Capítulo 56.
Carlo.
—Hay alguien en la oficina de Ciara y no hay ninguna visita programada en la agenda —dijo Torre Marfil al entrar abruptamente a la oficina de Antonnio. Mostró el i-Pad y había dos puntos rojos en lugar de uno.
Saqué el arma sin pensarlo y a zancadas llegué a la puerta de la oficina de mi novia para entrar tirando el pedazo de madera con una simple patada. Al ver ese cuerpo, puse el arma en la nuca de la mujer de cabello negro y corto.
—¿Quién demonios eres? —inquirí y ella alzó ambas manos sin hablar, sin girarse.
Ciara estaba del otro lado del escritorio con la pierna cruzada al igual que los brazos.
—¿Quieres que la mate? ¿Te ha hecho algo? —dije y Ciara negó con la cabeza sin dejar de mirarla.
Antonnio entró y casi por inercia fue hasta colocarse detrás de nuestra mujer, apuntando hacia la cara que yo todavía no había visto. Torre Marfil entró y al igual que yo, puso un arma detrás de la cabeza de esa desconocida.
—¿Quién te dejo entrar? —un movimiento rápido de Torre Marfil hizo que la mujer cayera de rodillas al haberla golpeado detrás de la pierna —, contesta o voy a plantarte dos balas en la puta cabeza, ¿cómo violaste la seguridad del edificio?
—Las mujeres inteligentes pueden lograr muchas cosas, niña.
—No me llames así —gruñó la mejor amiga de mi hermano.
—¿Quién es ella, mi amor? —dijo Antonnio sin quitar esos ojos fríos y asesinos de la mujer. Una de sus manos descansaba en el hombro de Ciara y la otra empuñaba su arma.
—Ella me cuidó a su manera cuando estuve dentro de la cárcel.
—¿A mi manera? Por mí tenías comida sino mal recuerdo.
—Y por mi seguiste siendo intocable al haber ganado todos tus juegos, sino mal recuerdo —imitó su acento agregándole un poco más de bufonería.
Ciara me miró después de esa frase, al percatarse de mi apenas visible sonrisa pude notar como se acomodó en su silla. Le guiñé el ojo y tuvo que desviar la mirada, gracias al puto destino lo hizo, sino hubiera sufrido una erección aquí mismo por sus nervios ricos que me gustaba provocarle.
—¿Y qué es lo que venías a pedirme? —siguió Ciara.
—Quiero un lugar en tu compañía para trabajar para ti.
—Que agallas las tuyas venir a pedirle cosas a mi novia —dije y empujé el arma contra su cráneo haciendo que su cabeza se inclinara un poco hacia enfrente, un movimiento y sus sesos salpicarían por todos lados.
Pero parecía que me había ignorado, pues le dijo a Ciara:
—Tu me ayudaste con mi posición dentro de la prisión, es mi momento de devolverte el favor protegiéndote. Los tres pendejos allá afuera no están a mi altura.
—¿Tan segura estás? —dijo Torre Marfil y con un movimiento rápido y eficaz, la desconocida se giró y nos desarmó en cuestión de segundos. Dándole un golpe a Torre Marfil en la nariz con su codo y a mí una patada en el estómago sacándome el aire.
—¡Eres una hija de puta!
Dejó las armas frente a Cyra y apenas y jadeó.
—Si, mi madre era una hija de puta drogadicta —dijo sin inmutarse tras las palabras de Torre Marfil —, no se imaginan la felicidad que sentí al verla muerta aquel día.
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Los Pagano [EDITANDO]
Storie d'amoreBusqué ayuda en él. Pero encontré algo más. Los encontré a ellos. O ellos a mí. Un golpe de suerte de algo que estaba prohibido, pero que me hacía querer más y más. Su pasado no me hizo alejarme aun sabiéndome en peligro. Su pasado me hizo encont...