Capítulo 46: Las intenciones de Daniel

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Hace aproximadamente una hora, Lía está golpeando la puerta, llamando a Daniel, pidiendo que la saque de la habitación y, cuando ya recurre a arrojar al suelo lo que encuentra, como por ejemplo, un jarrón, la puerta se abre.

Es así que en el umbral de la puerta aparece Daniel, con claras señales de haber salido de la ducha, llevando un pantalón suelto y una bata abierta, dejando en evidencia que no trae nada más debajo. Con ello deja al descubierto la zona de sus pectorales y abdomen, malditamente tonificados  y decorado con un tatuaje que sigue hacia su espalda así que  Lía no puede verlo con facilidad.

Antes de escucharse a si misma, escucha como traga saliva  y evita rápidamente a Daniel, cuya imagen ahora puede ser totalmente letal para su concentración. Aclarando que él no se había mostrado así antes, frente a Lía.  Siempre se mantuvo al margen, detrás de un límite que él trazó, así que sólo se permitió besarla y abrazarla hace años atrás.

— ¿Por qué eres tan ruidosa?— Habla Daniel, lo más tranquilo que puede, viendo el desorden que ocasionó Lía en tan poco tiempo.

— Quiero irme— Salta Lía, mirándolo solo un segundo a los ojos, ya que su atención es perturbada por él, apariciendo de esta manera.

— Es peligroso ya que tú te metiste en problemas. Al menos por esta noche no puedes irte...

— Necesito irme...

— ¿A caso, tienes a alguien esperando?— esa pregunta sale sin poder evitarlo, con un tono fuerte como si estuviera enojado.

- Si— desafía Lía, — y a tí no te debe importar quien— camina hacia él, para hacerle frente pero claro, eso fue su peor error.
Presa de esa oscura mirada y su imponente presencia, se queda sin la capacidad de poder hilar una sola palabra, aún más, porque Daniel la mira fijamente.

— No lo volveré a repetir— sigue Daniel, — no saldrás de esta mansión sin mi permiso- sin más, da media vuelta para irce pero Lía, lo toma de la bata para regresarlo a su lugar, sin embargo, lo que consigue es bajarle la bata hasta la mitad del antebrazo derecho y en esta acción puede notar un tatuaje a la altura del pecho. Es el diseño del cristal de cuarzo ópalo, alrededor de lo que parece ser un collar de color azul.

Ese cristal, es el dije del collar que él le dió a Lía y el azul en el tatuaje, representa la pulsera que ella le regaló.

— Quédate quieta ya— Ruge Daniel, acomodandose la bata, — y duerme— ahora sí, sale de la habitación pero deja la puerta abierta, sin embargo, Lía está tiesa en su lugar, sin poder quitar esa imagen de su mente. Entre tantos tatuajes del típico chico malo, en este caso, como el líder de la mafia, Daniel se tatuó el dije del collar que le regalo.

No sé suponia que sería de esta manera para Lía, Daniel no debía regresar y dando esas señales de que él nunca, pudo quitarse a Lía de la cabeza y de su corazón.

- ¿Por qué haces esto?— murmura Lía, para si misma hasta que nota que toda la habitación está hecha un desastre por sus manos, así que, aprovechando que la puerta está abierta, decide salir de allí.
Se asoma sigilosamente por el pasillo y de la misma manera, camina lentamente, mirando atentamente todo a su alrededor hasta que llega a la inmensa sala. Las luces están apagadas y todo está completamente en silencio.
Por pura curiosidad, se asoma a la ventana y comprueba que afuera hay autos y hombres deambulando por allí. Así que, efectivamente no podrá salir de la mansión sin la autorización de Daniel.
Conciente de ello, deja de espiar y encuentra con su mirada el teléfono fijo. Aún así, solo lo mira, sin intenciones de llamar a alguien, como si en el fondo no quisiera irce y alejarse nuevamente de Daniel.
Esta situación, comienza a molestarla ya que debería tratar de llamar a alguien para que la saque de aquí pero no puede, su corazón no se lo permite.
Dejando el teléfono de lado, se pone a mirar alrededor mientras camina tranquilamente hacia las escaleras, suponiendo que Daniel debe estar allí.

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