Capítulo 28: Un recuerdo perdido en la memoria.

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De repente en el interior del hogar Kent la música se detuvo, las luces se apagaron y hubo una queja generalizada por parte de los invitados de esa noche, todo ocurrió al mismo tiempo.

—Hey, ¿qué ocurre? —protestó alguien.

— ¡Oigan! ¿Qué ocurrió con la música? —gritó Nate, desde alguna parte, en medio de una multitud.

— ¡Queremos música! —protestaron—. ¡Música, música, música! —hasta volverse una voz al unísono.

— ¿Ahora qué? —Soltando un bufido, Miriam se adentró a su casa—. ¿No se supone que debo apretar un botón o algo? —se dijo así misma, observando con verdadera incomprensión la función de cada uno de los interruptores, sin llegar a comprender. De repente, un escalofrío la recorrió la espalda cuando sintió el peso de una mirada sobre ella—. ¿Quién anda ahí? —llamó, pero no obtuvo respuesta alguna—. Sí es una broma están perdiendo su tiempo. Largo —se volteó, para seguir intentando descifrar cuál botón o palanca debía presionar para que volviera la electricidad, cuando al volver a caminar pisó algo. Al mirar hacia abajo, extrañada, notó que había un líquido esparcido por el piso y que este llegaba hasta sus zapatos nuevos—. ¿Qué es esta cosa? ¡Ugg!—asqueada, dio un pequeño salto hacia atrás, pero ambos pies quedaron estancados en la charca pegajosa, provocando que la chica cayera sentada al piso—. ¡Mi vestido nuevo!

Cuando pudo despegarse parte de esa cosa de su vestido; sus zapatos estaban arruinados, no podía hacer nada más, y cuando pudo escapar de esa trampa, salió hecha una furia en dirección al exterior, pero se sorprendió al no encontrar a casi nadie esperándola. Tiffany estaba allí con una expresión lamentable, Zane estaba con ella y parecía divertido por la angustia de la chica.

— ¡Oh, Miriam! —comenzó Tiffany, cuando la vio. Pero cuando la tuvo enfrente, no pudo hacer más que mirarla de arriba abajo con asombro—. Oh, cielos, Miriam, yo... ¿qué te pasó?

— ¡¿Por qué tardaste tanto?! —reclamó la rubia.

—Te estaba buscando. —murmuró la morena.

— ¡No te escucho!

—Miriam, estás muy alterada, mejor entremos, ¿sí?... —Tiffany tomó su mano pero la rubia no se movió ni un centímetro.

— ¿Qué...? —Entonces Miriam la hizo detenerse y clavó sus ojos color miel en la multitud—. ¿Dónde están todos? —masculló, temblando ligeramente y no era por el frío.

Tiffany tragó grueso.

—Los chicos pensaron que la fiesta había acabado... se están marchando —explicó y entonces Miriam la fulminó con la mirada —. ¡Traté de detenerlos, lo juro!

—Te pedí que hicieras algo simple y tú solo...

— ¿Miriam?, ¡Wah! ¿Qué te ocurrió? —Cuestionó Zane, acercándose y mirándola de arriba abajo con los ojos bien abiertos, tal como había hecho Tiffany—. Estás echa un desastre. —le dijo, con brutal honestidad. No solo él, las pocas personas a su alrededor, murmuraban. Se reían de ella y le señalaban, o al menos, así fue como Miriam lo interpretó.

Y esa fue la gota que rebasó el vaso; Miriam soltó un alarido tan feroz que provocó que algunas personas voltearan a mirarla, y el pequeño grupo que la observaba, se sorprendiera. Pero a ella le importó bien poco, su mirada se concentró únicamente en una sola persona, que la miraba con desconcierto y... miedo.

— ¿Miriam?, ¿qué pasa?

— ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡Tú, traidora! —entonces Miriam se abalanzó sobre su "mejor amiga". La tomó por el cabello y con el impulso terminó derribándola y tirándola al suelo. Tiffany alcanzó a soltar un chillido, forcejeó y estaba tan confundida (y adolorida), que no fue capaz de defenderse apropiadamente. No devolvió los golpes, se limitó a protegerse.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora