Capitulo 17: La NO cita

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Al cruzar el umbral y adentrarme a la sala, no encontré ni un alma, ni siquiera un mínimo ruidito que alertase que no me encontraba sola. Razón por la cual, no me molesté en anunciar a viva voz de mi llegada. No lo pensé mucho y me encaminé a la cocina para explorar el refrigerador. Aferré mi mano en el mango de la puerta y empecé a jalar hacia atrás, luego me fijé bien. Había un papel pegado con una piedra imán. Era una nota de mamá.

"Llegaré tarde de nuevo, lo sé, sé que lo hice de nuevo. Rompí el trato. Lo siento cariño. Te dejé suministros, revisa un poco. Encontrarás algo que te hará feliz. ;D"

Una vez que tomé un tazón de helado con sabores juntos pero no revueltos, de coco, chocolate, y fresa cerré la puerta, y subí directamente a mi habitación, cerrando con mi otra mano libre tras de mí. Estaba más que acostumbrada a estar sola en casa que había llegado a un punto en el que me era muy rutinario; mamá trabajaba durante el día y de vez en cuando por la tarde. Cuando llegaba a casa, estaba demasiado cansada o traía trabajo consigo, así que la dejaba relajarse. Y era una lástima que no tuviese hermanitos pequeños que molestar, y como el único hermano mayor que tenía era un idiota, pues...

Cuando mis padres aún estaban juntos, sí que me parecía pesado que estuviesen enfrascados en sus empleos. Más de una vez insistí en pasar tiempo con mamá o papá, en caso de que el otro no se encontrase, y al principio funcionó, por un determinado tiempo. Luego confesaron que se tomarían un tiempo para ellos. Ese pequeño tiempo se extendió por algo más de dos meses, hasta que finalmente se divorciaron.

Caí de espaldas a la cama, intentando con ello, perturbar aquello que me producía una incómoda emoción.

De todas maneras, deseaba que mamá estuviese cerca, para contarle cierta novedad. Sí, Nic me había invitado a salir y quería contárselo con urgencia, aunque considerando que las chicas lo sabían estaríamos centradas en ese tema, sin embargo; no nos imaginaba de ese modo (a mi parecer podría ser un tanto tonto escandalizarse por ello, ¡que es común, son adolescentes!, diría la tía Jo) y además ninguna teníamos experiencia en nada de asuntos de citas o... básicamente en ningún chico (porque los amores de niñez no cuentan). Cleo se había mostrado muy feliz con la noticia y me decía que era genial, pero, como yo, no era muy conocedora del tema. Emm no se mostró interesada y Rikki se había marchado, media malhumorada, antes que pudiese preguntarle nada. Así, que por el momento, era un tema pasivo.

Además, mamá era mi confidente por esa parte. Era muy abierta y honesta y le daba una pizca de humor a las situaciones. Le había contado, con muchos nervios y cierta vergüenza, de mi ridículo intento de primer beso a los once años. En ese entonces, creí que mamá me castigaría pero solo se rió, aunque sí me advirtió que no me juntara con el pequeño pillo. A partir de allí me sentí más confiada en contarle ciertas cosas que no les había revelado a las chicas. Confiaba plenamente en ella, no había nada que ni le contase. Bueno, de hecho si lo había, pero para compensarlo, le contaba de todo lo demás. Era raro conservar ocultos ciertos acontecimientos en ambas partes, pero te acostumbras.

Rikki diría que no era cosa de mentir sino de omitir algunos aspectos de la verdad que no vienen al caso, tomé nota de ello. Y sabía que a Emm no le agradaba mentirle a su familia pero cuando no hay opción (es decir, cuando que tienes una cola que sorprendería hasta al mismísimo Voldemort, bah, al Lord no lo sorprende nada), hay que hacer lo mejor posible. Y si lo pensaba, no es que me agradase o que me inventara excusas para tener que mentir. Solamente dejo florecer mi parte mentirosa cuando es preciso, es decir con mis poderes y nada más. Ciertamente facilitaba las cosas y me evitaría un quebradero de cabeza moral.

Pero por otro lado, ¡estaba de buen humor! No es que fuese el tipo de personas que creyesen en la suerte pero con esta semana que ha pasado, mi escepticismo flaqueó. No me había ido tan mal esta semana; matemática (y el profesor) ya no parecían tan terribles, e Historia me encantaba. Aunque deportes permanecía como el número uno entre mis clases más enclenques. Digo, todas esas personas, corriendo de aquí para allí, todas sudorosas. Salpicaduras, peligrosas salpicaduras.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora