Bienvenida a tu nueva vida

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Capítulo cincuenta y uno

Cuando la luna de miel terminó, Nadia comenzó a trabajar en la empresa junto a su esposo Ulises. Aunque seguía usando su apellido de soltera.

—Buenos días —dijo Ulises mientras se daba vuelta para quedar frente a su pequeña y hermosa esposa.

—Buenos días —respondió Nadia abriendo los ojos después de sonreír al escuchar la voz de Ulises.

—¿Vamos a trabajar? —preguntó Ulises con picardía.

—Sí, solo dame unos minutos para que me vista —dijo ella al recordar lo que había pasado la noche anterior.

Aunque Nadia solía recostarse con algún pijama, su esposo la desnudaba para después amarla por horas. Para al final abrazarla y que ella se quedara dormida en sus brazos, desnudos.

Los dos se vistieron y salieron. La limusina los esperaba en la puerta de su edificio. Ambos subieron, se notaba que eran una pareja poderosa. En estos últimos días Nadia había cambiado un poco su forma de vestir, e incluso de maquillarse y peinarse. Ahora era la esposa de un CEO muy influyente y llamativo, por lo que ella sentía que tenía que estar a la altura, aunque no le gustara mucho vestirse así.

Al llegar a la empresa, Nadia bajó primero, ya que llovía y el chofer solo traía un paraguas. En la recepción vio a Hermes. Llevaba traje y hablaba con la recepcionista con una gran sonrisa. Era un chico muy atractivo.

—Buenos días, Nadia —dijo Hermes al verla llegar.

—¿Hermes? Que sorpresa —dijo ella alegre.

—¿Ulises no te lo dijo todavía? Entonces será sorpresa —dijo y se subió al ascensor sin esperarla.

De todas maneras, Nadia iba a subir con Ulises. Cuando este vino a su lado, ella no supo si decirle que él andaba por ahí. Ella le había recomendado a Ulises que le permitiera a Hermes saber más de la empresa y este le había dicho que lo iba a pensar. Pero como Nadia no sabía si era algo de lo que estuviera bien opinar. Prefirió guardar silencio.

Como ni ella ni Ulises habían podido desayunar, Nadia fue a buscar café. Habló con algunos de los empleados y volvió a toparse con Hermes.

—Parece que me sigues —dijo él con una sonrisa.

—¿Por qué te fuiste tan rápido? —le preguntó ella.

—No quería ser el mal tercio en el ascensor contigo y Ulises ahí. Todavía se siente lo dulce en el ambiente —dijo para molestarla.

—¿Y qué andas haciendo por aquí? —le preguntó ella mientras tomaba los cafés.

—Deja que te ayude. Vine a ver a mi hermano. Estuvimos hablando y decidí ayudar un poco más en la compañía —dijo él mientras ella agradecía al personal de la cocina de manera amable.

—Entonces vamos juntos —dijo ella con una dulce sonrisa que hizo sonrojar a Hermes.

Caminaron juntos por los pasillos. Todos los empleados los saludaban y Nadia siempre respondía de manera amable. Incluso cuando los detenían para preguntarle cosas.

—Les hubieras dicho que preguntaran en administración —dijo Hermes después de que una empleada le había hecho una duda muy tonta.

—Hay tiempo para marcar límites. Ahora quiero ver cómo son conmigo —dijo ella, en realidad estaba midiendo a las personas. Algo que sorprendió a Hermes. Nadia era mucho más inteligente de lo que parecía.

Nadia golpeó la puerta de Ulises y entró. No esperó a que este le permitiera pasar. Ella no lo necesitaba.

—Qué bueno es verte, amor mío —le dijo Ulises a Nadia y ella se acercó para darle un beso en los labios—. Hermes, tú también llegaste.

Al parecer Ulises ni le había prestado atención a su hermano. Esto hizo reír de incomodidad a Hermes. Este dejó los cafés sobre el escritorio de Ulises mientras este buscaba unos documentos en sus cajones.

—Escucha Hermes. Nadia te ayudará a instalarte a tu nueva oficina —dijo Ulises y le dio unos documentos.

—Amor, quiero que le expliques un poco lo de la nueva cuenta que vamos a manejar —dijo Ulises en un tono distinto. Siempre que hablaba con Nadia lo hacía de una manera mucho más amable.

—Está bien. Te dejo trabajar cariño —dijo Nadia con una sonrisa que tanto a Ulises como a Hermes les resultó encantadora.

Después de decir eso, Nadia trató de salir de la oficina, pero Ulises la tomó de la mano y la atrajo hacia él.

—¿Qué ocurre? —preguntó Nadia desconcertada mientras lo miraba.

—No te despediste de mí —dijo Ulises como si fuera un niño avergonzado.

No le importaba haberlo dicho delante de su hermano mientras recibiera su premio por ser un chico bueno. Nadia, avergonzada pro las palabras de Ulises, lo besó en los labios y luego salió junto a Hermes. Quien se reía de lo ocurrido.

—¿A mí me tocarán de esos? —preguntó Hermes para molestarla. Nadia era muy vergonzosa a veces.

—Que no te escuche Ulises haciendo esa clase de chistes o te colgara de tus canicas–dijo ella tratando de ponerse seria. Lo que había hecho Ulises la tenía con el corazón bombeando frenéticamente.

—Lo sé, lo sé. Es solo que no pude evitarlo. Parecen dos niños —dijo él, feliz de tener a Nadia cerca. Ella era una chica maravillosa y aunque fuera su cuñada provocaba en él solo buenos sentimientos.

En ese momento Hermes recordó lo difícil que era lidiar con su familia y temió por la felicidad de Nadia. Ellos eran despiadados y lo que sea que estuvieran planeando ella no se lo merecía.

—Nadia —dijo Hermes aun con un poco de duda. No quería preocuparla más de la cuenta. Ella se dio vuelta y lo miró con su cara de niña tierna—. ¿Te parece que almorcemos juntos? Me gustaría comentarte algunas cosas.

—Está bien. Solo pásame a buscar cuando quieres comer. Ahora vamos primero a tu lugar de trabajo. 

Autora: Osaku

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora