Lo hago por nosotros

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Capítulo cincuenta

El día de la boda llegó, estaba todo listo para la ceremonia. Al final Ulises se tomó más que cinco días para estar con Nadia. Eso lo retrasó un poco más en el trabajo. Aun así, él sintió que había valido cada minuto.

El salón era enorme, habían invitado a casi doscientas personas. Aunque la mayoría eran parientes, amigos y conocidos de Ulises. Solo en la primera fila estaban las personas que Nadia quería.

El lugar estaba lleno de flores, Ángel se había encargado de organizar todo según los gustos de Nadia. Ella amaba las flores, por lo que el tema principal de la boda fue el blanco y las flores. Parecía un jardín enorme.

Cuando Nadia llegó por la mañana a verlo no podía creer lo que había hecho en tan poco tiempo. Ella le dio las gracias a Ángel y este solo le dijo que era lo menos que podía hacer por ella. Ángel sabía que luego de la boda los problemas comenzarían a empeorar para ella. Las esposas o las amantes de la familia De la Renta terminaban sufriendo siempre. Por lo menos con el padre de Ulises habían sido muy infelices todas.

—¿Estás feliz? —preguntó Ángel al ver a Ulises a entrar al salón. Casi no habían tenido tiempo para hablar. Ángel se había dedicado exclusivamente a la boda y Hermes se había quedado ayudando a Ulises en la empresa.

—Por supuesto —dijo Ulises al ver el lugar. Estaba seguro de que Nadia sería feliz al ver eso.

—Viniste muy contento de la casa de Nadia —indicó Ángel a modo de broma. Ulises solo sonrió al recordar la razón—. ¿No me contarás nada?

—Pongámoslo así. Dicen que lo los conejos son muy enérgicos. Bueno, mi futura esposa y yo les ganamos por mucho —dijo Ulises con una gran sonrisa.

—Entiendo. Me alegro por ti. Espero que eso sea suficiente para que dejes de ir a ese club. Sabes que podría traerte muchos problemas si tu padre se entera —dijo Ángel recordando los gustos de Ulises.

—Veremos. Quizás a ella también le guste y podamos ir juntos —dijo Ulises pensando en ello.

Ángel esperaba que Ulises estuviera bromeando. Esa clase de sitio no eran para alguien como Nadia. Incluso no eran buenos para Ulises, pero él no podía dejar de ir cuando estaba muy estresado. ÉL esperaba que Nadia pudiera ayudar a Ulises a dejar ese mundo oscuro y sombrío.

—¿Dónde está ella? ¿No te parece que tarda mucho? —preguntó Ulises nervioso al ver que todas las personas ya estaban listas para la boda.

—Ahora la traen. Están poniéndole el velo. Por lo poco que pude ver, se ve preciosa —dijo Ángel recordando haber pasado por donde Nadia estaba un rato atrás.

Ángel se estaba entreteniendo bastante. Nunca había visto a Ulises tan nervioso en toda su vida.

—Entonces tenemos algo de tiempo —dijo Ulises parándose en el altar frente a todo el mundo—. ¿Qué averiguaste de su padre? —preguntó a Ángel por lo bajo al ver el asiento vacío al lado de Nathaniel.

—El tipo es un don nadie. Nadia no le habla porque quiso obligarla a casarse con un tipo rico. Ella se fue de su casa y no volvió hasta ahora —dijo Ángel recordando sus averiguaciones.

—Lo quiero lejos de ella. Nadie puede molestar a mi esposa —dijo Ulises recordando el comportamiento de Nadia al hablar de su padrastro.

—No te preocupes por eso. Yo me haré cargo —dijo Ángel mientras miraba la puerta—. ¿Estás listo? Ya viene.

La música comenzó y todos miraron en dirección a la puerta de entrada. Nadia entró a la iglesia. Se veía hermosa, muy bella, con su vestido marfil adornado con cientos de piedras preciosas.

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora