Momento, sirenas y lugar muy especial.
Solo salí del baño cuando hube secado en su totalidad las lágrimas que escapaban rebeldes de mis ojos y cuando la hinchazón de mi rostro disminuyó lo suficiente como para poder fingir que no había pasado nada (oh, no, no había llorado a mares sobre el hombro de mi mejor amiga, antes de separarme a regañadientes, no señor).
Tras romper el abrazo pero antes de salir, Emma me dijo con su característica mirada cálida y compasiva: «no hay nada de malo en llorar». Y estuve a punto de llorar de nuevo. Emma no me juzgaba, no me culpaba, y tampoco se burlaba de mí por llorar. Ella, ninguna de ellas lo hacía. No eran Miriam, me recordé con insistencia. Debía dejar de compararlas, más ahora que sabía lo diferentes que eran a mis antiguas amistades.
Y estaba agradecida con Emma por todo, pero la verdad era que no deseaba, bajo ningún concepto, mostrar mi inútil debilidad cuando no haría nada por mejorar la situación. Aparte, nos haría perder tiempo tener una escena dramática a estas alturas, con Denman y su gente pisándonos los talones.
Por si acaso y para asegurarme de que mi rostro no delatara mí... malestar, antes de salir me apliqué un poco de maquillaje y; entonces sí: acorté la distancia entre el baño y la cama con la dignidad propia de una Bennett y me uní a las chicas, quienes se hallaban sentadas en la cama y conversando en voz baja.
-Gracias por ayudarnos a escapar. -Cleo fue la primera en notar mi presencia y también fue la primera en hablar, y por el tono con el que lo dijo había sonado como si acabara de recordarlo (y está bien: no es que hiciese falta), aunque tuve la ligera impresión de que fue su forma de contribuir a romper el silencio tenso que nos arropaba como una manta pesada desde el rescate y ahora, cuando salí del cuarto de baño.
Esbocé una sonrisa pequeña y asentí con firmeza. De eso se trataba todo esto. No iba a permitir que les tocaran un solo cabello.-Bueno, era lo menos que podía hacer -y, porque era importante decirlo, porque a pesar de todo ellos lo merecían y porque era la verdad, agregué: -. No lo hice sola. Zane y Nic me ayudaron.
-Como deberían. -dijo Rikki, abriendo los ojos como platos.
-¿En serio? -dijo Cleo un segundo después. Parpadeaba, con una expresión de un más que comprensible desconcierto y sincera sorpresa (no sé si por Nic o por Zane, o ambos, pero ahí estaba) y vi la interrogante florecer en su rostro antes siquiera de que ella formulara la pregunta que sabía que a continuación vendría-. Vaya, eso es genial.
-Me gustaría decir que los convencí con un discurso inspirador, pero no. Ellos se ofrecieron. -entonces una sonrisa genuina, tal vez la primera en días, apareció en mis labios.
-¿No creen que están tardando? -Dijo Cleo-. Esas personas -agregó, mordiéndose el labio, nerviosa, y Rikki la miró con una ceja en alto-. ¿Y qué tal si... nos dejaron en paz? -esperé cuando me di cuenta de que Cleo hablaba en serio, no pude evitar mirarla con exasperada diversión.
De todos modos no era quien para hablar cuando fui tan tonta como para pensar que... Denman no era tan mala como pensé que sería, pues resulta que fue mucho peor.
-Ella no es ese tipo de persona. No sé rendirá hasta capturarnos. -intervino Emma, antes de que Rikki, siendo Rikki, arrojara su pizca de veneno a la conversación.
Cleo no pasó demasiado tiempo afligida y sufriendo pues levantó la cabeza con rapidez, saliendo de sus pensamientos, para fijar sus ojos marrones en mí con tanta intensidad que la miré de vuelta con curiosidad; cuando nuestros ojos se encontraron se mordió el labio y clavó la vista en el piso.
-¿Qué? -inquirí, porque era obvio que ella tenía algunas palabras para mí.
-Estaba pensando, bueno -comenzó, habiendo superado su conflicto interno cuando la invité a disparar su pregunta o un comentario, o una idea-. Tú papá es su «patrocinador» -continuó, mientras hacía una mueca y movía sus manos y sentí como si un balde de agua helada hubiese caído sobre mi cabeza-. Pensé que... si hablas con él, tal vez pueda...
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H2O, sirenas del mar; La Otra Sirena
أدب الهواةH2O, Sirenas Del Mar: La Otra Sirena... Kayla es una chica de 15 años que vive su día en las soleadas playas de Costa Dorada junto a sus mejores amigas Emma y Cleo... a diferencia de Emma que es sensata y responsable y de Cleo que es más bien ingen...