Equipo de Investigación Digimon

Capítulo 12

· EL JURADO ·

SantaAgumon trae un agrío regalo...

Coincidiendo con la llegada de la navidad, como así de los múltiples eventos celebrados por todo el Mundo Digital como las cabalgatas, AncientWisemon hizo comunicar a un total de seis Digimon que formarían parte del jurado. Los elegidos, de lo más variopintos, fueron Alraumon, Nanimon, Vegiemon, Muchomon, LovelyAngemon y Astamon —incluso los criminales podían ser seleccionados—. Así pues, el juicio dio comienzo.

En primer ligar el juez leyó sus derechos a BlackGatomon, cuyo comportamiento ante el estrado fue educado y cortés en todo momento. A continuación leyó todos los cargos de los que estaba acusada y le preguntó directamente cómo se declaraba.

—Me declaro inocente de todos los cargos aquí leídos.

Una oleada de susurros y gruñidos provenientes del público obligó a AncientWisemon a levantar su maza para ordenar silencio. Los asistentes dudaban de la felina, más para ellos estaba mintiendo. ¿Por qué? Básicamente porque de una forma vil y rastrera, pero efectista, IceDevimon se había confabulado con Publimon para difundir bulos de todo tipo que dañasen la imagen de la Maquilladora Impostora.

—Impugno.

—No a lugar, diablo.

La tensión se podía cortar con solo respirar. Juez y letrado, acostumbrados a verse las caras día a día, no denotaban tener una relación cordial, más bien se encontraban distantes —lo que jugaba en beneficio de BlackGatomon, ya que a IceDevimon le resultaría imposible comprar su veredicto.

—Tenemos un jurado. Tenemos un fiscal. Sin embargo, no veo a su abogado. —AncientWisemon miró a la felina—. ¿Quiere uno de oficio? ¿O piensa representarse a sí misma?

BlackGatomon miró al lateral izquierdo, donde se encontraba el jurado, y observó sus rostros... Lo que vio en ellos la abatió, más estaba segura de que ya habían decidido su destino. Entonces se giró y me lanzó una mirada de súplica.

—Me gustaría que Bearmon fuese mi abogado, señoría —contestó la felina.

—¡¿Yo?!

Convertido en el centro de atención, noté como el pelo de mi espalda se erizaba al mismo tiempo que Vegiemon asentía con la cabeza desde su asiento. Quizás fuese una situación inusual, sobre todo porque jamás había ejercido de abogado, pero mi instinto me advirtió sobre el fatídico desenlace de este procedimiento si no decía que sí.

—De acuerdo.  —Asentí mientras tragaba saliva—. Representaré a la acusada.

En ese instante todo el odio que el fiscal desprendía me rodeó con malicia. Era consciente de que me acababa de poner una diana en la cabeza.

—¡Que así sea! —El juez golpeó la madera con su maza—. Doy por concluida la vista preliminar. Nos veremos la semana que viene en la primera fase del juicio, ¡hagan su trabajo y sigan la ley!

¿En qué estaría yo pensando?