Capítulo treinta y nueve
—Ulises... —dijo Nadia con dificultad. Su cuerpo se sentía extraño—. Mi cuerpo...
—¿Qué ocurre amor? —preguntó Ulises mientras besaba su mano y acariciaba su rostro.
—Tengo mucho calor —dijo ella con una voz sensual.
—Yo también —dijo él al escucharla y ver sus largas piernas al descubierto.
—Pero no bebí vino, solo tomé jugo —dijo ella consternada, aunque con mucho calor
—Lo sé. ¿Por qué mejor no vamos a mi cuarto? —dijo Ulises tragando saliva. Nadia hacía que Ulises se sintiera muy caliente de solo verla ponerse así.
Ulises continuó besando a Nadia y acariciando su cuerpo.
—¿Te gusta cuando te beso así? —le preguntó Ulises a Nadia con picardía.
—Puede venir alguien... —dijo ella avergonzada.
—Aun así, me vuelves loco —dijo él tomándola de la cintura y presionando su cuerpo contra él.
—Ulises, necesito agua —dijo Nadia, ya que se le secaba la boca, empezaba a transpirar como si tuviera fiebre.
—Subamos... —dijo Ulises y la cargó por los pasillos.
—Hola, hermano —dijo Hermes al ver a Ulises
—Ulises —dijo Nadia en su oído. Estaba avergonzada porque él la llevaba en sus brazos cuando se encontraron con el joven Hermes.
—Ahora no puedo Hermes —dijo Ulises sin detenerse mientras llevaba a Nadia a su cuarto rápidamente para que Hermes no viera su rostro en ese estado.
Ulises la había estado preparando todos los fines de semana anteriores. Esperaba pronto poder hacerlo con ella.
—Ulises tócame —dijo Nadia entre súplicas.
—Si pequeña —dijo Ulises feliz de complacer a Nadia.
Hermes estaba parado frente a la puerta de Ulises cuando escuchó los gritos de placer de Nadia. —Otra vez esos dos están...–dijo Hermes sorprendido.
Hermes primero había sentido curiosidad al notar como Nadia se ponía de noche después de cenar con su hermano. Aunque de a poco se había empezado a interesar más de la cuenta y ya se imaginaba lo que ocurría.
—Señor Hermes, ¿Necesita algo? —le preguntó Ángel al notar que estaba muy cerca de la puerta del dormitorio de Ulises.
—Mi padre quiere que mi hermano firme unos documentos y no he tenido la oportunidad de ubicar a mi hermano estos días y el plazo límite es mañana —dijo algo nervioso porque Ángel lo encontrara ahí.
—Si me da los documentos a mi yo puedo encargarme de que el señor Ulises los lea y los firme —dijo y ambos escucharon los ruidos que Nadia hacía —Ahora se encuentra muy ocupado.
—Está bien. Ven a mi cuarto —dijo Hermes y ambos se fueron de ahí.
—Nadia, quiero que nos casemos —dijo Ulises con la respiración acelerada.
—Ulises no pares por favor —suplicó Nadia para que él volviera a acariciarla.
—Haré que te vengas de la mejor manera. Si me prometes que fijaremos una fecha para casarnos —dijo él con picardía.
—Haré lo que sea que quieres, solo sigue moviendo tu mano, por favor —dijo Nadia descontrolada.
Después de un par de horas de dulces e intensas caricias, Nadia se quedó dormida. Ulises se levantó y se puso una bata. Ángel le había enviado un mensaje pidiéndole que le avisara, ya que tenía que hablar con él. Por lo que le respondió y enseguida Ángel estaba frente a su dormitorio. —Ulises, se puede —preguntó Ángel.
—Pasa —dijo y abrió la puerta.
Ulises estaba pensando en sus cosas y no notó que al entrar Ángel pudo ver a Nadia desnuda en la cama. La sabana solo la cubría de la cintura para abajo y aunque estaba boca abajo, su silueta era muy provocadora.
—Tú... Tu abuela quiere saber la fecha de la boda y tu padre quiere que firmes una extensión para poder habitar otra de las propiedades de la familia. Por lo que averigüé se peleó con su nueva novia.
—Rechaza la extensión de mi padre y contacta a la mujer para saber cuáles son las condiciones de su separación. No voy a seguir regalando propiedades de la familia a las amantes de mi padre —dijo Ulises inquieto—. Organiza lo que hablamos, mañana le propondré matrimonio.
—Bien —dijo Ángel tratando de concentrarse en el trabajo.
—Ahora llama a las chicas. Que vayan al lugar de siempre. Necesito desahogarme de alguna manera. Nadia me dejó con la cabeza a punto de explotar —dijo Ulises mientras salían del dormitorio.
—¿Que pasara si ella se levanta y no te ve? —preguntó Ángel.
—No creo que pueda después de cómo jugué con ella —dijo recordando lo que habían hecho. Nadia lo ponía a mil.
—¿Estás diciendo que ella aún es...? —preguntó sorprendido. Por los sonidos que Nadia hacía parecía que ellos ya tenían relaciones.
—Aún se niega a hacerlo conmigo, pero supongo que la próxima vez tendré más suerte y por fin será mi —dijo Ulises.
Lo que ninguno de los dos sabía era que Hermes estaba escuchándolos.
—Así que de eso se trataba. Mi querido hermano se ha obsesionado con la chica, pero no la puede controlar. Esto será muy divertido de ver —dijo al entrar en su cuarto luego de haber escuchado todo.
Autora: Osaku
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Una niñera para el CEO
RomanceNuestra protagonista se ve envuelta en problemas tras ayudar a una anciana. Consigue trabajo cuidando a su nieto, quien resulta ser más grande de lo que esperaba. El amor prohibido la lleva a experimentar situaciones dolorosas, terminando en una en...