Capítulo 54: Bronceado intensificado.

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Capítulo 54: Bronceado intensificado.

En cuanto Emma, Cleo y Lewis llegaron al claro y presenciaron la escena, se quedaron paralizados y con las bocas abiertas mientras sus ojos viajaban de Rikki, sentada en el suelo abrazando sus rodillas y mirando a la nada; a Zane, inconsciente en el suelo, por turnos. Para ese momento yo me había lanzado sobre Zane e intentaba despertarlo.

— ¡Zane! ¡Zane! —lo sacudí primero, ligeramente. Apenas sujeté su rostro entre mis manos noté que estaba caliente, ardiendo como si tuviera fiebre y eso no fue lo peor; al mirar con más atención vi que su rostro, su cuello, sus brazos y toda la piel que alcanzaba a ver estaba enrojecida, mucho; como si se hubiera quedado dormido en la playa durante horas sin haberse aplicado el protector solar—. Vamos, por favor despierta, por favor. Por favor ¡Zane! —lo moví con un poco más de fuerza pero él no abrió sus ojos y eso me hizo desesperar.

Le comprobé el pulso y para estar más segura pegué mi oído a su pecho. El sube iba y baja era la confirmación de que, aunque débilmente, respiraba. Si no fuese por el tono de su piel y lo elevada de su temperatura corporal, habría jurado que solo estaba durmiendo una siesta.

No tenía que ser adivina para saber lo que había pasado; Rikki, cuya magia estaba descontrolada por culpa de la luna llena, lo había dejado fuera de combate. Era tan simple y tan aterrador como sonaba.

Y Rikki, quién no se había movido ni dicho una sola palabra desde que habíamos llegado, se encontraba a menos de un metro de distancia y era obvio notar que seguía afectada por la luna; no había volteado ni una sola vez a mirarnos; y a pesar de la distancia podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Ese que me había hecho casi desmayar anoche en la cocina en casa de Emma. Rikki permanecía inmóvil y en apariencia lucía inofensiva pero una parte de mí me advertía, me gritaba, que me mantuviera alejada. Era peligrosa.

Realmente nada de lo que imaginé que sucedería, cuando pasé toda la noche y parte de la madrugada dando vueltas en la cama, pensando en todo lo que podría pasarle si se encontraba con Rikki, me hubiera preparado para esto. Solo verlo así; tendido en el suelo, desmayado fue demasiado espantoso.

Me dejé caer sentada en el suelo, sintiendo mis fuerzas desfallecer. Noté que alguien se acercaba y se arrodillaba a mi lado.

—Está deshidratado. —dijo entonces Lewis. Miraba el cuerpo de Zane con una preocupación y una seriedad, poco características en su rostro.

—Rikki —habló entonces Emma mientras se acercaba con paso cauteloso. Al pasar junto a mí me dedicó una mirada de preocupación—. ¿Qué le hiciste a Zane?

Mis ojos volvieron con insistencia a Zane, mientras la voz de las chicas tratando de convencer a Rikki de que fuera con ellas al estanque comenzaba a sonar lejana.

Seguía inconsciente, ardiendo como si tuviera fiebre y con un bronceado que nadie envidiaría. Quien sabe cuánto tiempo estuvo así, sé que por lo menos pasó aquí toda la noche y aunque no sé con exactitud lo que Rikki le hizo y tampoco es como si pudiera preguntarle, ella no estaba en sus cabales… lo único seguro era que tenía que sacarlo de aquí; el bosque en esta zona estaba demasiado caliente, e incluso podía sentir el suelo a mi alrededor como lava hirviendo. Esto no era bueno para Zane y tampoco lo era para el resto de nosotros.

Tal vez, sí lo asó de adentro hacia afuera.

—Tengo que sacarlo de aquí. —hablé, mientras hacía ademán de ponerme de pie. Debía actuar rápido. Zane estaba muy caliente y deshidratado.
—Estaba aquí sola por mi bien —todos nos sorprendimos y volteamos cuando Rikki habló—. Debería estar sola —insistió y justo entonces miró el cuerpo de Zane con una culpabilidad casi dolorosa—. Así es como debe ser —era la primera vez que la veía tan vulnerable. Rikki podía decir cosas crueles, era muy franca y sarcástica, nunca se preocupaba por lo que los demás pensaban de ella y a veces podía ser un poco insensible. Pero ella también tenía un lado amable que en raras ocasiones dejaba salir. Pero nunca, nunca, se mostró tan vulnerable como hasta ahora—. Las cosas nunca cambiarán. —soltó, con resignación. Estaba conteniendo las lágrimas y no pude evitar sentirme mal por ella. Parecía una niña pequeña triste y desamparada—. Déjenme sola. —sentenció, tratando de sonar firme pero parecía que en cualquier momento se echaría a llorar.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora