Capítulo veintiséis
—Nadia, la encargada, te está buscando —dijo su compañera Galatea que la había estado buscando por todos lados.
—Ahora voy —dijo ella limpiándose la cara, tratando de que no se le notara que había llorado.
Nadia se había encerrado en la cocina a hacer trabajo de lavaplatos. Había cambiado con una de sus compañeras. Era menos dinero, pero no tenía que ver con los invitados. Por lo que la mantendría lejos de Ulises. Al menos hasta que la fiesta terminara. Y si lloraba nadie la vería.
Nadia dejó lo que hacía y fue a la oficina donde se encontraba la administradora del catering. Tratando de no encontrarse con nadie en el camino.
—¿Me mandó a llamar? —preguntó Nadia mientras golpeaba la puerta abierta.
—Si Nadia, por favor ven y lleva este vino a la suite del hotel en el último piso —dijo su jefa.
—Disculpe. De eso se encargan las mozas y los... —trató de explicar Nadia, pero la mujer la interrumpió.
—No me hagas las cosas más difíciles de lo que las tengo, esto es un caos. Llévalo por favor —dijo sin mirarla. Ya que se notaba que estaba ocupada.
Nadia ya había pedido un cambio de lugar a último momento, por lo que no quería discutir con ella. Por lo que fue a cambiarse para poder llevar el vino. Puesto que la ropa que llevaba no era propia de las mozas. En todo momento fue cuidadosa y trató de no encontrarse con Ulises o Ángel, ya que se notaba que se habían complotado.
Al llegar al ascensor presionó el botón. La fiesta era en el primer piso y debía llevar el vino al último piso. Cuando la puerta del ascensor se abrió, ella se apresuró para tratar de entrar, pero se topó con alguien. Cuando levantó la vista se dio cuenta de que quien estaba dentro del ascensor era Ulises.
—Qué bueno qué logro encontrarte —dijo él con una mirada seductora.
—Ulises —dijo ella sorprendida, ya que pensó que estaría en la fiesta.
—Sabes, sigue gustándome que me digas así —dijo él mientras sujetaba la puerta del ascensor para que ella pudiera entrar. Ella lo hizo, por el hecho de que no tenía otra opción.
—Creí que no volvería a verte —dijo Ulises tratando de animarla a hablar con él. Ya que también estaba muy nervioso en ese momento.
—Lo siento. No tengo tiempo para esto, porque estoy trabajando —dijo ella y presionó el botón del ascensor para que se cerrara la puerta. Y cuando estaba por presionar el botón del último piso, Ulises le tomó la mano de improvisto. Haciendo que ella estuviera más nerviosa que antes.
—¿Por qué no me miras a los ojos? ¿A caso ya ni eso podemos hacer? —preguntó él tratando de provocarla. No le gustaba sentirla tan lejana.
Ella sentía que iba a desvanecerse a causa de los nervios. Había soñado con ese momento muchas veces. Aunque en este momento no sabía qué hacer o decir. El que la piel de Ulises rozara la suya era demasiado en este momento.
—Ulises, yo ...–dijo, pero se detuvo.
—Nadia, te extraño con locura —dijo Ulises sin filtro.
Ella no pudo evitar sonreír al escucharlo decir eso. Él era un hombre que no les tenía miedo a sus sentimientos, ni a decir lo que le estaba pasando. Nunca lo había tenido con ella.
—Vuelve, por favor —dijo esta vez a modo de súplica.
—Es que tu abuela... —intentó decir ella tratando de explicarle por qué era imposible que volvieran a estar juntos, pero él la interrumpió.
—No me importa, nada de eso importa para mí. Yo solo quiero estar contigo —dijo Ulises acercándose a ella y tomándola del mentón —No me casaré con otra mujer. Solo te quiero a ti.
—Es que no podemos, debes entenderlo —dijo Nadia apretando las manos. Estaba enojada por no poder corresponder a sus sentimientos y tener que aguantarse.
Pero lo que Ulises no sabía era que la señora De la Renta se había enojado tanto con la relación que estos dos tenían a escondidas que había ido a hablar en persona con Nadia después de que esta abandonara la casa. Y le había dicho que si ellos seguían en contacto desearía a Ulises. Ella era capaz de sacar de la empresa a su nieto si él no seguía su voluntad y se casaba con la mujer que había elegido para él. Aun así, parecía que no le había dicho esto a Ulises, sino que solo se lo había contado a ella. Ya que él se mostraba muy confiado.
—Yo tengo que estudiar —dijo ella como excusa. Ulises parecía ser capaz de ir contra su abuela si le decía la verdad.
—Si es por mi abuela. Sé cómo convencerla —dijo él respondiendo a su primer rechazo.
—No es por ella. Es por mí —dijo ella con una angustia que la desbordaba. No quería mentirle, pero necesitaba hacerle creer que no era por su abuela que se estaba alejando de él.
—¿A qué te refieres? —preguntó intranquilo.
—No quiero ser la esposa de alguien. Yo quiero ser importante para mí misma —dijo e hizo una pausa, ya que le costaba mucho decir eso—. Tengo que terminar de estudiar para entrar en una empresa que me valore por mis conocimientos y no por ser la esposa del señor Ulises De la Renta. Así que, como ves, no tengo tiempo para el amor en este momento.
En parte lo que decía era verdad. Si bien no pospondría su carrera por nadie, la realidad era que ella si quería estar a su lado. De todas maneras, pareciera que sus palabras hicieron que Ulises se preguntara si él era un obstáculo en la carrera de Nadia.
—Dices que pongo en riesgo tu carrera ¿Pero ella es más valiosa que lo que sientes por mi? —le preguntó él indignado.
Había ido hasta ahí para decirle que la quería, que la extrañaba y, aun así, ella le hablaba de su futuro. Uno en el que no lo incluía. Si bien en un primer momento él hubiera preferido que ella se quedara a su lado y no trabajara. Si ella quería hacerlo no se iba a oponer. Ya que lo único que le importaba era poder estar a su lado y compartir la vida con ella.
—No quise decir eso —dijo Nadia dándose cuenta de que Ulises se había puesto muy triste.
Autora: Osaku
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Una niñera para el CEO
RomanceNuestra protagonista se ve envuelta en problemas tras ayudar a una anciana. Consigue trabajo cuidando a su nieto, quien resulta ser más grande de lo que esperaba. El amor prohibido la lleva a experimentar situaciones dolorosas, terminando en una en...