Escritorio.

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HOLA MIS PAGANAS.

ANTES DE QUE LEAN EL CAPITULO, ME GUSTARIA PASAR A PROMOCIONAR MI RECIENTE NOVELA "LA CICATRIZ DEL FENIX"

ME HARÍA MUY FELIZ SI LE DAN UNA OPORTUNIDAD, LES PROMETO QUE NO LAS VA A DECEPCIONAR. LAS AMO. 

BUENO AHORA SI, DISFRUTEN DE DADDY CARLO

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BUENO AHORA SI, DISFRUTEN DE DADDY CARLO. 








Capítulo 65

Carlo.

—¿Alguien es esta puta oficina sabe dónde está mi prometida? —vociferé en cuanto puse un pie fuera del elevador, llevaba tres cafés en la mano y mi cigarrillo en la otra.

Esta mañana desperté sin ella a mi lado, y eso no me gustó para nada, ese acontecimiento arruinó mi día, sólo la espalda de Antonnio me saludó cuando abrí los ojos.

Llevaba más de dos días sin poder dormir gracias al dolor de pierna, cuando follaba con Ciara y Antonnio teníamos que parar por varios minutos a causa del dolor y de esos calambres de los mil demonios, llevaba dos días tratando de planear algo bonito para pedirle matrimonio a mi novia y llevaba dos putos días tratando de calmar el ansia gracias a que la gala estaba a la vuelta de la esquina.

Los días avanzaban más rápido de lo normal, Antonnio seguía teniendo pesadillas a mitad de la noche, Ciara no dejaba de decirme que necesitaba tomar rehabilitación y tampoco dejaba de hacer ejercicio por las noches, los niños crecían exponencialmente ante mis ojos, sus terapias ayudaban significativamente, pues poco a poco la casa volvió a ser un desorden con ropa interior, zapatos, juguetes, libros y demás cosas tiradas por todos lados.

Un ataque de risa nos invadió a mi hermano y a mí mientras hacíamos negocios cuando nos dimos cuenta que un calcetín flotaba en la alberca.

Todo fluía en armonía entre nosotros, pero esas dos ausencias se notaban, no había tenido la valentía para ir a verlas, no podía perdonarme el haberlas perdido, la culpa era corrosiva, tóxica y cruel día con día, Ciara era la única mujer de la familia. Y mi miedo de perderla aumentaba tanto como la felicidad de tenerla a mi lado.

—¿Dónde está? —inquirí cuando me acerqué al mostrador donde Rebecca acomodaba varios papeles dentro de las carpetas.

—No la he visto, señor.

—Encuéntrala —mi tono diligente la hizo tragar saliva.

—Señor.

***

Los Pagano [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora