Lo hago por ti

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Capítulo treinta y cuatro

Al otro día, a primera hora de la mañana, Ángel estaba en el departamento de Nadia esperándola para llevarla a la mansión.

—¿Crees que me veo bien con esto? —preguntó Nadia a su hermano al mostrarle la camisola que llevaba con una pollera larga hasta las rodillas y Zapatos de taco altos.

—Ayer te quejaste de los tacos —dijo Nathaniel.

—Sí. Pero Ulises dijo que se me ven sexi y quiero verme así —dijo ella mientras se ponía aretes.

—Te ves sexi hasta en pijama —dijo por lo bajo Nathaniel.

—¿Qué dijiste? —preguntó Nadia al distraerse y no poder escucharlo.

—Estás hermosa así —le dijo y la besó en la frente.

Ángel y Nadia fueron hablando todo el camino a la mansión.

—No habrás dormido nada. ¿Ulises está explotándote de nuevo? —preguntó Nadia a su amigo.

—No, yo le pedí venir a buscarte. Iba a mandar a un chofer. Pero quería verte a solas —dijo Ángel con una sonrisa extraña.

—¿Pasa algo malo? —preguntó Nadia.

—No, solo quería poder hablar contigo como en los viejos tiempos —dijo él arrepintiéndose de decirle la verdad.

—Pues ahora podemos vernos tan seguido como quieras —dijo Nadia con una sonrisa que obligaba a sus ojos a cerrarse. Ella si era completamente sincera con él.

Mientras tanto, en la mansión, Ulises esperaba en la puerta de entrada a Nadia. Su abuela se acercó y él la saludo.

—Por fin me hablas —dijo la mujer de mala gana.

—Lo siento mucho, mamá —dijo él y le besó la frente.

—No vueltas a hacerme eso —dijo la anciana.

—No te metas más con Nadia y te prometo que no lo haré —dijo Ulises mientras veía llegar a la mansión a Nadia en su automóvil.

Ella se sorprendió al ver a la abuela De la Renta. Aun así, la saludó con ánimo.

—Buenos días. Gracias por dejarme venir —dijo Nadia mientras los saludaba.

—Buenas querida. Pasa por favor. Vamos a sentarnos a tomar el té —dijo la mujer y su nieto la miró de mala gana.

—¿No tienes cosas que hacer? —preguntó este y su abuela lo fulminó con la mirada.

—Antes de irme tengo que hablar con ambos —dijo mientras Ángel le movía el asiento para que esta se pueda sentar.

Nadia y Ulises se sentaron uno junto al otro. Este comenzó a servir el té mientras su abuela se acomodaba.

—Ahora que están cómodos vamos a conversar sobre lo importante —dijo la mujer mientras se llevaba la taza de té a la boca.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ulises.

—Quiero saber cuándo se van a casar para iniciar con los preparativos —dijo la mujer, lo sorprendió a los dos jóvenes.

—Creo que es pronto para hablar de eso —dijo Ulises tratando de conservar la calma.

—Sí, supongo que primero debemos forjar las bases de nuestra relación —dijo Nadia muy avergonzada.

—Hablan como viejos. Así nunca llegaré a conocer a mis bisnietos —dijo la mujer de manera insistente.

Nadia empezó a incomodarse, en cambio, Ulises comenzó a reírse. Él sabía cómo era su abuela.

—Prometo que recordaré ponerlo en mi agenda —dijo Ulises con ironía—. Pero no nos presiones ¿Sí?

—Está bien. Por lo menos deberían comprometerse —dijo la abuela De la Renta mientras bebía cómodamente su té—. Sabes que tu padre ya tiene una candidata para que te cases.

La anciana después de largar esa bomba se fue y los dejó pensando. Ulises no quería espantar a Nadia con las cosas de su familia, pero era real que debía dejarle claro a todos que ellos estaban juntos para que no insistieran en querer planificarle la vida.

—¿Qué crees de lo que dijo la abuela esta mañana? —le preguntó Ulises a Nadia durante el almuerzo.

—¿Te refieres a que nos comprometamos? —preguntó ella mientras contaba el enorme filete que le habían servido.

—Si eso —dijo él tomando una copa de vino.

—No lo sé. Tú pareces ser el más afectado —dijo ella preocupada por él.

—Siento que por culpa de mi familia no tenemos tiempo para disfrutar de nuestra relación. Y no quiero que te sientas presionada, ya que apenas te he recuperado —dijo Ulises y le acarició el rostro a Nadia.

—También lo pienso. A mí solo me importa poder estar a tu lado —le dijo ella y se besaron con ternura —Te amo.

—También te amo —dijo él, feliz de poder estar nuevamente a su lado —. ¿Qué te parece si salimos a pasear?

—Pero podrían vernos —dijo ella preocupada.

—Que nos vean. Mañana saldrá un comunicado a la prensa anunciando nuestra relación, para que los reporteros no nos vuelvan locos —dijo Ulises buscando aprobación en Nadia.

—Sabes que te apoyo, solo no quiero que todo esto afecte de más mi vida mientras estoy en la universidad —le aclaró Nadia sabiendo que no podía hacer mucho, ya que estaba saliendo con un CEO. Era obvio que sus vidas se modificarían.

Esa tarde, en un bar de la ciudad, Ángel y Nathaniel se encontraron a pedido de este último.

—Quiero saber la verdad. Nadia confía en ti, por eso te cité —dijo Nathaniel mientras pedía que se acercara la moza.

—En lo que pueda ayudar estoy a su disposición —dijo Ángel.

—¿Usted me contrataron como modelo para una de las empresas del CEO? —preguntó Nathaniel.

—Sí, así fue —dijo Ángel sin intenciones de ocultárselo. Si no era sincero, seguramente Nathaniel podría enojarse al encontrar esa información en otro lugar.

—¿Y por qué lo hicieron? —preguntó Nathaniel molesto.

—El señor Ulises quería ayudar a Nadia y, ya que ella no aceptaba el dinero que ganó en los dos meses que vivió en la mansión trabajando para la señora. Decidió que lo mejor era ayudar a su familia —dijo Ángel y saludó a la chica que venía a tomarles el pedido.

—O sea... pero él me odia —dijo Nathaniel confundido después de que los dos pidieran un café y la moza se fuera.

—El señor Ulises ama a la señorita Nadia y ella lo quiere a usted —dijo Ángel tratando de ayudar a Nathaniel a entender las intenciones de Ulises. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora