Ella lo es todo

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Capítulo veintidós

Por suerte el enojo de Nadia no llegó a mayores. Ella disfrutaba que Ángel y Ulises se llevaran bien. Aunque se habían pasado un poco de la cuenta. El sábado le prometió hacer algo que ella quisiera con la condición de que lo perdonara.

Nadia le había dicho que quería ver una película. Él sabía que no iba a querer salir de la casa para que no los vieran los reporteros, por lo que montó un escenario en uno de los salones de su casa y puso un cine solo para ella.

—Esto es increíble —dijo ella sorprendida.

—Es lo mínimo que te mereces, por ser tan buena conmigo —dijo él y la besó en la mejilla.

Se sentaron y él le dio palomitas y gaseosa como si fuera un cine real. Ella parecía estar emocionada. Durante toda la película Ulises se la pasó mirando a Nadia. Disfrutaba de ver sus distintas expresiones cuando miraba la película, sus caras más tiernas eran la de sorpresa y la de tristeza. Por lo menos hasta ahora.

—Gracias por acompañarme a ver esta película, y por hacer todo esto. Sé que estás muy ocupado en esta época del año —dijo con una sonrisa que lograba derretir a Ulises.

—Me gusta pasar tiempo contigo. Por primera vez en muchos años, me gustaría tener más tiempo libre. Para así poder pasarlo juntos —le confesó Ulises.

—Creo que haces demasiado. No quiero que te exijas —dijo y acarició el rostro de Ulises.

—Nadia, aún no me has dicho que vas a hacer cuando tus clases comiencen —dijo Ulises, ese tema lo tenía preocupado.

Ya habían pasado dos meses desde su llegada y no quería que se fuera. Se suponía que ella había aceptado el puesto de trabajo hasta comenzar la facultad.

—Supongo que ya no tendré tiempo para trabajar en la empresa de tu familia —dijo ella pensando en eso.

—No me refería a eso. Hace dos meses que estamos juntos y nadie lo sabe aún. ¿Cuánto más pretendes que sigamos así? —dijo Ulises tratando de hacerle entender que quería empezar a andar con ella sin preocupaciones.

—Entiendo, fue mucho. Si quieres podemos separarnos —dijo ella con una fuerte angustia. No había entendido lo que él le había dicho.

—¿Por qué nos separaríamos? —preguntó Ulises preocupado por lo que ella le dijo.

—Supuse que se acercaba tu compromiso y que por eso me lo decías. La abuela me dijo que te debes casar con alguien importante. Una heredera de alguna empresa importante —dijo ella

—Eso se puede arreglar de otra manera. No es que esté obligado... —dijo tratando de explicarle que en ningún lugar decía que él debía casarse con alguien con esas características. Aun así, ella lo interrumpió antes.

—No puedo ser tu amante —dijo ella determinada—. Prefiero que lo que vivimos quede en mi mente como un hermoso recuerdo a que ensuciemos nuestra relación con ese tipo de cosas.

—¿De qué estás hablando Nadia? ¿Vas a dejarme? —Ulises estaba muy enojado con ella.

—No te molestes. Sabías que esto no tenía futuro —dijo ella sorprendida por su reacción. ¿No era él quien quería terminar?

—Por eso no querías que lo supieran, ¿Pretendías dejarme cuando tu contrato terminara? ¿A caso hiciste esto para tenerme tranquilo? ¿Mi abuela te lo pidió? —Ulises estaba herido. Le hacía mal pensar que ella lo había usado. Nunca había creído que su amor era posible.

—Ulises —dijo ella confundida. No era lo que había pasado.

—Basta Nadia. Para mí fue real. Hice todo esto porque en verdad me interesa tener una relación contigo —le dijo él para dejárselo claro.

—Tu familia nunca me aceptará. Entiende que para ellos yo no soy alguien. No existo —dijo ella dolida, ella si lo quería.

—¿Por qué dices eso? Eres la única mujer que me ha ayudado a salir adelante —le dijo sujetándola de los brazos. Quería que pudiera entender el valor que tenía para él.

—No tengo nada que ofrecerte —dijo ella tratando de soltarse.

—¿Es por eso que te negaste a recibir regalos? —preguntó Ulises, empezaba a entender verdaderamente cómo se sentía ella.

—Eso ya no importa —dijo ella liberándose de sus brazos y saliendo de la sala donde habían visto esa película juntos.

—Me niego. No voy a dejarte. Te quiero aquí conmigo —dijo él y la trajo de nuevo a la sala y cerró la puerta.

—Ulises, entiende por favor —dijo ella llorando. Le dolía lo que ocurría.

—Te quedarás a mi lado. Formalizaremos nuestra relación cuando mi abuela nos vuelva a visitar —dijo sin escucharla siquiera.

—Ulises óyeme por favor —dijo ella colocando sus manos sobre el pecho del joven desesperado.

—No me importa lo que digas. Fui paciente estos dos meses para que borraras de tu cabeza la idea de que soy un mujeriego. Pero ya no aguanto más. Quiero estar contigo. Y no me importa lo que piensen los demás —dijo y apoyó su cabeza sobre el hombro derecho de Nadia.

Ella lo abrazó y él comenzó a besarla con desesperación. Ella iba a apartarlo, pero no pudo. Lo quería y no pretendía herirlo, sin embargo, los empleados podían verlos. Una vez que él se detuvo para tomar aire, ella bajó la cabeza negándole el acceso a sus labios.

—Ulises, alguien puede vernos. Detente por favor —pidió ella angustiada

—Que lo hagan. Eres mi novia y estamos en mi casa —dijo sin poder contenerse.

Él creía que no había problema en que los vieran. Deseaba que todos se enteraran de que ella era la mujer que deseaba. La que amaba y a la que iba a cuidar por siempre. Sin embargo, su comportamiento no demostraba eso. 

Autora: Osaku

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora