95: Necesitada.
—No estoy segura de que esto sea una buena idea —dije en un murmullo y por la que parecía ser, si mis cálculos eran correctos, la décima vez—. Vámonos muy lejos, ¡La propuesta de Fidji sigue en pie! —Emma hizo caso omiso y continuó caminando con paso decidido, liderando la marcha hacia un sitio al cuál habíamos acordado no ir. Pero un mensaje de Lewis, diciendo que Denman y su gente no se habían movido de la isla, fue suficiente como para que Emma decidiera que era hora de ir a su casa—. Aquí no es seguro, Emma, por favor. —insistí, cada vez más preocupada a medida que nos acercábamos al porche de la familia Gilbert.No se escuchaba nada, ni un alma y si esa no era una mala señal, no sabía qué lo sería. Tal vez no había nadie en la casa.
O tal vez, estábamos a un paso de caer en una trampa y estaban escondidos al otro lado de la puerta esperando para saltar sobre nosotras y hacernos una llave, encerrarnos y cortarnos en pedacitos, y…
Me detuve.No, no pienso entrar.
—Lewis dijo que estaba bien —a pesar del tono de voz suave y tranquilizador no pude evitar sobresaltarme y sacudirme con agresividad, cuando una mano se apoyó, sólida y cálida sobre mi hombro, y rozó mi cuello y brazo. Cleo me soltó, con un pequeño ceño fruncido entre sus cejas.
—¿Y estamos seguras que era Lewis y no otro secuaz de Denman haciendose pasar por él? —inquirí, con una ceja en alto.
Cleo asintió.
—Lo llamé. Era él.—confirmó.
—Hay demasiado silencio. —dije y miré los alrededores, desconfiada—. Emma... algo anda mal.
—Solo quiero asegurarme de que mi...
Cuando Emma habló, lo hizo con su cabeza girada hacia nosotras, ojos azules suplicantes; por esa razón, cuando la puerta fue abierta frente a ella, no vio a la persona que se hallaba al otro lado de la puerta, justo en su camino.
—¡Emma, regresaste!
—¡Mamá!
Mi corazón dio un vuelco (y, oh, cielos, juro que iba a salir de mi pecho) ante el sonido agudo que provino tanto de la señora Gilbert como de Emma, motivadas por la sorpresa mutua de su reencuentro.
Y un segundo después, la señora Gilbert nos dejaba pasar con una amplia y divertida sonrisa.
Fui la última en entrar por lo que cuando me volví, tras cerrar la puerta detrás de mí con un ligero clac, miré con cierta sorpresa cuando vi a Emma, con el rostro enterrado en el espacio entre el hombro y el cuello de su madre.
La señora Gilbert, tenía los ojos abiertos como platos, pero entonces soltó una risita y una amplia sonrisa cariñosa surgió en sus labios. Pronto, pasó sus manos por la espalda de mi amiga y la sujetó con fuerza y afecto.
—Aww, Emma, cariño, todo va a estar bien. Todo está bien —sus palabras se sentían como un bálsamo para el alma, aunque no iban dirigidas a mí. Reconfortante, afectuosa y tal vez cálida—. ¿Está todo bien? —nos miró en medio del abrazo y luego se alejó un poco, para mirar el rostro de Emma de forma apropiada—. Pasó tanto desde la última vez que me abrazaste así. —dijo, con toda la añoranza y calidez del mundo habitando en esos ojos color café y toda la suavidad del mundo impregnada en su voz.
—Lo lamento. —no podía ver su rostro, pero Emma sonaba muy culpable.
—¡Oh, no, no! No pasa nada. Es solo que me sorprendiste, cariño —acarició su mejilla con una sonrisa cálida. La señora Gilbert escrudiñó el rostro de mi amiga durante unos segundos más antes de lentamente, casi de mala gana, romper el abrazo—. ¿Saben qué? Les prepararé chocolate caliente, ¿les apetece? —y miró a Emma, con una interrogante escrita en su rostro y tuve la impresión de que no solo preguntaba por el chocolate caliente.
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H2O, sirenas del mar; La Otra Sirena
FanfictionH2O, Sirenas Del Mar: La Otra Sirena... Kayla es una chica de 15 años que vive su día en las soleadas playas de Costa Dorada junto a sus mejores amigas Emma y Cleo... a diferencia de Emma que es sensata y responsable y de Cleo que es más bien ingen...