Aun lo extrañas

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Capítulo veinticinco

Ulises había mandado a construir un salón de juegos en su mansión para que pudieran hablar a gusto con Ángel sin temor a que le pasara lo mismo que la vez anterior. En menos de un mes ya estaba listo. Por lo que esa noche decidió jugar un poco para tratar de distraerse. Aunque eso resultaba difícil sabiendo que Ángel había visto a Nadia cuando había ido a realizar unos trámites.

—Entonces la viste —dijo Ulises sintiendo cómo su cuerpo se estremecía. Pensar en ella lo hacía perder la razón—. ¿Cómo está?

—Parecía bien, dentro de lo poco que pude observar —dijo Ángel tratando de no ser demasiado específico. No quería que Ulises se entrara a desesperar—. Al parecer trabaja medio tiempo para una empresa de catering.

—Organiza una fiesta para este fin de semana y asegúrate de que ella este presente ese día —dijo Ulises mientras dejaba el palo de pool sobre la mesa.

—Hoy viene la señora De la Renta. ¿No quiere verla? —preguntó Ángel.

—Dile que estoy ocupado y no podré recibirla —dijo Ulises mientras salía de la sala de juegos.

—Señor —Ángel miró a Ulises —Perdón... Ulises. Creo que deberías ver a tu abuela. Ya van cuatro semanas en las que me haces ponerle distintas excusas.

—No me interesa —dijo Ulises mientras tomaba su teléfono para revisar sus correos.

—Ella me dijo que quiere verte —le recalcó Ángel.

—Ángel, sabes que te quiero, pero este no es un tema conversable —le remarcó Ulises frente a su insistencia. Organiza la fiesta y asegúrate de que Nadia vaya.

—Como digas —dijo Ángel y se marchó.

...

El sábado por la noche Nathaniel había salido temprano del trabajo. Por lo que pasó por un mercado y compró comida para preparar la cena para él y para Nadia. Pero cuando llegó a la casa se encontró con que ella se estaba alistando para salir. Aun así, intentó decirle su plan.

—Compre comida. ¿Quieres que prepare la cena esta noche? —preguntó Nathaniel.

—Lo siento —dijo ella decepcionada. Le habría gustado quedarse con él—. Es que me llamaron para trabajar. Pero mañana podemos cenar juntos si quieres.

—No te preocupes. Mañana debo viajar temprano por un trabajo y volveré en tres días —dijo Nathaniel decepcionado por saber que no vería a Nadia por tanto tiempo. Ya se había acostumbrado a su compañía.

—Te voy a extrañar —dijo Nadia y lo abrazó. Sin que ella se diera cuenta, Nathaniel se sonrojó.

—También yo —dijo y rápidamente se apartó de ella y comenzó a guardar todo lo que había comprado —Cuídate mucho hoy.

—Gracias —dijo ella y salió a tomarse el bus.

Una vez que Nadia llegó al lugar de la fiesta se impresionó por lo elegante que era todo. No estaba acostumbrada a trabajar en fiestas así con ese catering. Sin embargo, les dieron instrucciones específicas, ya que era para una empresa muy reconocida.

Nadia se encontraba poniendo los cubiertos cuando le pareció ver a alguien conocido. No se había equivocado. Era Ángel, su agraciado amigo Ángel.

—Ángel —dijo ella feliz de verlo. Lo abrazó con fuerza. Lo había extrañado mucho.

—Nadia, ¿cómo has estado? —le preguntó él. También se sentía bien por verla.

—Bien —dijo ella con un trago amargo en su garganta.

Una sonrisa forzada se transformó en recuerdo. Pensar en Ulises hacía que el dolor de su interior se desparramara como una copa llena cayendo al piso y estrellándose contra él.

—Lo extrañas, ¿verdad? —preguntó de manera inquisidora Ángel.

—Ángel... —Ella sabía que si decía que si él se lo contaría a Ulises y este tendría problemas—. De hecho, estoy tan ocupada que no tengo tiempo para extrañar.

—Creo que sé lo que se siente eso, Ahora que no estás, me tiene como a un esclavo —dijo con una sonrisa, trataba de hacer reír a Nadia.

—Me imagino —dijo ella con una pequeña sonrisa genuina.

—Lo siento Nadia, debo seguir trabajando —dijo él al notar que se acercaban personas para preguntarle cosas sobre la fiesta.

—Está bien. Yo también. Si quieres llámame un día que el malhumorado te dé libre para que salgamos —dijo ella despidiéndose.

Cuando Nadia se alejó de Ángel, otras mozas se quedaron mirándola. Querían saber de dónde conocía a Ángel. Ella les explicó que habían sido compañeros de trabajo en el pasado. Al parecer Ángel era un chico muy atractivo. Todas querían que se los presentara. Nadia se sintió feliz él. Así que le envió un mensaje con el número de todas las compañeras que se habían interesado en él por si quería salir con alguna de ellas.

La fiesta empezó, los invitados comenzaron a entrar. Por lo que Nadia estaba ocupada atendiéndolos y no se dio cuenta cuando llegó Ulises. Tampoco se había puesto a pensar que, si Ángel se encontraba ahí, Ulises aparecería tarde o temprano.

—Él está aquí —susurró para sí cuando vio que entraba por la puerta principal.

Nadia se dio cuenta de que no era capaz de respirar. Era como si su mente se hubiera olvidado de cómo se hacía. Se sentía mareada, agobiada por solo saber que iba a estar en el mismo salón que Ulises.

—Nadia ¿Qué te pasa? Estás pálida —le dijo su compañera moza.

—Creo que iré al baño. ¿Podrías cubrirme? —preguntó Nadia.

—Claro, ve tranquila —dijo Galatea.

Nadia se alejó del salón con ganas de llorar. No podía volver a verlo. Apenas empezaba a superarlo o eso era lo que ella suponía.

—Maldición, debo volver —dijo ella para sí misma.

—¿Nadia? —preguntó Ángel al verla.

—Ángel, ¿Qué haces aquí? —preguntó ella tratando de secarse las lágrimas.

—Este es el baño de hombres —le dijo él mostrándole el cartel.

—Perdón, al parecer me equivoqué. Disculpa —dijo tratando de salir.

—Nadia, espera— Él quiere verte —dijo Ángel tratando de alcanzarla.

—¿Te refieres a Ulises? —preguntó y al decir su nombre en voz alta se sonrojó —Sabes que no puedo.

—Él te extraña mucho. Se nota que los dos se extrañan —dijo Ángel.

A Nadia le gustaba saber eso. No ser la única que sentía deseos de ver al otro.

—No puedo —dijo y finalmente salió del baño.

Terrible fue la sorpresa que se llevó cuando al salir del baño se encontró a Ulises

—Nad... —dijo él sin poder terminar.

—Lo siento, señor, pase por favor —dijo ella sin mirarlo y salió corriendo. 

Autora: Osaku

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora