Capítulo sesenta y uno
Durante el almuerzo Dionisio se la pasó contando anécdotas. Nadia y Hermes solo fueron su público, ya que casi no los dejó hablar. Aun así, a Nadia le gustó la experiencia, pese a que lo hacía para molestar a su esposo.
—Debo irme, tenemos una reunión en una hora —dijo Hermes para que Nadia lo acompañara.
—Está bien, no me necesitas. Confió en ti —le dijo Nadia con una palmadita en la espalda—. Volveré más tarde.
—¿Estás segura? —preguntó Hermes haciendo un gesto que Nadia prefirió ignorar.
—Dionisio puede acompañarme a casa ¿Verdad? —preguntó ella haciendo que Dionisio no pudiera contener la risa.
—Por supuesto. Ma petite coquine —le dijo a Nadia, era una chica muy traviesa y eso le causaba gracia—. Ve tranquilo Hermes, yo me aseguraré de que nuestra cuñada llegue a salvo a casa.
—Nadia, si te dejo sabes lo que va a pasar —le advirtió Hermes —Ulises se iba a enojar con él y con ella.
—Yo cargaré con la responsabilidad de lo que pueda pasar. Ve a encargarte del trabajo sin preocupaciones —le dijo Nadia a Hermes.
—No seas miedoso Hermes. Nadia y yo estaremos bien sin tu supervisión —dijo Dionisio entre risas. La pasaba muy bien al ver cómo esta chica controlaba a su hermano mayor. En parte se preguntaba si sería igual con Ulises.
Hermes se fue, pero antes le escribió a Ángel para avisarle que Nadia se había encontrado con Dionisio y había decidido pasar un rato en su compañía pese a lo que él le había dicho.
—Me sorprendes Nadia —dijo Dionisio mientras bebía un café—. Pensé que huirías de mí después de escuchar la versión de mí que tiene Ulises.
—¿Debo hacerlo? —preguntó ella con una sonrisa—. ¿Por qué crees eso?
—Es que desde el incidente con Ulises... Desde que lo lastimé, nadie de mi familia me pudo ver con los mismos ojos. Incluso Hermes no quería que te quedaras conmigo a solas —dijo él algo incómodo. No podía hablar de eso con ella. No de esa manera.
—Supongo que fue difícil para ti procesar tanto dolor al mismo tiempo —dijo ella sorprendiendo a Dionisio.
—Amaba a esa mujer más que a mi vida. Todo lo que había proyectado con ella se fue en un instante —dijo recordando el dolor que sintió. No lo había hecho en mucho tiempo.
—Escucha, no sé bien como se dieron las cosas. Pero si en verdad quieres reconciliarte con Ulises debes armarte de paciencia y cuando menos lo esperes volverán a ser los de antes —dijo ella animándolo.
—Gracias por tus palabras, Mademoiselle —dijo Dionisio y le tomó las manos—. Voy a ser honesto contigo. Cuando me enteré de que Ulises se había casado. Muy en el fondo deseaba no haberlo hecho. Ya que no podía dejar de preguntarme si acaso lo había hecho con ella. Tania miedo de que todo esto se volviera aún más doloroso para mí. Que trajera los fantasmas del pasado.
—Hermes me dijo que la chica fue a ver a Ulises al hospital. Sin embargo, tu hermano no quiso saber nada con ella. No hablaron ni se vieron. Incluso Ulises se cambió de universidad para no tener más contacto con ella.
—¿Lo dices en serio? —preguntó él confundido.
—¿No los sabías? —preguntó ella con una sonrisa piadosa.
—Es que no supe nada más de él en todos estos años. Mi padre nunca me dijo eso —dijo Dionisio sorprendido.
—No pudo decir nada agradable de tu padre. No somos cercanos —dijo Nadia tratando de ocultar el rechazo que sentía por ese hombre.
—Tranquila, sé que mi padre es un hombre difícil —dijo tratando de hacerla sentir mejor. Algo que lo hizo sorprenderse de sí mismo.
En ese momento un hombre de rizos dorados entró al local.
—¿Ángel? —preguntó Nadia sorprendida por verlo ahí.
—Ahí viene el perro de mi hermano mayor —dijo Dionisio molesto.
—Dionisio, por favor. No le digas así a Ángel —dijo ella de una manera que él no podía concebir. Pensó que Nadia era complaciente y que solo estaba jugando. Que quería ponerse de su lado para conseguir algo. Aun así, lo trató de manera severa por hablar mal del empleado de su hermano.
—Lo siento mucho, cuñada —dijo Dionisio sin saber cómo había conseguido ella que él se disculpara.
Ángel quedó más sorprendido al ver cómo Nadia y Dionisio se trataban.
—Lamento interrumpirlos. Es hora de volver a casa Nadia —dijo Ángel de manera amable.
—Está bien —dijo ella y se levantó de la silla. Automáticamente, Dionisio hizo lo mismo—. ¿Te gustaría venir a casa con nosotros Dionisio?
—¿Hablas en serio Nad? —preguntó él con una gran sonrisa. Esta mujer le sacaría canas verdeas a su hermano. No se iba a perder eso.
—Claro. Me dejaste enganchada con tus historias sobre París y Londres —dijo ella entusiasmada. —Entonces estoy encantado —dijo él tomando su abrigo.
—Nadia, disculpa. No creo que sea buena idea todavía. Ulises...–dijo Ángel, pero fue interrumpido por ella.
—Ulises y yo tendremos una larga charla cuando llegue a casa. Pero tú no debes preocuparte pro nada —dijo Nadia a Ángel con una dulce sonrisa que ocultaba su enojo con su esposo.
Ya en el departamento Nadia y Dionisio se pusieron a preparar la cena.
—Es increíble, me encanta ver como cocinas —dijo ella emocionada por las técnicas de picado de Dionisio.
—Nad, no pienso que sea para tanto —dijo él algo avergonzado.
—¿A qué te dedicas? —preguntó ella.
—Trabajé mucho tiempo en restoranes como ayudante de cocina —dijo él mientras ponía los vegetales en la bandeja.
—Eso es genial, tienes que contarme más —dijo ella mientras servía vino en una copa.
—No es para tanto. Es un lugar pequeño —dijo Dionisio con una gran sonrisa cuando de repente por la puerta entró Ulises.
Autora: Osaku
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Una niñera para el CEO
RomanceNuestra protagonista se ve envuelta en problemas tras ayudar a una anciana. Consigue trabajo cuidando a su nieto, quien resulta ser más grande de lo que esperaba. El amor prohibido la lleva a experimentar situaciones dolorosas, terminando en una en...