Capítulo 27: Hora del Hombre Lobo.

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Kayla fue testigo de cómo la luz en principio débil, se volvía más radiante conforme más tiempo la miraba. Ningún pensamiento pasó por su cabeza más allá de lo que tenía en frente; no gritó, no se movió ni un centímetro, y, por alguna razón, no sintió miedo. Repentinamente, ninguno de los músculos de su cuerpo reaccionó instintivamente como se supone debían hacerlo al estar frente al peligro.

Apoyó su mano sobre el cristal por algunos segundos y luego, deslizó la mano hacia el pasador de la ventana y la abrió. Al completo alcance de su vista, y a pesar de la gran distancia que las separaba la una de la otra, aquella pálida e intrigante esfera era todo lo que se reflejaba en el iris de sus ojos.

Finalmente, mostró señales de reaccionar; giró la cabeza en dirección a donde se hallaban sus amigos... y, casi automáticamente empezó a volver sobre sus pasos, pero en lugar de reunirse con ellos, tomó una dirección un tanto diferente.

Repentinamente, Emma recordó algo fundamental.

— ¿A qué hora sale la luna? —Rikki y Cleo intercambiaron una mirada, pero guardaron silencio, pues no sabían cómo responder algo que desconocían. Fue Lewis, quien finalmente dijo:

—Hace dos minutos —alzó la vista—... que salió.

Cleo tragó grueso y se encogió en su asiento, al tiempo que compartía una mirada con Lewis y las demás. Emma dio un respiro hondo y asintió, como si estuviera llenándose de una sensación de seguridad; Rikki los miraba atentamente con sus grandes ojos azules cubiertos por una ligera sombra.

Todos compartieron miradas expectantes y un tanto preocupadas.

— ¿Y Kayla? —preguntó Cleo, frunciendo el ceño mientras se incorporaba y miraba a su alrededor—. ¿A dónde fue?

—Ohm, estaba aquí hace un segundo.

—Se supone que no debemos separarnos... la mujer dijo...

— ¿Esa mujer otra vez? Cleo, no deberías...

Antes de que pudieran hacer o decir ninguna otra cosa más, todo a su alrededor se volvió negro. Cleo soltó un gritito y se aferró a lo primero que tuvo cerca; Emma la dejó aferrarse a su brazo sin decir nada.

— ¿Pero qué...? Justo en la mejor parte. —se escuchó a Rikki quejarse.

—Ohm... —corriendo la cortina a un lado, Lewis notó que los faroles que daban a la calle así como las luces de los vecinos, estaban encendidas. Con un gesto veloz, volvió la tela a su posición original—. Creo que alguien olvidó pagar la factura de la luz. —comentó, frunciendo ligeramente el ceño.

—No, algo raro está pasando —dijo Emma y luego hizo una pausa, mientras sacaba su teléfono del bolsillo del pantalón y añadía: —. Hay que encontrarla. Vengan. —no dieron ni dos pasos, cuando se escuchó un estruendo proveniente del segundo piso.

Inconscientemente, Cleo, Rikki, Emma y Lewis, se acercaron entre sí.

—Arriba. —dijo Rikki.

—Esto me da mala espina.

—Vamos.

Con Lewis a la delantera, los cuatro amigos comenzaron a subir uno a uno los escalones, evitando tropezar gracias a la luz de sus teléfonos. Por momentos, el ruido de objetos cayendo al suelo estrepitosamente se detenía, y luego retomaba nuevamente. En cierto momento, no se volvió a escuchar ningún ruido y durante algunos segundos, reinó un silencio que resultó un tanto perturbador.

Se detuvieron al inicio del pasillo del segundo piso, cuando oyeron un sonido seco, parecido a un golpe o, en el último de los casos, el de pasos. Con el silencio que inundaba la casa, era fácil seguir el sonido, que iba de un lado a otro dentro de una de las habitaciones. En este punto, no era difícil distinguir que había alguien dentro de la habitación.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora