Capítulo 18: ¿Un detonante?

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En algún momento, uno de esos días en la cual ella venía a él, algo cambio, hizo la diferencia para que ahora esté perdido en su mirada.
Daniel, podría enumerar las veces que estuvo en algún tipo de relación y en ninguna de ellas recuerda haberse sentido de esta manera como si tuviera la necesidad de cuidar cada una de sus acciones dirigidas a Lía.

Se separa apenas unos centímetros de sus labios, sin saber cuantas veces regresó a ellos. — Ahora si puedes contestar a la pregunta – Habla Daniel, regalándole una cálida sonrisa, una de las pocas que deja ver.

— Y tu no respondiste— Salta Lía, levantando una de sus cejas.

— Dejemos eso, no me interesa recordarlo ahora— regresa su mirada hacia los labios de Lía, pero antes de volver a besarla escuchan unos fuertes y ansiosos golpes en la puerta.

— ¡Señorita Lía! ¿¡Esta ahí!?— esa voz pertenece al guardaespalda que le puso Ethan a su hija, la cual ella burló diciendo que se quedaría en la biblioteca pero terminó saliendo por la puerta trasera para llegar aquí.

Daniel, se tensa en un segundo volviendo a ponerse serio hasta que nota a Lía, caminar en dirección a la puerta muy tranquila.
— Hey, no— Se apresura a detenerla pero la ve sonreír con la frente fruncida mostrándose confundida por la actitud de Daniel.

— Tranquilo, yo lo conozco.

No puede ponerse en evidencia y no dejarla salir, así que sin otra opción, la coloca detrás de él y apenas abre la puerta, el guardaespalda la derriba brutalmente para ingresar y, en cuestión de segundos todo se vuelve un caos ya que el custodio apunta con un arma de fuego directo a la cabeza de Daniel.

— ¡Señorita Lía,  venga conmigo!

— ¡¿Qué haces?!— se precipita Lía, colocándose adelante de Daniel, para los nervios del pobre guardaespalda.

— Señorita...— duda más de una vez en bajar el arma pero al final lo termina haciendo.

— Él es mi amigo, solo me escapé de tí porque sé que si te pedía venir aquí, se lo dirías a papá— argumenta Lía, seríamente.

— No puede hacer eso señorita. Su padre está muy preocupado luego de lo que pasó con su hermano...

— ¿Qué pasó?— Salta Daniel, antes de darce cuenta de que hablo apresurado.

— Casi lo apuñalan...

— Señorita no confíe tanto en él— interrumpe el joven que aún tiene un duelo de miradas asesinas con Daniel.
— Dime tu nombre, debo saber quién eres.

— No hace falta— Lía, larga un pesado suspiro y termina tomando su mochila del sofá, — vamos— toma del brazo a su guardaespalda para que salgan de allí pero él no tiene intenciones de hacerlo aún.

— Habla— ruge.

— Si no confías en mí, ¿por qué yo debería hacerlo?— contesta Daniel, con la cabeza en alto.

—Me llamo Aiden, soy el guardaespalda de la señorita Lía. Tengo órdenes de su padre de asesinar a quien se atreva a tocarla.

Daniel, dibuja una fría sonrisa de lado, sin emoción alguna. — Yo soy Daniel, y yo no necesito ningúna orden para hacer lo que te piden, si llegan a lastimarla.

Lía, lleva la mirada de un lado a otro tratando de cortar el ambiente tan hostil que se formó en cuestión de segundos.
— Me voy— anuncia, llamando la atención de los dos ya que sale del apartamento y solo así consigue que Aiden la siga dando por finalizado ese absurdo enfrentamiento con Daniel.

Hubiera deseado despedirse de otra manera, pero las circunstancias no lo permitieron así que tuvo que conformarse con verlo a través de la ventanilla del auto mientras Aiden, conduce lejos de allí.

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