Su infancia

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Capítulo Diecisiete

Ulises no podía dejar de ver cómo Nathaniel se aprovechaba de la inocencia de Nadia. ¿Cómo era posible que una mujer que con él peleara tanto se portara así con ese tonto?, pensó Ulises.

—Es hermoso —dijo Nadia asombrada al ver como su hermano hacia un pequeño truco de magia.

Desde chicos, siempre que ella estaba triste, él buscaba la manera de animarla con esas cosas. Había aprendido muchos para siempre tratar de sorprenderla.

—Me gustan mucho tus trucos de magia —dijo ella con una gran sonrisa.

Ulises sentía que al final había ido para estar de decoración, ya que el miedo de Nadia había desaparecido, apenas se había encontrado con su hermano. Si bien le gustaba verla feliz, le molestaba no ser él el responsable de esas adorables expresiones.

—Lo sé, la próxima te prometo algo más especial —le dijo Nathaniel y le acarició el rostro.

—Nadia, se nos hace tarde —dijo Ulises serio. No podía seguir soportándolo.

—Tienes razón —dijo mirando a Ulises sin percatarse porque él estaba molesto —Lo siento hermano, pero estamos lejos de aquí. Voy a extrañarte mucho.

—No te preocupes, después de terminar con este trabajo iré a visitarte pronto —le dijo mientras la abrazaba y miraba el rostro de Ulises que parecía un poema.

—Está bien. Es una promesa —dijo ella con una gran sonrisa sobre su rostro tras besarlo en la mejilla.

Ulises se dio cuenta de que era el mismo beso que le había dado a él el día anterior. Era algo que aún no podía entender. El comportamiento de Nadia con su supuesto hermano lo había dejado intranquilo.

Nadia subió al automóvil, parecía estar muy feliz. Por el contrario, Ulises estaba furioso. Desde que salieron de ahí hasta calmarse, le llevó casi medio viaje. Llegó un momento en el que no pudo soportarlo más y tuvo que decirle algo.

—Él no es tu hermano —dijo finalmente mientras conducía.

—¿Qué? —preguntó Nadia confundida.

—Dices que es tu hermano, pero no lo es —dijo Ulises más molesto. Para él, no era posible que ella no se diera cuenta.

—Nos criamos juntos, siempre cuido de mí. Es mi hermano —aseguró ella para que no quedaran dudas.

—¿No puedes darte cuenta de cómo te trata? Tú le gustas —afirmó Ulises.

—¿Qué clase de teoría enfermiza estás proponiendo? —preguntó ella ofendida por la afirmación de Ulises.

—Solo lo que pude ver. Él está enamorado de ti —dijo molesto de que no se diera cuenta.

—¡Ulises! —dijo ella indignada.

—¿Qué dijiste? —dijo él sorprendido.

—¿Qué dije de qué? —preguntó ella sin entender su reacción, aún estaba molesta.

—Me dijiste Ulises —dijo él con una gran sonrisa en su rostro.

Él rápidamente maniobró para estacionar el automóvil. Después de eso se quitó el cinturón de seguridad.

—¿Qué haces? —preguntó ella intranquila.

Ulises se acercó a ella, tomó el rostro de la joven entre sus manos y apoyo su frente con la de ella.

—Es la primera vez que no me dices, señor. Solo me llamaste por mi nombre de pila —dijo él como si eso fuera lo más hermoso que hubiera escuchado en su vida—. Dilo de nuevo, por favor.

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora