Hermes

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Capítulo treinta y seis

Ángel dejó a Nadia en su antiguo cuarto y fue a entretener al hermano de Ulises. Las cosas se estaban volviendo cada vez más complicadas en esa casa. Al volver a la cocina encontró a Hermes comiendo una manzana. Rápidamente, Ángel tiró el vino que quedaba para que no lo bebiera. Hermes pareció no notar el apuro de Ángel.

—¿Te dijo mi hermano cuanto tiempo le va a llevar venir a verme? —preguntó Hermes

—Disculpe señor Hermes. El señor Ulises estaba dándose una ducha cuando usted llegó —dijo Ángel para contener a Hermes

—Como sea. Mi padre quiere que me venga a vivir a la casa de la abuela. Así que solo era mera formalidad verlo —dijo el joven dejando la manzana sobre la bolsa de basura.

—Enseguida prepararé una habitación para usted —dijo Ángel tratando de mantenerse calmado.

—No hace falta. Solo dime cuál será y yo me haré cargo —dijo Hermes.

—Si señor. Es el tercero a la izquierda. Está libre y tiene la ropa de cama preparada —dijo Ángel.

—Muy bien. Dile a Ulises que cuando se desocupe me busque ahí —dijo Hermes y se fue por el pasillo—. Tercero a la... Maldición, ¿era la izquierda o la derecha? Veré en esta. Después de todo no es que viva alguien aparte de Ulises aquí.

Hermes abrió la puerta y antes de que prendiera la luz escuchó la voz de una mujer.

—¿Qué rayos? —dijo y se tapó la boca.

La chica se encontraba en la cama, semidesnuda. Hacía ruidos como si estuviera... Tocándose. Hermes se dio cuenta de que no era la habitación en la que debía entrar y que estaba violando su privacidad, por lo que tenía que salir de ahí. Aun así, su cuerpo no se movía, no podía dejar de verla atreves de las cortinas transparentes de su cama.

La mujer hacía ruidos cada vez más fuertes, lo que indicaba que estaba por llegar. Era momento de que Hermes se fuera. Cerró la puerta con mucho cuidado. Y aunque no quiso, escuchó cómo la joven despedía un último grito de placer deleitante.

—Qué chica más traviesa. ¿Ella será la misma que mi padre no quiere que esté con Ulises? —dijo y soltó una pícara sonrisa—. Creo que ya me cae bien.

—Señor Hermes —dijo Ángel, al verlo al lado de la puerta del dormitorio de Nadia, no se había dado cuenta de que sus dormitorios estarían cerca—. Lo estaba buscando. Permítame mostrarle personalmente su dormitorio.

—Ángel, siempre tan servicial. Mi hermano debería pagarte más —dijo con un tono de ironía.

...

Nadia se despertó y en la cama junto a ella estaba Ulises.

—Ulises —lo llamó, pero antes se miró y por suerte estaba vestida. No recordaba mucho lo que había pasado la noche anterior.

—Buenos días —dijo él con una gran sonrisa en su rostro.

—Nosotros anoche... —dijo Nadia preocupada.

—¿Dormimos juntos? Si —dijo él y al ver la cara de terror de Nadia aclaró—. Solo dormimos, no es que hiciéramos algo más.

—Lo siento. Creo que el vino me hizo mal —dijo ella nerviosa.

—Sí, nos cayó mal a los dos —dijo él recordando lo fría del agua de su ducha.

—Ahora voy a ducharme —dijo ella y se puso de pie y lo miró.

—¿Y eso que quiere decir? —preguntó Ulises cargado de ilusión.

—Quiere decir que debes salir del cuarto —dijo ella con una sonrisa pícara y él puso cara de tristeza—. No me hagas estas caras. Solo sal que se me hará tarde para ir a la facultad.

—Me iré solo si me das un beso —le dijo él y le puso la cara cerca para que lo besara.

Después de un dulce beso de su amada salió y fue a su dormitorio a cambiarse. Mientras que Nadia se dio una ducha. Al salir se dio cuenta de que no podía llevar la ropa que había llevado el día anterior. Abrió el armario para ver si había quedado algo de su ropa y se sorprendió al encontrarlo lleno de ropa nueva. Ulises le había comprado todo eso. Quería enojarse con él, pero no podía, no solo porque la ropa era hermosa, sino porque si no fuera por lo controlador y obsesivo de Ulises, no tendría que ponerse para ir a la facultad.

—¿Ulises? —preguntó Nadia al entrar a la cocina y ver a Hermes.

Este se estaba tratando de ponerse la corbata.

—Mi hermano no bajó todavía —dijo Hermes sin siquiera mirarla—. Tú debes ser Nadia.

—¿Tú eres? —preguntó ella confundida, ya que creía conocer a todo el personal de la mansión.

—Soy Hermes, el hermano menor de Ulises —dijo él y se dio vuelta para verla. La muchacha no lucia como su padre le había dicho. No solo era hermosa, sino que también muy elegante.

—Lo siento. No sabía que Ulises tenía un hermano llamado Hermes. Buenos días —dijo ella sorprendida, pero con una sonrisa. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora