El secreto de la abuela

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Capítulo treinta y cinco

Nathaniel estaba furioso con Ulises por lo del trabajo.

—Voy a renunciar —dijo Nathaniel molesto. Se sentía engañado.

—Le pido que se calme y lo piense mejor. Si hace eso solo se perjudicará usted económicamente. También afectará la relación de la señorita Nadia con el señor Ulises, ya que usted firmó un contrato —le recordó Ángel a Nathaniel.

—No voy a ocultarle esto a Nadia. Yo no le miento a ella —dijo Nathaniel irritado.

—Si usted renuncia deberá remunerar a la compañía con 10 millones. Lamento decírselo así. No quiero ofenderlo, pero sí acepta un consejo de mi parte. Quédese hasta ganar lo suficiente para irse y estar tranquilo. Podrá participar de los proyectos que usted desee en un futuro si deja que la empresa del señor Ulises lo haga conocido en el medio. Es claro que usted tiene talento por lo que se beneficiará —dijo Ángel tratando de convencerlo.

—Maldición —dijo Nathaniel muy enojado. No quería ser empleado del novio de Nadia.

En parte sabía que era su culpa por no haber investigado la empresa que había decidido contratarlo cuando salió la oportunidad. Sin embargo, no podía rescindir un contrato con sus fondos de ahorro en este momento. Así que no le quedó otra que mantener el contrato de confidencialidad que Ángel le había llevado.

Una vez que Nathaniel dejó el bar, Ángel se cambió de mesa. La señora De la Renta estaba esperándolo.

—¿Lograste convencerlo? —pregunto la anciana.

—Si señora. El chico firmó el acuerdo de confidencialidad, por lo que no dirá nada —dijo Ángel y tomó asiento.

—Bien. Estoy agradecida contigo. Siempre resultaste ser alguien eficiente, Ángel querido —dijo la mujer.

—Señora, si me disculpa. Me intriga el desconocer la razón por la que usted insiste tanto en que ellos estén juntos —dijo Ángel.

—Ten calma mi niño, pronto lo sabrás. Ahora necesito que te encargues de lo que te pedí —dijo la mujer con más seriedad.

—Señora sobre eso...–dijo un poco avergonzado —. Ellos se quieren. Es probable que lo hagan sin necesidad de ayuda externa.

—Esta mañana hablé con ellos y Nadia no tiene apuro en comprometerse. Y aunque ellos no lo vean, es indispensable que apresuremos la boda —dijo la mujer.

...

Ulises y Nadia volvieron de su paseo. En la cocina les habían dejado preparado una botella de vino con aperitivos para que ellos disfrutaran en su regreso.

—¿Quieres probar el vino? —le preguntó Ulises a Nadia.

—Sí. Me gustaría —dijo ella mientras pinchaba un cubo de queso y él servía otra copa para ella.

—Estaba pensando. Después de lo que me contaste. Se me ocurrió que si tú quieres podría acompañarte a ver a tu padrastro —dijo Ulises algo nervioso.

—Iré con Nathaniel. No quiero molestarte, ya que tienes mucho trabajo —dijo ella mientras agarraba la copa con vino.

—¿Qué te parece el vino? —preguntó y esperó a que ella bebiera.

—Está delicioso. De todas maneras, creo que ya es tarde. Debería volver a casa —dijo ella al ver el reloj de la cocina.

—Sobre eso ¿Cuándo volverás a vivir conmigo? —preguntó Ulises.

—Ya te pareces a tu abuela —dijo ella sonriendo —Primero debo terminar las clases en la universidad. Por ahora solo podremos vernos los fines de semana.

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora