Capítulo 50: Calor.

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Capítulo 50: Calor.

-Estoy preparado para una fiesta de pijamas, sí -asintió Lewis y supe que hablaba en serio cuando esbozó una sonrisa entusiasmada. Acto seguido, introdujo su mano en uno de los espacios disponibles de su cinturón portaherramientas -. ¿Quieren un dulce?


- ¡Yo! -Dije, de inmediato y le arrebaté el empaque de las manos-. ¿Qué? -dije, cuando Emma me miró con desaprobación.

-Olvídalo, Lewis; no puedes quedarte -la sonrisa en el rostro del rubio se esfumó-. Le dije a mi padre que no vendrían chicos. -aclaró.

Típico de Emma, pensé.

Lewis hizo una mueca que me resultó un tanto cómica.

-Con que así me lo agradecen -dijo y había sonado dolido-. Te diré algo: duele aquí -palmeó su pecho donde se hallaba su corazón-. Aquí adentro.
-Lewis...

Emma lo miró, insondable, y no mostró ningún indicio de dar su brazo a torcer. Pasados unos segundos, Lewis bufó.

-Bien, bien -asintió, de mala gana, dejando la farsa-. Ustedes ganan -alzó los brazos en un gesto de rendición y me sorprendió un poco que accediera a irse con tanta facilidad; me había acostumbrado a su terquedad... en lo que a ayudarnos con la luna se refiere, o todo lo que tuviera que ver con ser sirenas por lo que esta reacción, al menos en mi opinión, no era propia de él. Supongo que se había cansado de que rechazáramos su ayuda la mayoría del tiempo a pesar de lo mucho que él insistía en ayudar-. Me voy -informó, en tono resignado. Recogió la caja de herramientas del suelo pero justo antes de dirigirse a la salida nos miró una vez más. La expresión preocupada no había abandonado su rostro ni un solo instante-. Las llamaré cada hora, a la hora exacta.

-Si eso te deja más tranquilo, adelante. -asentí.

-Muy bien, ahora vete -dijo Emma con prisa, empujándolo-. Va a salir la luna.

Emma abrió la puerta pero no pude ver nada más pues por precaución cubrí mis ojos con una mano. Con mi mano libre, la que no estaba sobre mis ojos, me despedí de Lewis hasta que escuché el sonido que produjo la puerta al cerrarse.

Aparté la mano de mi rostro y bajé mi otra mano, de lo contrario estaría despidiéndome de una puerta cerrada.

Me tomé un momento para mirar la habitación y admiré todo el esfuerzo que habíamos puesto en blindar la casa. De todas las ideas que se le habían ocurrido a Lewis hasta ahora, esta era sin duda la mejor que había tenido.

Miré la hora en mi reloj para luego mirar a Emma, a Cleo y a Rikki. La luna llena había salido hace un par de minutos y de momento todas parecían estar bien, me incluyo. Cuando Cleo fue afectada la última vez, la luna llevaba solo algunos minutos de haber salido así que debíamos ser cuidadosas.

Claro que sería un poco difícil para la luz de luna filtrarse, con todo el blindaje que colocamos.

-Por fin solas -Le sonreí a Rikki, y tomé asiento a su lado en el sofá. Ella no estaba mirándome a mí, sino al vaso con agua que sostenía entre sus manos. Parecía preocupada-. ¿Qué? -inquirí, mirando el vaso también. Ahí solo había agua. ¡Oh! Si nos convertíamos en sirenas en una noche como esta, no podríamos volver a la normalidad hasta el día siguiente y eso también sería un problema-. Cierto. Tenemos que evitar el agua. Lo había olvidado. -bufé, incrédula.

Miré a Rikki con los ojos abiertos como platos, pues había olvidado ese importante detalle, pero pronto noté con alivio que el agua en el interior del vaso no debía estar fría, pues este no estaba destilando ni una sola gota de agua... así que... ¡estábamos a salvo!

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora