Nathaniel

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Capítulo dieciséis

Ulises vio lo nerviosa que Nadia se había puesto, por lo que trató de animarla.

—Tranquila. Haremos esto juntos —dijo con una gran sonrisa.

Aunque no lo pareciera, a Nadia le había gustado escucharlo así. Tenerlo ahí le ayudaba a pensar de manera positiva. Había pasado mucho tiempo desde que su hermano se había ido y ella no sabía si las cosas serían igual que antes. Él era su única familia y deseaba tenerlo cerca de nuevo.

Al llegar al lugar donde iba a encontrarse con su hermano Nathaniel, Nadia respiró en profundidad. Al ver pro la ventana del automóvil vio a un muchacho albino.

—Nathaniel —dijo al verlo en el parque al que habían ido.

Él siempre la citaba en parques, ya que le parecía que le iban a gustar a ella. En este parque las flores abundaban.

—Nadia —dijo él al verla bajar del coche.

Ellos se abrazaron por un buen rato. Ulises ya había bajado del coche y estaba junto a ellos. Esperando que Nadia los presentara.

—Te he extrañado demasiado. No volveré a aceptar un empleo en el extranjero. No sabes cuanta falta me hiciste —dijo él con completa sinceridad mientras acariciaba el rostro empapado en lágrimas de Nadia.

—También te he extrañado —dijo ella con una pequeña sonrisa.

—No debemos dejar pasar más tanto tiempo sin vernos —le dijo él algo emocionado por la situación.

Ulises estaba muy impaciente. Cuando Nadia lo vio, lo invitó a acercarse.

—Nathaniel, quiero presentarte a un compañero de trabajo. Él fue quien me trajo hasta aquí hoy —explicó Nadia.

—Sí, por supuesto —dijo Nathaniel sonriendo, aunque estaba muy molesto por saber que Nadia había ido a verlo con un hombre.

—Un gusto, mi nombre es Ulises —dijo él al ver que Nathaniel no tenía intenciones de ser el primero en presentarse.

—Sí. Claro —dijo él y lo miró de arriba abajo varias veces hasta que lanzó su primer ataque—. ¿Qué intenciones tiene usted con mi hermanita?

Directo al pecho. Ulises se quedó sorprendido. Al parecer había hombres más directos que él.

—¡Nathaniel! —dijo Nadia reprendiendo el comportamiento de su hermano. Hacía que ellas se avergonzara.

—Tengo las mejores de las intenciones. Me alegra que Nadia tenga un hermano mayor que la quiera tanto —dijo con otra sonrisa, aunque sus palabras iban cargadas de celos. ¿Quién era este para poner a Nadia tan incómoda? Se suponía que ese era su trabajo.

El aire comenzó a sentirse denso entre estos dos hombres.

—¿Por qué no vamos a tomar algo? —preguntó Nadia al notar la situación—. Muero de hambre

—Bien —dijo Nathaniel y tomó la mano de Nadia mientras que Ulises los miraba.

—Naha, ya no tengo cinco años.

—Lo sé. Sé exactamente cuántos años tienes. Porque te conozco desde siempre —dijo Nathaniel mirando fijamente a Ulises.

—Es solo que no creo que siga estando bien que me lleves de la mano —dijo con una sonrisa divertida.

La realidad era que nunca le había gustado, pero siempre había dejado que lo hiciera, ya que eso lo hacía feliz a él.

—Está bien —dijo y le dio ¿un beso en la mejilla?

Ulises se estaba poniendo muy tenso. No estaba acostumbrado a que otros hombres se comportaran así delante de él con las mujeres por las que él tenía interés. El hermano de Nadia era muy intenso.

—Así que tú eres su hermano —dijo Ulises con una sonrisa tranquilizadora. Después de todo era normal que los hermanos a veces fueran así.

—En realidad no tenemos lasos sanguíneos Su mamá se casó con mi padre cuando yo tenía cinco años y ella dos. ¿No te lo contó? —preguntó él satisfecho. Si Nadia no había contado eso. Tal vez no eran tan cercanos.

Ulises lo miró, lo que le decía lo enojaba, pero no podía hacer nada por ahora.

—Naha, no hables así. Sabes cuánto te quiero, aunque no tengamos la misma sangre —dijo Nadia sin entender las verdaderas intenciones de su hermano.

—¿Cuánto me quieres? —preguntó él a propósito.

—Sabes que eres la persona más importante en mi vida —dijo ella sin darse cuenta de que Ulises estaba que explotaba de los celos.

—Quiero ir a ese lugar Naha —dijo ella señalando un local como si fuera una niña pequeña. Era fácil para ella comportarse de ese modo al lado de su hermano, ya que él siempre la consentía.

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora