Capítulo 52: Lugar seguro

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Capítulo 52: Lugar seguro.

Ataviada en una blusa azul marino, unos sencillos pantalones del mismo color, el cabello rubio con un peinado de época que, aunque sencillo, conservaba cierta elegancia… allí estaba, la señora Chatham. Y a decir verdad era la última persona que esperaba ver hoy.

—Es usted. —dijo Lewis y me extrañó un poco el tono en el que lo hizo; seco, nada amable. Y no había querido quitarse de en medio para que ella pudiera pasar, lo cual no pude comprender.

No pude evitar mirar a Lewis con cierta sorpresa cuando se posicionó de forma protectora frente a nosotras y enfrentando a la señora Chatham, ocultándonos tras sus espaldas, mientras que la señora no hacía más que observarlo con curiosidad. Me di cuenta que esta era la primera vez que ambos se veían a las caras.

Lewis sabía de ella con anterioridad  por los rumores que la gente decía, pero sabía también lo que nosotras le comentamos; que ella alguna vez había sido una sirena y nos advirtió sobre la luna llena. Lewis no la había conocido hasta ahora por lo que no entendía por qué tanta desconfianza.

Mi primera impresión de este encuentro fue que… no se harían mejores amigos.

—Tú debes ser Lewis. —comentó la señora Chatham que a su vez sabía de la existencia de Lewis por boca de nosotras.

—Déjala pasar.

Finalmente y de mala gana, Lewis se hizo a un lado y la señora Chatham  pasó por su lado y avanzó por el corto pasillo.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿no es así? —Comentó mientras bajaba el último escalón y ponía un pie en la sala—. O el momento adecuado —entonces esbozó una sonrisa enigmática—. Emma, cariño, ¿serías tan amable de traerme un vaso con agua? —añadió, como si nada, volviendo a mostrar un aire despreocupado.

—Claro. —dijo Emma y se encaminó a la cocina.

Yo simplemente la observé en silencio, pues no esperaba verla; al menos no hoy o en algún tiempo cercano. Ella era demasiado misteriosa para mi gusto y siempre aparecía para darnos mensajes encriptados y desaparecía en la mejor parte, a la menor oportunidad.  Quien sabe, quizás y no eran tan falsos los rumores que corrían sobre ella; quizás sí era una bruja.

A propósito, esta era la primera vez que la señora Chatham se mostraba ante nosotras en una noche de luna llena. Hasta donde sé, la luna llena solo afecta a las sirenas (sin contar a los hombres lobo, si es que existen).

No le hace lo mismo a la señora Chatham porque tal como ella había dicho alguna vez: lo había dejado, lo de ser sirena. Era humana.

A diferencia de nosotras, la señora Chatham podía salir libremente afuera sin que la luna, su reflejo, o el agua le afecten. Y era la prueba viviente de que podíamos volver a ser humanas, no como al secarnos las colas y volver a la normalidad. No, realmente humanas como… no convertirnos al contacto con el agua.

— ¿Dónde estaba? —Cuestionó Cleo mientras se acercaba a la señora. Por el tono en el que lo dijo había sonado más bien como un reproche, en lugar de una pregunta—. ¡La busqué por todas partes!

La señora Chatham no respondió pues observaba el desastre en la cocina con semblante serio, preocupado, pero por alguna razón no parecía que le asombrara la escena. Justo entonces, Emma reapareció y le tendió el vaso.

Cómo dije: era humana y podía beber toda el agua que quisiera, sin miedo a una salpicadura.

—Tenemos un problema —comenzó a decir Emma, una vez la señora Chatham tomó asiento—. Es Rikki.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora