Capítulo 31: Zona de Amigos

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— ¿Tú y Lewis? ¡¿Lewis?! —Rikki se dejó caer de espaldas sobre el sofá. Tenía los ojos abiertos como platos y me había gritado eso último—. ¿En serio? —Insistió, con la misma expresión de incredulidad y... una pizca de diversión—. ¿Por qué? Espera mejor no, no quiero saber.

Rodé los ojos y aparté la vista de la puerta. Era obvio que Cleo no iba a regresar. Hacía casi media hora que se había ido con una excusa del momento, y no volvimos a saber de ella. Tampoco contestaba su teléfono. Y la razón era más o menos de suponer.

— ¿Por qué de todo lo que dije eso es lo que más te sorprende? Estoy hablando muy en serio.

Rikki terminó por desparramarse en el sofá, y perdiendo todo el interés, añadió:

—Yo siempre me tomo todo en serio —dijo, fingiendo estar ofendida—. Pero hoy paso, estoy demasiado horrorizada —sus ojos recorrieron la habitación hasta fijarse en una tercera persona que había permanecido en silencio—, ¿Tienes algo que decir, Emma?

Emma le dedicó una mirada complicada, y luego sus ojos cayeron sobre mí.

—Kayla, entiendo que tuvieras tus razones para no contarnos, pero creo que... con todo lo que hemos pasado juntas, puedes confiar en nosotras. Especialmente si es sobre nuestro secreto. Estamos en esto juntas y... tienes razón, Rikki, debíamos estar más preparadas —tanto Rikki como yo, la miramos sorprendidas—; Si lo hubiéramos estado, entonces seguramente nada de esto hubiera pasado.

Tengo que admitir, para mí misma, que vi venir eso de Emma y me sentí increíblemente ligera; ella siempre decía lo correcto, lo adecuado. Siempre que tenía un problema, solía pensar, ¿qué haría Emma? Entonces también recordaba, que en primer lugar Emma Gilbert no llegaría al grado de "meter la pata". Por lo tanto, jamás tendría la necesidad de "hacer algo para arreglarlo". La admiración resultaba rápidamente en un sentimiento deprimente.

—Emm, estás mal —intervino Rikki—. Si yo estuviera en su lugar —me apuntó mientras me dedicada una mirada de... compasión, o algo parecido—, nunca, jamás le diría a nadie. Sería como mi secreto oscuro —la fulminé con la mirada—. Digo, ¡se trata de Lewis! ¡Lewis! —Fingió un escalofrío.

Tanto Emma como yo, la ignoramos.

—Tienes razón. No volverá a ocurrir.

—Sí, no es bueno tener secretos —cuando Rikki empezó a abrir la boca para decir algo, Emma rápidamente añadió: —. Entre nosotras. Digo, ya es suficientemente malo que les ocultemos... este gran secreto a nuestras familias. — durante un segundo, hubo un dejo nostálgico en su voz.

—Sí, eso era lo que yo iba a decir —dijo Rikki. La empujé medio en broma—. Además, fue solo un beso. No es la gran cosa, ¿verdad? —añadió, mientras se encogía de hombros.

—Seh. Es difícil de explicar, pero —Es una molestia no poder recordar.

—No te tortures con ello, no vale la pena —opinó Emma—. Créeme, pasé por ello— Noté que Emma pareció pensativa y bajó la vista—. Ohm... en fin —Pero luego se aclaró la garganta, como si no hubiera pasado nada—. ¿Quieres que hablemos con Cleo? Estoy segura que lo entenderá. —ofreció. Me sentí tentada a aceptar la oferta, pero...

—No, está bien —negué—. Ahora que les dije la verdad me siento un poco, un poquito, más tranquila. Lo haré yo.

Emma asintió, con una sonrisa afectiva.

—Pero... con respecto a Tiffany... no sé qué debería hacer.

—No tienes que hacer nada. —Rikki dijo mientras se encogía de hombros.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora