Capítulo siete: Como Otro mundo.

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La voz de la contestadora llegó a mis oídos y no evité resoplar con frustración por enésima vez.

— ¿No contesta? —presioné cortar y miré a Rikki al tiempo que negaba con la cabeza.

—Me manda directo al buzón. —expliqué, suspirando cansinamente.

Rikki bufó y rodó los ojos.

—Increíble.

—No importa —dijo Emma—, hablaremos con ella después —se aproximó a la playa y nos hizo una seña para que nos acercáramos—. Vamos.

Miré la pantalla de mi teléfono con vacilación. Una parte de mí quería pensar que Cleo contestaría, al menos para decirnos que la dejáramos en paz y la otra sabía que a lo mejor aquello no iba a suceder.

Nunca le había gustado nadar pero imaginé que esta nueva situación la haría cambiar de parecer y obviamente no pude estar más equivocada.

Finalmente introduje mi teléfono dentro del bolso y con Rikki, nos reunimos con Emma.

Era una excelente mañana para ir a nadar, el clima era bastante caluroso y apenas se distinguía una nube entre tanto espacio azul del cielo.

Dejé que el agua humedeciera mis pies y tal como la primera vez que estuvimos aquí, entrelazamos nuestras manos y entramos entre las olas.

Lo primero que sentí fue el impacto del agua contra mi rostro, el cual me resultó gratamente satisfactorio, seguido por el sonido de las olas, el olor a mar...

Al principio nadamos con gran rapidez por los arrecifes de coral ya que nuestras colas nos permitían auto impulsarnos tan rápido o tan lento como quisiéramos. Recuerdo haber descubierto esto un día en el estábamos nadando y mientras intentaba alcanzar a Emma, que se encontraba unos metros por delante de mí algo... realmente curioso sucedió y en ese entonces terminé a kilómetros de las chicas y, según dijo Rikki cuando llegué de regreso junto a ellas, una expresión que no tenía precio.

Desde pequeña siempre me había llamado la atención el surf, aunque nunca lo había practicado, pero con ver a otros hacerlo podía sentir la adrenalina que experimentaban al subir sobre una ola, luchar por permanecer arriba y dominar las olas o ser tragado por ellas... era todo o nada.

"Cuando monto mi tabla de surf siento una extraña y hasta ridícula sensación de que puedo lograr todo lo que me proponga", al menos era así como Byron dijo que lo hacía sentir... ¿pero ahora que he experimentado algo muy diferente?

Ahora era muchísimo y mil veces mejor, el ser una sirena me daba un privilegio único e increíble que creo que nadie alguna vez haya tenido.

Costa Dorada siempre había sido una ciudad bastante activa y ajetreada que parecía nunca dormir... pero veo que nunca presté verdadera atención, hasta ahora, porque había un lugar realmente pacífico y ese era el mar; con su infinidad de peces, de algas marinas, los delfines y una vasta y extensa área de arrecifes y corales blandos, incluso los tiburones todos ellos realmente parecían convivir en armonía, en calma y por sobretodo en paz, era un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrada y, sin embargo, me gustaba este mundo... y me gustaba poder ser parte de él.

Emma y Rikki nadaban una a cada lado mío, como si las tres estuviéramos sincronizadas. Cuando miré sus rostros y como movían la cabeza de un lado al otro, para todas partes, sin querer perderse de vista nada; me di cuenta que no era la única que disfrutaba de esto y de la sensación tan surrealista que ser sirenas nos producía.

Media hora después y a regañadientes, salimos del agua. Llegamos a un buen lugar donde poder secarnos y como yo, al menos, no tenía clases sino dentro de una hora, simplemente comencé a seguir a las chicas.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora