Capítulo 5: "Vas a conocerme"

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Lía, está más que feliz, haciendo de las suyas mientras ingresa a la cafetería de Lucila, sintiendo la helada mirada de Daniel, como puñales en su espalda.
“Dulce Encanto” tiene su propio y personal estilo, los colores que hay tanto en la pintura de las paredes, piso, sillas, mesas y de más son diferentes tonos del rosa al negro, es como si el 50% de cafetería tuviera la personalidad de Lucila y el otro 50% de Daniel.

- Mi hijo sólo trae a Mateo— confiesa Lucila con una mirada acusadora hacia el joven, que permanece detrás de Lía, con los manos en los bolsillos, sin un poco de buen humor.
— Me alegra mucho que tenga una amiga como tú, pareces tan buena  chica— la risa burlana de Daniel, llega a oídos de las dos pero se detiene apenas se encuentra con la mirada de su madre.
— Siéntate querida, Daniel te traerá algo para comer— el tono en cómo lo dice, lo hace ver cómo una orden que debe ser cumplida perfectamente o habrá consecuencias.

Lía, lo mira de reojo comprobando esa expresión malhumorada, más cuando se dirige a cumplir la orden de su madre. A continuación, una pareja ingresa a la cafetería y esto roba la atención de Lucila.

— Estas en sus manos— dice en dirección a Lía, regalandole una simpática sonrisa, mientras atiende a la pareja, sin embargo, al instante ingresan más personas.

Lía, se acerca a la barra, sentándose en uno de los altos taburetes dispuestos allí, teniendo una excelente vista del chico frío desde la cocina. Tal cual a una niña haciendo una travesura, Lía apoya su mentón sobre la palma de su mano, sonriéndo pícaramente mientras lo ve caminar hacia ella.

Tan diferente al buen humor de Lía, Daniel deja el plato frente a ella de mala gana, el mismo se trata de un rebanada de un pastel de fresa.

— Gracias— Habla Lía, sin disimular su sonrisa.

— Además de fresa y princesa, eres una niña mentirosa- dice Daniel, pero esta vez, no tiene ese tono de voz gélida.

— Y tu además de malhumorado y gruñón, tienes una madre linda— Sigue Lía, — yo le caigo bien— toma un trozo del pastel con la cuchara, llevándoselo a la boca, sin darce cuenta que Daniel, está siguiendo cada uno de sus movimentos atentamente, — y estoy segura que podría caerte bien a ti— agrega la joven, sonriéndo.

– No lo creo— repone Daniel, mirando hacia otra dirección, apunto de ser descubierto, — no me interesa conocerte y mucho menos tratar contigo, así que vete y no regreses. Confundes a mi madre— regresa su atención a ella, pero la ve muy pacífica, comiendo, como si lo que acaba de decir le importara muy poco.
Totalmente fuera de la conversación con él, está entretenida en el pastel, paseando su vista hacia los alrededores.

Daniel, necesita alejarla de él inmediatamente pero al menos por estos minutos, en los que Lía está tan metida en su mundo, quisiera saber un poco más de ella. Sin ser puesto en evidencia, puede observarla, cada rasgos, alguna característica especial, con el llamativo color de sus ojos, sus labios al natural y entre los lunares negros sobre su piel, con dos de ellos en su mejilla derecha, descubriendo uno más entre la línea de su clavícula y el cuello.
Extrañamente, Daniel la ve indefensa. No quiere pensar de esta manera pero Lía da esa imagen a la vez que transmite tanta paz.
Este fue el mundo que hizo Ethan para ella aunque quizás su amor y protección, la hizo frágil para los demás, bajo la idea de que él la protegerá de cualquier fuera la maldad que la aceche, pero no todo puede estar bajo los de Ethan.

— Oye “amigo”– Salta Lía, — ¿Siempre estas aquí?

— No— miente.

— Que lástima porque vendré aquí a partir de ahora...

— No te dejaré pasar...

— Lo haré de todas formas— corta Lía, levantando ambas cejas.

— Te lo dije, eres una niña mentirosa– sigue Daniel, tomando el plato de Lía, aún cuando le falta terminar de comer.

A través del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora