Capítulo 89: Un trato con el diablo.

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89: Un trato con el diablo.


Nota de autora: Hago una advertencia porque al comienzo del episodio habrá una pequeña escena de violencia. No es explícita, pero sí intensa. Y, sí, será lo más sangriento que escribiré en toda mi vida.

PD: ¡Disfruten la lectura!

~.~.~

Gruñí, hecha una furia y en un impulso sin ni siquiera pensarlo, me abalancé sobre ella.
Mis manos alcanzaron primero su cabeza y aproveché esto para enredar mis dedos entre las hebras de su cabello. Y entonces, comencé a tirar de ellas con fuerza, hasta que escuché como Denman profería un grito agudo. Y se sintió tan, pero tan bien que quise escucharlo de nuevo; entonces, me dediqué en cuerpo y alma a arrancar estúpidos mechones rubios de su estúpida cabeza ¡un corte de cabello, completamente gratis, desde la raíz! y Denman, entre aullidos de dolor aún más altos, incrustó sus uñas en mis antebrazos hasta hacerme sangrar. Ella no lo sabía, pero el dolor físico que me estaba infringiendo era insignificante en comparación a la ira que me carcomía. No, no la dejaría ir tan fácil.

La alejé de mí con un pequeño empujón y supe que aquello la había tomado por sorpresa pues se tambaleó; acto seguido, sin previo aviso le volteé el rostro de una bofetada y como cereza del pastel (porque no tenía suficiente, nunca lo tendría): le asesté una patada en el estómago una y otra y otra y otra vez hasta que cayó al piso echa un ovillo, en un mar de lágrimas y sangre.

No te metas con las sirenas. —le espeté.

O, al menos, eso era todo lo que pensaba hacer una vez que le pusiera las manos encima, pero la realidad resultó ser un tanto diferente.

Antes de llegar a tocar uno solo de sus cabellos rubios, algo (o más bien alguien) se movió por mi costado derecho con rapidez. Cuando llegó a mí la noción de que una tercera persona se había unido a la fiesta, me arrastraron hacia atrás y, de pronto sin saber muy bien porqué, me encontré aprisionada… encerrada en fuertes brazos que rodeaban mi cuello y me inmovilizaban desde mi espalda, haciéndome una llave.

Emití un quejido de genuina sorpresa ¡¿Qué demonios?!

El desconocido, sea quien sea, era… fuerte, mucho más que yo, y por más que me debatí entre sus brazos para liberarme del agarre que ejercía sobre mí… fue inútil. Me sujetaba con fuerza pero, eso sí, no la suficiente como para dejarme inconsciente. De haber querido hacerlo, ya lo habría hecho. Pero no lo hizo y en su lugar, era incapaz de escapar.

Con cada segundo que pasaba en aquella trampa humana, el aire comenzaba a faltarme. Me costaba respirar y mi visión se tornó borrosa.

De pronto, solo era capaz de escuchar y sentir mi pulso acelerado, mi corazón saltando como loco en mi pecho; tanto, que el sonido llegaba a mis oídos, recorrió todo mi cuerpo y todo aquello ajeno a eso, desapareció del mundo.

No podía ver a mi padre o a Denman quienes se encontraban frente a mí. Había voces por todas partes, pero no estaba segura porque todo se oía mezclado y confuso.

—Está bien. No la lastimes, Greg —y entonces, como un salvavidas (o una condenación) la firme voz de Denman llegó a mis oídos—. Es una muestra muy valiosa.

«Muestra».

Muévete, muévete, ¡muévete, rayos! Me dije a mí misma.

No podía darme el lujo de quedarme quieta. Mi padre y Denman estaban trabajando juntos, comprendí en ese momento. El cómo llegamos a esto no era lo relevante ahora mismo, lo único que sabía con seguridad era que quienes me rodeaban no eran mis amigos y mucho menos de las chicas.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora