Otras razones

1.4K 83 2
                                    

Capítulo treinta y siete

Nadia se había encontrado en la cocina con uno de los hermanos de Ulises. Se sentía muy avergonzada, ya que no había escuchado nada de él. Ulises no hablaba nunca de sus hermanos

—Por parte de nuestro padre. Somos muchos hermanos —dijo él mientras continuaba mirándola—. Tú eres la única mujer en esta casa ¿No es así?

—Creo que sí. ¿Por qué? —preguntó ella extrañada por la duda de Hermes.

—Por nada —dijo y siguió mirándola mientras ella se servía café —Anoche me pareció verte... Pero no estaba seguro.

—¿Llegaste anoche? —preguntó ella confundida, no recordaba casi nada después del vino.

—Sí. Tú eres...–dijo y Ulises lo interrumpió.

—Mi novia —dijo mirando fijamente a su hermano para luego besar a Nadia en los labios.

—Hermano, es un placer verte tan temprano —dijo Hermes con una gran sonrisa.

—¿Se puede saber qué haces en mi casa? —preguntó Ulises de mala gana.

—Nuestro padre piensa que andas un poco desconcentrado y me envió a ayudarte —dijo Hermes mientras se paraba al lado de él y Nadia y se servía café.

—Entonces puedes volver a los brazos de nuestro padre. Tengo todo bajo control —dijo y tomó a Nadia de la cintura y la apartó de su hermano.

—No te apresures. Sé perfectamente como haces tu trabajo. Si acepté el pedido de nuestro padre fue porque decidí tomarme un descanso. Sabes lo intenso que se puede poner nuestro padre a veces —dijo y volvió a moverse para buscar azúcar al lado de Nadia—. Así que tú eres la nueva novia de mi hermano mayor.

—Sí. Por lo que mantente lejos de ella —dijo Ulises mirando a su hermano Hermes con recelo.

—Ulises, no digas tonterías. Es tu hermano —dijo Nadia, avergonzada por el comportamiento de Ulises con Hermes.

—Si hablo es porque sé lo que digo —dijo él poniéndose entre su hermano y Nadia.

—No te preocupes Hermanito. No los molestaré —dijo Hermes satisfecho por haber sacado de las casillas a Ulises.

—¿Qué hora es? Se me hace tarde para ir a la facultad —dijo Nadia preocupada al ver su reloj.

—Te parece si le pido a Ángel que te lleve? —preguntó Ulises con cortesía a Nadia.

—Sería de mucha ayuda. Gracias, voy a buscar mis cosas —dijo y salió de la cocina a toda prisa.

—Es muy tierna. Cuídala —dijo Hermes a Ulises, quien lo miró con mala cara.

El fin de semana siguiente Nadia fue el sábado por la mañana a ver a Ulises como se lo había prometido.

—Buenos días, Ulises —dijo ella y corrió a sus brazos luego de bajar de la limusina. Lo había extrañado pese a haber estado en contacto con él a través de su teléfono.

—Te extrañé demasiado preciosa —dijo Ulises mientras se separaba de sus brazos y entraban a la mansión.

—El día es hermoso, quería saber si te gustaría salir conmigo —dijo Nadia, feliz de por fin volver a estar junto a él.

—Por supuesto que quiere. ¿A dónde te parece que vayamos? —preguntó Ulises y acarició el rostro de Nadia con dulzura.

—Tú tienes un hermoso jardín con flores y varios árboles. ¿Qué tal si hacemos un pícnic? —preguntó ella entusiasmada.

—Lo que sea que te incluya me gusta. Y creo que esa es una gran idea —dijo Ulises y le dio un tierno beso.

—Genial —dijo ella mientras que alguien se acercaba a ellos.

—¿Van a salir? —preguntó Hermes.

—¿Qué quieres Hermes? —preguntó Ulises de mal humor.

—Nada. Solo venía a avisarte que los reporteros no dejan de llamar. Parecen estar bastante expectantes. Por otro lado, también te llamó una chica llamada Cicca —dijo Hermes mirando cómo la cara de Nadia se transformaba.

—¿Por qué Cicca te sigue llamando? —preguntó Nadia molesta.

—No lo sé. Ya publicamos nuestra relación. Debería haber desistido —dijo Ulises, pero Nadia salió de la mansión molesta.

—Ok. Veo que ese nombre es conflictivo. Para la próxima prometo no dar nombres de quien llame si Nadia está cerca —dijo Hermes.

—Está bien. Aunque prefiero que tú le digas señorita González —dijo Ulises mirando con recelo a Hermes.

—¿Pero por qué? Hasta Ángel le dice Nadia —dijo sin entender a Ulises.

—Ángel es como mi hermano y confió en él —dijo Ulises mientras caminaba hacia la puerta.

—Con más razón. Yo soy tu hermano. ¿Por qué no confías en mí? —le preguntó mientras lo seguía.

—Tú vienes a mi casa como el espía de nuestro padre, Ángel jamás caería tan bajo —dijo Ulises y lo miró para que este no lo siguiera.

—Como si quisiera. Relájate Ulises, yo no soy nuestro padre —dijo y se fue en otra dirección.

Ulises salió al patio de la mansión en busca de Nadia. La encontró debajo de unos árboles.

—¿Podrías tratar de no salir huyendo de mí? —preguntó Ulises y la tomó del brazo para poder acercarse a ella.

—Tonto —dijo ella.

—¿Qué? —preguntó Ulises confundido, ya que ella no parecía enojada.

—Solo lo hice para que tu hermano piense que estamos mal. Así tu padre podrá ser feliz —dijo ella con una sonrisa traviesa.

—Eres muy traviesa. En realidad, me engañaste —dijo Ulises, feliz de tener una novia tan inteligente y aplicada—. Creo que debo castigarte, ¿o prefieres que te recompense?

—Lo que sea que impliquen besos —dijo ella y fue así que pasaron un fin de semana en paz.

La llevó a comer afuera para que todos les sacaran fotos. Así los paparazzis podrían tomarse un respiro. Fueron al cine e incluso a la ópera. Aun así, por la noche las cosas se ponían mucho más calientes que durante el día. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora