Juez y un papel.

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Capítulo 54.

Carlo.

"Yo, Antonnio Pagano, El Diamante de Sangre, hijo del hombre más temido de Italia. Tengo miedo. Y me siento tan débil, tan hijo de puta y no merecedor de lo bondadosa que has sido. Arruiné tu vida al adentrarte en un mundo al que no perteneces. No eres un capricho, eres lo que más quise, y quiero, desde el primer segundo en el que te vi.

Y por eso tengo miedo de perder esos ojos cafés que me saludan todas las mañanas mirándome como si fuera todo lo que necesitas, como si fuera más que suficiente.

¿Por qué no me siento suficiente?

Tal vez porque no lo soy.

Tengo que alejarme, no es que quiera dejarlos y perderme de tus exquisitas sonrisas, pero nada va bien conmigo. Y nada saldrá bien sino estoy bien primero, para ti, para mí, para mi hijo, para nosotros tres y para pasar el resto de mis días a tu lado. Llevaré a Francesco conmigo.

Te ama con cada latido, con cada respiración y con cada fibra de lo que soy,

APC"

Ciara, estaba sentada en la orilla de la cama de mi hermano con el llanto a más no poder, había llorado toda la noche entre mis brazos al no saber que era lo que pasaba con Antonnio y su llanto aumentó mientras yo leía la nota que me entregó.

Me reconfortó un poco saber que no era una despedida, no como la última carta que dejó hace casi diez años cuando dejó la mafia, pero tuve miedo al no saber cuándo iba a regresar, ni si estaría a salvo estando solo con Oksana allá afuera.

—Ven aquí —me acerqué a ella y sus brazos rodearon mi cintura para después pegar su frente a mi abdomen desnudo, sentí sus sollozos sobre la piel, sentí su tristeza y su desesperación en cada uno de sus llantos.

—Se fue —dijo con la voz fría y apretó mi piel de la espalda con sus dedos, como si estuviera sosteniéndose para no caer al precipicio.

Y yo no estaba dispuesto a dejarla caer.

—Va a regresar —le respondí al acariciar su cabello, deseando sentir todo su dolor para que ella no sufriera la partida de uno de nuestros pilares al ser tres en esta relación, yo amaba a Antonnio como mi hermano, como mi sangre, y ella, lo amaba tanto como yo la amo a ella.

Se quedó callada por unos segundos para después decir:

—No voy a aceptar solo una puta carta, no pienso quedarme sin él de nuevo —se puso de pie para alejarse de mí —, estoy tan cansada de que me traten como si fuera algo que fuera a romperse, como si fuera débil. Él me adentró en su mundo y yo quise bajar al infierno con ustedes —empezó a alzar la voz—, yo maté a ese policía para defender lo que es nuestro, yo fui a la cárcel para mantenerlos a salvo y asesiné a esa reclusa al haber ofendido al hombre que amo, yo decidí quedarme porque los amo, joder. Yo decidí convertirme en esto por mí —puso un dedo en su pecho—, no por él ni por ti. Cambié porque estaba harta de ser yo, benevolente y estúpida todo el tiempo, ustedes me dieron las armas para convertirme en lo que soy ahora y yo aproveché todo eso aun teniendo miedo. Y él... —suspiró exasperada —, él se fue.

—Pero va a volver.

—No, él no va a volver —respondió enojada mirándome con esos ojos hinchados —, yo voy a ir por él —se limpió las lágrimas con una mano y su seriedad me erizó la piel—. ¡La vida misma no me será suficiente para estar a lado de ustedes y no voy a permitirles estar lejos de mi ni un puto segundo más! —gritó—, tú y yo vamos a ir por él y vamos a matar a esa escoria rusa, estoy harta de vivir así, quiero vivir en puta paz con los hombres que amo y con esos niños que merecen una vida tranquila —llegó hasta mí y me tomó del nacimiento del cabello con su mano—. Y tú, mi amor, me vas a ayudar a mancharme las manos de sangre una última vez para poder tener lo que quiero.

Los Pagano [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora