Capítulo 99: Nuevos comienzos

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Nuevos comienzos


«Empezar mi nueva-antigua vida como una humana ordinaria… desde cero.»

Era engañoso y jugaba con mis esperanzas de una forma que no debería ser permitido (no, no con todo lo que pasó), pero seré honesta y lo diré: ser humana de nuevo no es diferente a ser una sirena.

Al menos, esa fue la impresión que tuve cuando abrí los ojos a la mañana siguiente y me encontré con el blanco techo de una habitación que no era la mía, a las 6 de la mañana, bajo las mantas de la cama improvisada con almohadas, mientras escuchaba el suave zumbido del aire acondicionado y el roce de tela contra la piel.

Ahora que pensaba en ello, no supe que era una sirena hasta que, bueno… toqué el agua.

(Solo es necesaria... una gota de agua).

A excepción de la cola, ni una sola vez noté una diferencia significativa entre ser humana y ser una sirena. Y me refiero a la sensación de serlo o de dejar de serlo. No a la cola o falta de ella.

(De nuevo: solo una gota es suficiente).

Incluso había ocasiones en las cuales olvidaba que era una sirena y debido a ello ocurrían accidentes como casi transformarme en público por olvidar que no debía acercarme a los aspersores, o a las piscinas y que las salpicaduras eran un definitivo NO. Por supuesto, mi instinto de supervivencia de sirena mejoró con el tiempo. No fue infalible pero lo hizo.

Lo que quiero decir es... no me siento diferente, al menos físicamente. Pensé que algo cambiaría, algo definitivo y doloroso. Como una pérdida. Cómo una epifanía. Aunque, ¿qué más epifanía que una luna de sangre mirando directo a mi alma y llevándose con su paso todo lo que alguna vez concedió?

(O... quería encontrar una prueba irrefutable pero tenía demasiado miedo de tocar el agua y comprobarlo por sí misma).

O tal vez solo era yo, atolondrada por el sueño, con demasiados pensamientos poco productivos en la cabeza y desconcertada por la aparente normalidad que llegó con la mañana..
Nada parecía fuera de lo normal.

Era injusto que fuese una mañana tan bonita; con los pájaros cantando, con el fresco olor a agua de mar, con el sonido de las vacaciones filtrándose por la ventana. Me daba náuseas. ¿Por qué la vida no se adaptaba a mi estado de ánimo? Espera... eso podría ser más deprimente, mejor no.

Si era honesta, lo último que deseaba era levantarme y enfrentar la realidad... si es que, a estas alturas, habría algo que pudiese enfrentar sin tener que renunciar a otra cosa. De nuevo. Porque ahora mi vida se ha convertido en una sucesión de batallas perdidas, una tras otra. No es algo lindo. Honestamente, apesta.

Emma, el tipo de persona atada a los rituales matutinos básicos, no parece compartir el mismo problema; se levantó, apenas la maléfica alarma de su mesita de noche chilló, me dio los buenos días, depositó una muda de ropa junto a mi cama y con una mirada que solo pude percibir como preocupación me ordenó, más que sugerir, que siguiera durmiendo. Era algo propio de Emma, lo cual estaba bien y resultaba entrañable verla trabajar y dejar la cama como si nadie hubiese dormido allí. Es solo que… esperaba que algo fuese diferente, incluso el estado de ánimo, ¡cualquier cosa! Pero no. El show debe continuar, la vida sigue, pasa la página, como quieran llamarle; sin duda, las frases más apropiadas para la energía que rebosa de mi amiga en este momento.

Yo soy del tipo que prefiere regodearse un poco en su miseria, si soy honesta.

Quizás a nivel molecular sí hubo un cambio esencial, no estaba segura, y era una lástima que Lewis no estuviese por aquí para preguntarle y verlo sumergirse en un largo diálogo erudito. Tal vez podría tomar una muestra de ADN y comprobarlo.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora