Sospechas

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Capítulo cuarenta y uno

Después de una extravagante entrega de anillo de compromiso, Ulises había preparado una cena especial solo para ellos dos.

—Ulises —dijo ella molesta, pero feliz de tener a alguien como él a su lado.

—No quiero escuchar quejas y ahora vamos a cenar —dijo abrazándola.

—Sobre eso, estoy con náuseas. Así que esta noche no voy a comer. Mañana voy a ir al médico —le dijo ella y él pareció preocuparse.

—Amor ¿Por qué no me dijiste que no te sentías bien? —preguntó él acariciando a su chica.

—Es que no quiero que empieces a preocuparte de más. Además, estoy atrasada con el estudio —dijo poniendo excusas para no cenar con él.

—Ven, te daré algo para las náuseas —dijo él y le tomó la mano para que lo siguiera.

Nadia no quería desconfiar de Ulises. Pero no podía olvidar lo que Hermes le había dicho. Tenía que descubrir la verdad. Ulises y ella fueron hasta la cocina de la casa y él le buscó una pastilla aunque no le mostró el envoltorio. También le pasó un vaso con agua.

En ese momento entró Ángel y Nadia escondió la pastilla. Sin que la vieran tiró el agua y bebió de un vaso que ella ya había preparado. Ellos vieron cómo, supuestamente, tomaba la pastilla con el agua.

—Entonces, ¿no te sientes bien? —preguntó Ángel después de lo que Ulises le había contado al entrar a la cocina.

—Lo lamento. Sé que se esforzaron mucho por preparar esta cena. Prefiero ir a recostarme a mi cuarto y leer los apuntes que me pasó Hermes —dijo ella.

—¿Qué apuntes te dio Hermes? —preguntó Ulises molesto.

—Él me dijo que había tenido varias materias que yo tengo que rendir y tenía guardado los apuntes por lo que los buscó y me los prestó —les contó Nadia sin entender que su novio no quería que ni eso recibiera de Hermes–Me voy a recostar. Los dejo hablar. Que descanses Ángel

Nadia se fue a su dormitorio. Una vez que estuvo lejos del alcance de ambos, Ulises le pegó a la mesa.

—Haz desaparecer los apuntes —dijo Ulises enojado.

—Pero ella podría darse cuenta —dijo Ángel tratando de hacer entrar en razones a Ulises.

—Entonces busca a alguien que copie la letra de Hermes y cambia los apuntes por unos que no sirvan —dijo Ulises mientras tomaba el vaso del que Nadia había bebido.

—Ulises, Nadia no se merece esto porque tú y tu hermano no se lleven bien —dijo Ángel incómodo.

—Lo mejor para ella es volverse mi esposa. Cuando lo haga no va a necesitar tener ningún título ni nada de eso. Yo me encargaré de que todo lo que quiera esté a su alcance. Y no ese tipo —dijo y dejó el vaso sobre la mesa.

Nadia estaba cerca de la puerta en su dormitorio, esperando a Ulises. Cuando lo vio venir fue hasta el baño y empezó a hacer ruidos como si estuviera vomitando.

—Nadia, ¿Estás bien? —preguntó Ulises preocupado en la puerta del baño.

—Creo que la pastilla no fue suficiente —dijo ella saliendo del baño.

—Tranquila, te llevaré al hospital para que te revisen —dijo él preocupado por ella.

—Está bien, esperaré a mañana. Ahora solo quiero recostarme —dijo y él fue con ella hasta la acama.

—Ulises...–dijo ella mientras se abrazaba a él—. ¿Tú me amas?

—Más que a nada en este mundo —dijo él y le besó la frente.

—Entonces ¿Nunca me engañarías? —preguntó ella inquieta. No quería desconfiar de él, pero todo estaba en su contra.

—Claro que no. Ahora trata de descansar, me quedaré contigo por si me necesitas —dijo él acariciando el rostro de su novia.

Ulises no quería mentirle, pero había mucho en juego y no iba a perderla a manos de su familia. Él iba a protegerla, incluso de sí misma si era necesario.

...

Nadia se levantó temprano, Ulises seguía dormido a su lado. Ella se cambió y fue al médico en su nuevo coche. Ya no discutiría eso con él. Por lo menos así no necesitaría un chofer. Algo que la avergonzaba mucho cada vez que este la esperaba en la facultad.

Le sacaron una muestra de sangre para hacerle estudios. Y ella le pidió ayuda a Galatea, ya que su novio era bioquímico y trabajaba en el laboratorio del hospital.

—¿Estás segura de hacer esto? —preguntó Galatea.

—Sí. Si tu novio puede que sea él quien analice las dos cosas —dijo Nadia mientras se ponía la ropa.

—Si Ulises está haciéndote algo... ¿Te casarás igual con él? —le preguntó Galatea sorprendida por la tranquilidad que parecía tener Nadia.

—Necesito saber de qué se trata todo esto y después decidiré —dijo ella con miedo de que sus sospechas fueran reales.

...

—Gracias por avisarnos. El señor Ulises lo recompensará enormemente por su atención —dijo y colgó el teléfono.

El novio de Galatea había llamado a la empresa para hablar con Ulises. Y así avisarle que tenía la medicación que su novia le había dado de parte de Nadia para que la examinara.

El hombre quería saber si ellos querían que le dijera la verdad o si deseaban que le mintiera a cambio de una remuneración económica.

—Te dije que Nadia es muy inteligente —dijo Ángel, preocupado.

—Amo a esa mujer —dijo Ulises feliz de saber lo que había pasado.

—¿De qué te ríes? —preguntó Ángel sin entender a Ulises.

—Tal vez no necesite que la cuide como pensé —dijo él emocionado. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora