer mi puto trabajo.
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Los Pagano [EDITANDO]
RomantikBusqué ayuda en él. Pero encontré algo más. Los encontré a ellos. O ellos a mí. Un golpe de suerte de algo que estaba prohibido, pero que me hacía querer más y más. Su pasado no me hizo alejarme aun sabiéndome en peligro. Su pasado me hizo encont...