Capítulo 50: "es mi debilidad..."

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Lía, se siente más tranquila dentro de la mansión, lejos de las duras miradas de los hombres que están afuera.
Sin embargo, el ambiente de la mansión se siente un poco frío, quizás por la extensión de la misma donde sólo vive una persona, Daniel.
Esta vez, no es recibida ni por Flor o los hermanos Parisi pero, cuando la dejaron entrar le dijeron que Daniel estaba adentro así que, es todo lo que le importa.

— Buenos días— la voz de Daniel resuena en la sala y lleva a la joven a buscarlo con la mirada. Lo encuentra bajando las escaleras con el mismo provocador atuendo de la última vez que estuvo aquí, con esa bata abierta  dejando al descubierto una vista que cautiva a cualquiera.

“¿Por qué no puedes siquiera, cerrar la bata” piensa Lía, tratando de mantener su vista en la cara de Daniel .

— ¿A qué debo está visita?— el joven llega frente a ella  sabiendo que la está poniendo nerviosa ya que ahora evita su mirada. - ¿Te metiste en problemas nuevamente o...

— Necesito hablar contigo— corta Lía, lo más seria que puede estar.

Daniel, observa esa tierna determinación en su actitud. — Te escucho- dice, sentándose plácidamente en el sofá.

Para estar en el mismo nivel que él, Lía se sienta en el sofá frente a Daniel.
— Sé a que te dedicas— suelta Lía, con la frente fruncida.

-¿Y eso te asusta?— indaga Daniel, mirandola directamente a los ojos.

— No por mi, sino por tí. Es algo peligroso y me preocupas...—cierra su boca demasiado tarde ya que dice esa palabra antes de poder detenerse.

Daniel, cambia su expresión seria y dibuja una furtiva sonrisa.
— No lo hagas, estoy bien...

— Mientes— Corta Lía, — nadie puede estar bien metido en eso. No puedes tener una vida tranquila o formar una familia y...— lo ve levantarse de su lugar y caminar peligrosamente hacia ella. Sin quitarle la mirada, coloca sus manos sobre las piernas de Lía para hacerse espacio entre ellas y de esta manera termina de cuclillas ante la joven.

Los nervios de Lia, están a punto de explotar y ahora sí, no puede hilar una palabra coherente.

— La vida tranquila de la que hablas y el hecho de formar una familia, no es algo que me preocupe— sabiendo lo que está provocando en Lía, se atreve a levantar  la remera que viste la joven dejando al descubierto el tatuaje de una golondrina que tiene tatuada en la zona derecha de su vientre.

Daniel, apenas logro ver una pequeña parte del mismo cuando Lia estaba durmiendo desordenadamente unas noches atrás.

— ¿Qué...qué haces?— Lía, se mueve hacia atrás apenas un centímetro. — No toques— lo aleja de ella y cubriendo el tatuaje se las arregla para ponerse de pie.

— No me has dicho, quien te espera en tu apartamento- sigue Daniel, reincorporandoce. — ¿Él si puede ver tu tatuaje?— hay un tono enfado en esas palabras, como si estuviera terriblemente celoso.

— Nadie lo ha visto— contesta Lía, con el objetivo de borrar esa expresión enojada en el rostro de Daniel, aunque nisiquiera se imagina el significado de sus palabras para él.

— ¿Nadie?— da unos pasos hacia ella,
— ¿Nisiquiera algún amor?

— ¿Qué es lo que quieres saber?— Corta Lía pero Daniel, se acerca a ella nuevamente, dejándola atrapada entre él y el sofá.

— ¿Quién estuvo después de mí?— sigue Daniel, eliminando cualquier distancia entre ellos hasta que la joven termina cayendo sentada como la única salida aunque Daniel, se inclina hacia ella, apoyando sus manos sobre el respaldo del sofá, dejándola prisionera entre sus brazos. — ¿Quién se atrevió a tocarte?– es indiscutible lo que Daniel provoca en Lía ya que termina hipnotizandola en cuestión de segundos y no pone resistencia alguna mientras  él se acerca a sus labios con un solo objetivo...

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