Capítulo 85: Cerrada

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85: Cerrada.

Advertencia por alguna que otra mala palabra (grosería). Pero no es muy grave como para cerrar el capítulo.
Anyways... ¡Disfruten la lectura!

«Lo admito, chicas: soy un robot».

«Saqué una B en biología, ¿pueden creerlo?».

«Mis lentes se rompieron. Necesito un trabajo. ¡Tal vez lo intente de nuevo en el Juice Net!».

«Miriam estará en nuestra clase el próximo año».

«Mi caña de pescar se quebró».

«La ciencia no sirve para nada».

Podría tolerar cualquiera de esas cosas saliendo de la boca de Lewis.

¿Pero esto?

«Encontró evidencia».

Esto no puedo aceptarlo.

—¿Qué? —dije y me incliné, con los ojos abiertos como platos, cuando la comprensión llegó a mí, mareándome.

Oh… no.

Lewis tragó saliva y asintió.

—Sí —comenzó, pausado, cuidadoso y muy, muy serio. Sus ojos azules danzaban de izquierda a derecha para mirarnos una por una, como si quisiera asegurarse que escuchábamos sus palabras con atención. Y por todos los cielos, jamás en toda mi vida había prestado tanta atención a alguien como ahora—. Tiene en su poder una… una... muestra. —finalizó, con la expresión más afligida que nunca le había visto.

Ay, no.

—¿Qué hiciste? —me sorprendí un poco cuando Rikki habló, porque empleó un tono acusador y amenazante. Cuando la miré, sus profundos ojos azules estaban fijos en Lewis y había un brillo peligroso en su pupila.

—¡No, no fui yo! —Exclamó el rubio tan pronto como notó la hostilidad de la que era receptor, mientras alzaba sus manos al frente, como si eso pudiera protegerlo de Rikki—. ¡No fui yo! —reiteró, con firmeza—. No le dije nada, chicas. Lo juro.

Rikki lo contempló durante unos segundos con los ojos entrecerrados y Lewis le sostuvo la mirada. Pasados unos segundos, Rikki murmuró un insulto en voz baja.

—Dijiste que no tenía nada. —dijo entonces Emma, tras lo que pareció una eternidad en silencio.

Los ojos azules de Emma estaban abiertos como platos, a pesar de que pronunció las palabras en una especie de suave queja, pero parecía estar haciendo un esfuerzo consciente por conservar la calma… solo que no estaba funcionando, la conocía. Su mano temblaba. Cuando más tranquila se mostraba Emma, más nerviosa en realidad estaba. Y no la culparía si la situación la sacaba de sus casillas.

Lewis asintió con fuerza, apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante, para hablar con confidencialidad.

—¡Y no lo tiene! —Hizo una mueca, cuando lo miramos sin creer en sus palabras… por obvias razones—. O al menos, no lo tenía —aclaró, con pesar y bajó la mirada—. Hasta ahora.

—¿Qué cambió? —quise saber.

—Encontró una muestra celular de una de sus colas.

Oh.

—¡¿Qué?!

—¿C-cómo?

—En la Isla Mako —aclaró Lewis, y... Oh. Por. Dios. ¡¿Estuvo en Mako?!—. En el estanque. —especificó para mi horror y... no, no, no, no.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora