Capítulo cinco
Mientras Ulises se subía a su coche en la parte de atrás, Ángel le explicó a Nadia.
—La señora tiene una enfermedad de los huesos. Por lo que suele vivir en un lugar donde haya poca humedad. Permaneció esta semana al lado del señor Ulises por lo de su internación. Y debido a eso sus dolores se incrementaron. Por lo cual se fue cuando el señor aceptó que usted lo asista —dijo con la puerta en la mano.
—Vamos, ¿o van a seguir hablando? —preguntó Ulises enojado. Tendría que soportar a esa niña por amor a su abuela. Ella lo había criado por lo que la quería como si fuera su madre.
Nadia no sabía si debía subir detrás de Ulises o ir al lado de Ángel.
—Suba señorita González. ¿O necesita que le envié una invitación? —dijo de manera sarcástica mientras sacaba su móvil.
Ángel le hizo señas para que subiera atrás con Ulises. Ella se sentía incómoda, aunque el automóvil era amplio. Estar atrás con él era inquietante.
Una vez que Nadia subió, Ángel serró la puerta y fue a la parte de adelante y subió en el asiento del conductor. Mientras iban en viaje, Ulises se la pasaba al teléfono. Algo que a Nadia le incomodaba un poco, ya que no le gustaba estar mucho tiempo en silencio. Hubiera preferido ir adelante con Ángel para que le siguiera contando sobre la salud de la abuela.
Cuando Ulises colgó el teléfono miró fijamente a Nadia. Primero arriba y luego fue bajando hasta llegar a sus piernas.
—Señorita González. ¿Usted piensa ir así vestida al trabajo? —preguntó él e instantáneamente Nadia miró su ropa. Ella no veía cuál era el problema. Hasta que vio que su camisa llevaba el nombre de la tienda en la que había estado trabajando hasta esa misma mañana.
—Lo que ocurre es que su abuela me trajo directamente de mi otro trabajo y esta es la ropa que usaba ahí —le aclaró ella.
A diferencia de ella, Ulises llevaba una camisa negra, y un traje muy elegante y moderno del mismo color. Zapatos de charol negro y medias que calzaban de manera que no se notara que las llevaba. No llevaba corbata debido al corte del traje, pero se acompañan de una especie de bufanda de foulard, un tipo de tela ligera, la cual era de color gris liso hecho de seda.
La apariencia de Ulises era extremadamente llamativa. Ya que sus ojos azules resaltaban bajo sus prominentes, pero delicadamente marcadas cejas. Las cuales eran extrañamente del mismo color que su cabello. Un negro azabache, el cual que caía sobre sus ojos, puesto que tenía el cabello extrañamente lacio, pero con volumen algo muy poco común en los hombres. Lo llevaba contó en la parte de atrás y apenas tapaba sus orejas. Sus rasgos eran suaves, aunque varoniles. Claramente un hombre atractivo para la mayoría del espécimen femenino.
—Ángel —dijo Ulises mientras tomaba de nuevo su teléfono para enviar unos mensajes.
—Sí, señor Ulises. Diga —dijo el muchacho mirándolo por el retrovisor.
—Vamos a cambiar de rumbo. Primero iremos a comprarle algo de ropa a la señorita González —dijo él mientras que seguía concentrado en su teléfono.
—¿Qué le parece que haga con la reunión que tiene programada para las 14:30 horas? —le preguntó Ángel.
—Ya la estoy pasando para mañana a la mañana —dijo él mientras seguía mirando su teléfono móvil.
—Muy bien señor Ulises —dijo Ángel y cambió la ruta en su GPS.
Ulises volvió a guardar su móvil y se cruzó de piernas mirando en dirección a Nadia.
—¿Qué suele comprar señorita González? Balenciaga, Gucci, Prada...–preguntó Ulises y Nadia comenzó a reírse. Él la miró desconcertado, ya que no pretendía ser gracioso.
—¿Usted me está hablando en serio? —preguntó la joven sorprendida. ¿A caso este hombre vivía en una burbuja?
Ángel estacionó el coche en una esquina popular por las mujeres con las que solía relacionarse el señor Ulises. Siempre que pasaban el día con él las llevaba para que se compraran algo por ahí.
Nadia bajó del coche y entró en una de las tiendas. No podía creer lo que estaba haciendo. Le daba mucha vergüenza. Mientras tanto, Ulises seguía en su nube, sumergido en los problemas de la empresa de su familia.
—Señor Ulises, disculpe que lo interrumpa. Pero considero que lo mejor sería que usted acompañara a la señorita Nadia —le indicó Ángel.
—¿Por qué lo dices? ¿Te parece que le guste más otra tienda? —preguntó sin entender el punto de Ángel.
—Considero que sería importante que usted guiara a la señorita Nadia para que la ropa que comprara armonizara con la suya —dijo buscando una explicación que no hiciera quedar mal a Nadia.
—Tienes razón. Odio el amarillo, si llegara a comprar ropa de ese color no podría concentrarme en su presencia —dijo mientras otra vez guardaba su teléfono móvil para bajar del coche.
Mientras tanto, en la tienda la encargada trataba de malos modos a Nadia.
—Se entiende que mujeres como tú traten de venir a estas tiendas para querer probarse algo y sacarse fotos para mostrar delante de sus amigas, ropa que después no comprará. Así que ahórrenos el momento incómodo y retírese señorita —dijo la mujer con mal carácter.
—Como tengo que decírselo. Ya le expliqué que mi jefe quiere que compre un traje. Solo véndamelo así puedo irme de aquí —dijo Nadia, cansada de tener que renegar con este tipo de personas.
—No creo que acostarse con el dueño de esa tienducha le dé suficiente para las prendas que vendemos aquí —dijo marcando el nombre de la empresa a la que ella antes pertenecía.
Ulises entró y se dio cuenta de que estaban maltratando a Nadia, por lo que no dudó en tratar de defenderla. Aunque Nadia se le adelantó.
—No sé cuál es el problema. Tengo el dinero y, aun así, no quieren venderme. ¿Qué clase de lugar es este? —dijo Nadia acercándose a la vendedora—. Además, cariño, podré no ser tan sofisticada como sus clientes habituales, pero no considero que ustedes tampoco lo sean. ¿Sé pensar que porque yo haya trabajado en una tienda y ustedes aquí son mejores que yo? La verdad es que me dan lástima —Nadia se dio vuelta para salir del local, ya que no iba a seguir discutiendo con esas mujeres que no tenían un gramo de autoestima. Sin embargo, se encontró con su jefe.
Autora: Osaku
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Una niñera para el CEO
RomanceNuestra protagonista se ve envuelta en problemas tras ayudar a una anciana. Consigue trabajo cuidando a su nieto, quien resulta ser más grande de lo que esperaba. El amor prohibido la lleva a experimentar situaciones dolorosas, terminando en una en...