Capítulo 3: El secreto de Siara

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La cabeza de Siara, está en miles de cosas a la vez ahora mismo ya que recibirá un nuevo inversionista hoy, el mismo aceptó su proyecto para disponer de unas propiedades en el centro de la cuidad.
Esperaba a este empresario dentro de una semana, pero el mismo se había comunicado con ella diciendo que debe salir del país unos días y por lo tanto no iba a poder reunirse con todos aún, sin embargo, está terminando unos trámites muy cerca de la empresa y decidió pasar por allí al menos, a conocer en persona a uno de los dueños.

Viendo algo en su laptop, Siara visualiza a su amiga y compañera de trabajo Lucía, quien ingresa a su oficina pero con una cara de pocos amigos.

— Hasta que te veo—  Comenta Lucía, plantandoce frente al escritorio de Siara, con los brazos cruzados.

— ¿De qué hablas?- pregunta Siara,
– ¿Ya me extrañaste?— rodea el escritorio para llegar a su amiga y termina dándole un abrazo pero no siente que es correspondida, es más, Lucía mantiene esa misma mirada acusadora y sería.

— Eres así conmigo ahora, porque termino siendo la escusa perfecta para tus mentiras— escupe Lucía.

– Eso no es cierto...

— Tu madre, me encontró en el centro comercial el sábado- Sigue la joven,
— tenías que ver esa expresión en su rostro, creyendo que encontraría a su hija conmigo, pero no, ella no estuvo ni en su apartamento, ni en el mío, ni en ningún viaje de amigas, como le hiciste créer–la mira con el ceño fruncido pero Siara, no es capaz de sostenerle la mirada.

— Lo siento...

— No, Siara. Esto ya no puede seguir así, me haces mentir a mi y terminas mintiendo a tus padres— Ahora relaja un poco más su expresión, — Siara...– pronuncia y largando un pesado suspiro, posa su mano sobre el hombro de la joven, — no puedo decidir por tu vida, pero ese tipo simplemente no me cae bien, y por más que  no lo conozca y no lo haya visto, lo odio y ¿sabes por qué? Porque aunque no te des cuenta, él te está alejando de tu familia...

— ya basta- corta Siara, alejándose de ella.

Lucía, sonríe tristemente, resignada a que esto se acabe aquí, como todas las veces que ha intentado hablar del tema.
– Claro, me olvidaba que no puedes lidiar con esto...

— No quiero pelear contigo.

–Ni yo Siara, pero te diré algo. Ahora lo sé yo, pero cuando alguien más lo sepa, quizás no se convierta en tu cómplice y llegue a oídos de tus padres— dicho eso, le regala una media sonrisa y se va de la oficina, volviendo a aumentar la culpa en Siara una vez más...

Los minutos pasan, a la espera del inversionistas y para distraerse, comienza a firmar un par de papeles hasta que alguien llama a su puerta con tres golpes fuertes.

— Adelante— dice Siara, mientras guarda todos los papeles dentro de una carpeta y escucha el sonido de la puerta que se abre, seguido de unos pasos hasta que  llega a sus oídos una firme y gruesa voz.

— ¿Señorita Evans?

Siara, logra guardar la carpeta y por fin voltea hacia esa nueva persona.
Simpática como siempre, lo recibe con una calidad sonrisa pero no puede tomarlo tan a la ligera, no como todos los empresarios que llegan a ella ya que él es diferente a simple vista.
Aparenta tener más o menos su edad, alto, cabello ondulado y castaño, perfectamente formal acompañando a esos claros ojos celeste.

— Hola...— Dice Siara, como si fuera un asunto más informal hasta que se percata de la misma y lo disimula carraspeando,  — buenos días, señor Dickson, mucho gusto— le extiende la mano y lo puede ver romper esa imagen tan seria, con una sonrisa de lado que cambia rápidamente la expresión en su rostro.

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