Una fiesta con sorpresas

1.5K 93 0
                                    


Capítulo treinta y uno

Nadia volvió a su casa. Su hermano la esperaba con impaciencia. Aunque al ver la cara de Nadia no pudo decir nada. Se notaba que haber visto a Ulises le había hecho cambiar el semblante. Durante la cena la vio comer más que en muchos días.

Ella le contó lo que había pasado y lo que pensaba hacer. Necesitaba su ayuda, por lo que trató de convencerlo para que participara, pero su hermano no quería.

—Sabes que estás loca, ¿verdad? —le pregunto Nathaniel después de escucharla.

—Eso es cierto, pero si tengo razón y él todavía me quiere, tiene que funcionar —dijo ella segura de lo que había armado para esa noche.

—¿Y si no funciona? Vas a terminar destrozada —dijo preocupado por Nadia.

—Si no resulta, tu trabajo será juntar los pedazos que queden de mí y tratar de volverlos a unir —dijo ella tras un abrazo inesperado por parte de su hermano.

—No quiero que hagas esto —le dijo tratando de convencerla.

—Sé que es una locura y soy una tonta. Pero necesito intentarlo, aunque sea solo una vez más. Él siempre fue honesto conmigo y yo no pude soportarlo por todo lo que estaba en juego —le indicó ella, no obstante Nathaniel parecía estar molesto.

—¿Pensaste en lo que te dije de papá? —preguntó para cambiar de tema.

—Sí. No quiero ir —dijo ella.

—Nadia, sabes que siempre te apoyo en todo, aunque no esté de acuerdo. Pero creo que esta vez deberías ir —dijo soltándola

—Está bien, deja de insistir. Acompáñame a la fiesta e iré —dijo y para su sorpresa él accedió.

Nadia consiguió entradas para una fiesta de inauguración de una nueva compañía. Asistió junto a su hermano. Los dos se veían muy elegantes. Nathaniel llevaba un traje negro con moño y camisa blanca, mientras que ella llevaba un vestido al cuerpo con la espalda descubierta.

—Te ves hermosa. Ese vestido rojo es... —dijo, pero se detuvo, ya que no quería avergonzar a Nadia.

—Muchas gracias, extrañamente me siento cómoda en él —dijo por el hecho de que no era el estilo de prenda que ella usaría, por el hecho de que dejaba poco a la imaginación.

—Creo que serás la envidia de muchas —dijo mientras subían las escaleras.

Después de estar un buen rato paseándose por la fiesta de la mano, y charlando a justo con el resto de los invitados, se encontraron a Ángel. Nathaniel había presentado a Nadia como su amiga, y no como su hermana ante todos. Algo que le apreció raro a Ángel.

—Hola, Nadia —dijo Ángel al verla.

—Ángel —dijo ella y lo abrazó con fuerza.

—Te presento a Naha. No sé si ya se conocían —dijo ella y se dio cuenta de que a Ángel parecía molestarle que ella estuviera tan agarrada a Nathaniel.

—Un gusto. No tuve el placer de presentarme contigo el otro día —dijo Nathaniel y le dio la mano a Ángel.

—El gusto es mío —dijo Ángel, él sabía que Nathaniel era el hermanastro de Nadia, ya que había tenido que vigilarlo en el pasado.

—El gusto es mío —dijo Ángel sin poder hacer nada más.

—¿Está todo listo? —preguntó Nadia impaciente.

—Sí. Creo que estarás muy cómoda en la suite —le dijo Ángel tratando de entender que se suponía que tenía que ver eso con Ulises.

—Gracias, Ángel, eres el mejor —dijo y tras un beso en la mejilla se despidió de él—. ¿Vamos Naha?

—Vamos preciosa —dijo Nathaniel y se despidió de Ángel como si se burlara de él. Mientras que Nadia no lo veía.

Nadia y Nathaniel se despidieron formalmente de algunos de los invitados con los que habían estado hablando durante la velada y pasaron, por una parte, del salón para acceder al ascensor. En el camino se encontraron a Ulises, quien iba acompañado de una hermosa mujer de cabello claro y curvas imponentes. Cuando Nadia la miró más de cerca se dio cuenta de que era la misma chica que había estado en el automóvil de Ulises el día que ella había salido con Ángel. Eso la angustió bastante.

—Conozco a esa chica es modelo, se llama Cicca —dijo Nathaniel en el oído de Nadia mientras caminaban en dirección a Ulises.

Ella sonrió como si lo que le hubiera dicho su hermano le pareciera divertido. Este le acarició el rostro y ambos rieron. Eso la ayudó a no estresarse tanto por estar cerca de Ulises.

—Hola —dijo Ulises saludándolos primero.

—Hola. Un placer verla de nuevo señorita Cicca —dijo Nadia con una sonrisa forzada.

—¿A caso nos conocemos? —dijo la muchacha sin dejar de mirar a Nathaniel. Él le parecía conocido.

—Creo que no. Le presento a mí... —dijo ella, pero Nathaniel la interrumpió.

—Amigo —terminó diciendo Nathaniel un poco nervioso.

—Sí, mi amigo es modelo también y supongo que han trabajado juntos —dijo Nadia y Ulises la miró desconcertado.

—Claro. Ahora te recuerdo, Nathaniel —dijo la chica feliz.

Ulises estaba enojado al ver a Nadia al lado de Nathaniel. Sobre todo, porque lucía un hermoso vestido rojo que la hacía verse mil veces más hermoso que de costumbre.

—Debemos irnos dulce —dijo Nathaniel a Nadia, pero mirando a Ulises.

Nadia se sonrojó y bajó la cabeza. Esta situación hacía que se pusiera muy nerviosa.

—Un placer, señorita Cicca. Espero verla en el futuro —dijo Nathaniel y tomó la mano de la muchacha y la besó.

—También yo —dijo está sorprendida. Él le precia un hombre hermoso.

Ulises se dio cuenta de que ambos prácticamente lo habían ignorado. Estaba muy enojado. Se preguntaba que se suponía que hacían ahí cuando los miraba subir al ascensor juntos. Observando con atención notó como Nathaniel bajaba la mano que hasta ese momento estaba en la cintura de Nadia, y la llevaba hasta su cadera.

—Maldito —dijo Ulises furioso.

—Parece que van a tener una noche muy agradable —dijo Cicca entre risitas.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Ulises al verla tan extraña.

—El chico llevaba la llave de la suite del amor —dijo ella al recordar ver en su mano una tarjeta con un número romano en ella.

—¿Qué es eso? —preguntó Ulises incrédulo. No podía ser lo que estaba pensando.

—Es una de las más costosas de este hotel, por lo que sé es temática y tiene todo lo que necesitas para tener una noche a pleno placer. Por lo menos eso es lo que dicen —dijo la joven inquieta al notar que Ulises parecía disperso. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora