Capítulo 33: La Kriptonita de Emma

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—Yo...

—Espera —la interrumpió Rikki, alzando una mano—. Tengo sed, ¿ustedes no? —Ohm... no creo que este sea el momento para eso, amiga—. Vamos por algo de beber.

—Ohm...

— ¿Qué? —inquirí, desconcertada, después de unos segundos.

—Sí, quiero jugo —me respondió, con sencillez—. No puedo escuchar si no refresco mi garganta.

—Emma estaba a punto de explicarnos...

—Lo puede hacer ahora mismo, o lo puede hacer mientras disfrutamos de unas refrescantes bebidas, ¿cuál es la diferencia? La segunda opción es la mejor opción —Se encogió de hombros—. La historia no va a cambiar. —en eso tiene razón.

Permanecí mirando a Rikki con los ojos entrecerrados. Estábamos por tener una conversación importante y tal, pero por otro lado... hacer todo ese camino hasta la casa de Emma, era agotador. Así que, ¿por qué no refrescar nuestras gargantas mientras tenemos una plática... no muy placentera?

Miré a Cleo y ella se encogió de hombros, como si estuviera bien con la idea.

Más tarde, cuando nos encontrábamos en el Ciber Café, y una vez que nos trajeron nuestras bebidas a la mesa... Emma (¡por fin!) nos contó en detalle lo que en realidad estaba pasando.

Era un tanto decepcionante, porque no era lo que se había estado formando en mi cabecita... cosas como que ellos dos... estaban saliendo, bien no era nada parecido, pero era igual o más intenso, o mejor dicho: peligroso. Aunque no podía evitar sentirme un poco sorprendida. Digo, ¿qué pasó con eso de no ocultarnos las cosas?

Sinceramente, esperaba que Rikki o... yo fuésemos las primeras en romper esa regla, y tal vez Cleo pero, ¿Emma? Eso sí es un desarrollo inesperado. De las cuatro, Emma era definitivamente la más confiable. No lo digo solo yo, lo dicen todos.

—Emma Gilbert... —comencé, con el tono de voz más grave que fui capaz de utilizar.

—Osea que tú...—continuó Cleo.

—Nos mentiste. —concluyó Rikki con sencillez.

Emma entornó los ojos.

—No, exageren. Solo... omití ese detalle. Técnicamente eso no es... mentir —se excusó. ¿En serio cree que vamos a tragarnos eso?—. ¡Lo siento, lo siento, lo siento! —se disculpó entonces, ante nuestras miradas severas—. Pero, más lo siento por Byron.

— ¿Por qué?

—Hace tres años que llega segundo ¡Y hasta tiene sueños con Zane! —interesante información, pero no quería saberlo.

— ¿Y a ti qué? —Inquirió Rikki—. No es tu asunto.

Entonces Emma la miró con incredulidad.

—Byron es mi amigo y quiero ayudarlo. ¿Qué tiene eso de malo? —dijo, con el ceño fruncido.

— ¡Y además, tiene unos ojos pardos tan bonitos! —Ironizó Rikki, revoloteando los ojos mientras apoyaba su mejilla en la palma de su mano. Juro que era la primera vez que veía a Emma ponerse tan roja. Y no estaba segura si era por la ira o la vergüenza, o ambas.

— ¡No tiene nada que ver con eso! —Exclamó—. ¡Discúlpame por no ser una egoísta que solo se preocupa por sí misma! —Dijo y entonces nos miró, a modo de reproche—. Por eso no les dije nada, porque sabía que no lo entenderían.

— ¿Qué tenemos que entender? —Cuestionó Rikki, incrédula—. ¿Qué nos estás poniendo en peligro solo por un chico? —Emma abrió la boca pero no alcanzó a decir nada, momento que aprovechó Rikki para retomar la palabra—. ¿Me equivoco?

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora