Capítulo 06

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· EN BUSCA DE LA FUGITIVA PERDIDA ·

Al gato, aunque sea ladrón, no le eches de tu mesón.


En el cuaderno de pedidos de la Floristería Kitsune encontré dos cosas importantes: la venta de pesticidas y un pequeño pedido de tulipanes negros enviados a una dirección remota en el Cementerio de Overdell. La primera pista no me condujo a ninguna parte, no obstante la segunda me generó una sensación extraña. ¿Tulipanes en un cementerio? Menudo lugar de retiro.

Con la compañía de Vegiemon, a quien tuve que sobornar para que me acompañase a esa localización temida por muchos, me dirigí hacia allí sin certeza alguna de encontrar lo que estaba buscando: a la Maquilladora Impostora. Era una simple conjetura, pero comprobé que una vez al mes, coincidiendo con la huida de BlackGatomon, se enviaba un racimo de tulipanes negros a la mansión.

—¡Esto está plagado de Bakemon y Soulmon! —gritó la planta insectívora al sentir un escalofrío en la espalda—. ¡Juro que como se me acerque uno le lanzo una caca!

—¿Dónde has dejado tu valentía y osadía? —No pude evitar reírme al verla temblar, aunque en el fondo yo estaba igual de asustado que ella.

Los habitantes del cementerio, bastante imponentes, intentaron atacarnos en varias ocasiones: desde los pequeños Tsukaimon, hasta los llameantes DarkLizardmon, todos intentaron darnos un voraz mordisco. Por fortuna logramos salir airosos hasta alcanzar nuestro destino: la mansión.

Una vez en la puerta, nos miramos el uno al otro —temíamos encontrarnos allí con Myotismon— y esperamos al menos un minuto antes de tocar el picaporte en forma de murciélago... En cuestión de segundos se escucharon unos sonoros pasos, que nos llenaron de pavor, antes de que una figura de estatura media apareciese al otro lado del portón.

—¡Miau-corcholis! —BlackGatomon afiló su garras contra el suelo de madera y nos amenazó con ellas—. ¡¿Cómo me habéis encontrado?!

A su espalda pudimos ver una gran bola tejida con el dinero que había sustraído de Villa Miau, así como innumerables joyas y objetos robados colocados aleatoriamente por todo el hall. ¡El famoso botín de la Maquilladora Impostora! Por no hablar del olor a cerrado que desprendía... Desde luego no me generó la impresión de haber salido en mucho tiempo.

Rápidamente Vegiemon extendió sus cepas aprisionando a la gata negra y así inmovilizarla para poder dialogar con ella —o interrogarla, como queráis verlo—. Parecía la única vía posible.

—Han asesinado a la ex-alcaldesa Mikemon. —Comprobé su reacción facial y la noticia le cayó de nuevas—. Y un rastro de purpurina colocado, con acierto, te ha puesto en el punto de mira.

—¿Qué? ¿Pensáis que yo soy la asesina? —maulló furiosa y se agitó sin demasiado éxito—. Conseguí de esa boba todo lo que quería y más, ¡me retiré! —Enseñó los dientes ofendida—. ¿Acaso crees que con todo lo que he robado sería tan estúpida de exponerme de esa forma? ¡Además, soy una ladrona, no una asesina!

—Te creo —respondí honestamente—. Entonces, ¿cómo llegó la purpurina a Komondomon?

—Quizás no os estéis haciendo las preguntas adecuadas... —Más relajada, BlackGatomon me miró a los ojos—. ¿Quién querría desviar la atención hacia mí y por qué?

Esa reflexión me dio qué pensar. ¿Y si era una trampa? Incriminación. Ya había pensado en ello, pero, necesitaba la confirmación de que la Maquilladora Impostora no era la verdadera causante y ahora la tenía.

¿Qué se estaba escapando a mi alcance? 

Equipo de Investigación DigimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora