Capítulo 61: La pista.

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61: La pista.

-Dame otro jugo, por favor -pedí más tarde ese mismo día, en el cibercafé, tras terminar mi bebida y colocar el vaso vacío sobre la barra, con un ruido sordo-. Que sean dos.

- ¡Saliendo! -respondió Wilfred, tomando el vaso con una mano al tiempo que con su mano libre, deslizaba un trapo sobre la barra, justo en el lugar que había ocupado el vaso segundos antes. Se lo agradecí con una sonrisa cansina. Hoy no estaba de turno en el Juice Net así que solo era un cliente más, por lo que Wilfred no podría regañarme por estar deambulando por aquí, con cara de pocos amigos-. ¿Mal día? -quiso saber, observándome de reojo.

-Si yo te contara, Wilf -suspiré. Así lo llamé de cariño. Entonces extendí los brazos hacia arriba, como si quisiera tocar el techo y bufé en frustración, sin poder evitarlo-. ¿Qué estoy diciendo? -me dije a mí misma-. Es por eso que ocurrió todo esto. Contar o no contar, ese es el problema. No podemos seguir así para siempre.

Wilfred me miró con el ceño fruncido, sin comprender ni una sola palabra de lo que salía de mi boca. Le dediqué una pequeña sonrisa amarga y me encogí de hombros. Al final, él también se encogió de hombros y siguió en lo suyo.

Y volviendo al tema... sabía que tocar el tema sería complicado. Pero no imaginé que llegaría a ser tan... complicado; mejor dicho, intenso. Yo sabía perfectamente que habíamos prometido no revelar el secreto a absolutamente nadie, no necesitaba que nadie me lo recordara, en eso habíamos quedado. Pero había excepciones a esa regla y Nic era una de ellas, él sí lo entendería, estaba segura de ello. Pero Emma no lo estaba y después de básicamente decirme que nuestra amistad acabaría si acaso se me ocurría mencionarle una sola palabra a Nic sobre ser una sirena; Emma y, supongo también Cleo, se fueron de la casa enfadadas conmigo. Rikki se quedó hasta el final apoyándome e insistía en que no era para tanto.

-No dejes que se metan. Es tú vida. -fue lo último que me dijo, antes de irse también.

Y fue así como terminé horas más tarde sola, en el Juice Net, ahogando mis penas en el jugo de piña con mango más delicioso del mundo y comiendo un emparedado.

-Wilfred -dijo una voz a mis espaldas y no necesité volverme para saber que se trataba de Lewis-. Dame un jugo de cereales, zanahoria y papaya. -solo lo miré, cuando tomó asiento en la silla que estaba a mi lado en la barra.

- ¡Marchando!

- ¡Hmm! -bufó mi amigo-. Algún día, Wilfred, voy a crear una combinación TAN repugnante que te voy a dejar con la boca abierta.

-Otros ya lo han intentado, Lewis. -le respondió Wilf, sin inmutarse. Dio media vuelta y se fue a atender una mesa cercana.

-Y a ti te pasa algo. -me dijo, apenas hicimos contacto visual.

Ah, y ya que Lewis había llegado, le conté sobre la discusión que había mantenido con las chicas en la mañana, porque necesitaba desahogarme con alguien y él era el único, literalmente el único en toda la Costa, con el que podía hablar sobre esto.

-E iba a teñirle el cabello -le comenté, como quién no quiere la cosa-. Ahora será incómodo porque la última vez que la vi echaba humo por los oídos.

-Puedo entender ambos puntos de vista -habló Lewis, una vez Wilfred hubo colocado las bebidas sobre la barra, frente a mí y se marchaba. Me di cuenta de que mi vejiga no soportaría más que un vaso de jugo, por lo que le ofrecí el otro a Lewis y él lo tomó de buen agrado-. Tú secreto será una barrera entre los dos y con el paso del tiempo se hará más difícil mantenerlo así -lo miré, interesada en su análisis-. Así que, sí -asintió-; comprendo que tengas tus motivos para querer decirle la verdad, pero -aquí vamos-... entiendo por qué las chicas no querrían que reveles el secreto -me miró como si tuviera que ser muy obvio-. Es su secreto también. Al revelarlo, las estás poniendo en riesgo a ellas y a ti también.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora