También te extrañé

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Capítulo veintisiete

Nadia se había dado cuenta de que Ulises se había puesto muy triste tras escucharla. Ella no quería romper su corazón, solo trataba de protegerlo. Él no conocía otra vida que no fuera la de un millonario CEO.

—También te extraño —dijo ella sin poder contener el dolor de su pecho.

Ulises estaba sorprendido. Después de todas las cosas que había dicho. Era su imaginación o había escuchado bien, estaba muy confuso. Ella notó como la miraba, él estaba escéptico ante sus palabras

—No me mires así, por favor —dijo al ver que él había cambiado su ánimo. Ahora estaba entusiasmado.

—¿Por qué no puedo verte? —dijo y volvió a acercarse a ella.

—La mujer que me gusta y a la que quiero como jamás pensé que podría querer acabar de decirme que me extraña —dijo él con una gran sonrisa —No solo quiero mirarte. Anhelo besarte.

—No lo hagas Ulises —dijo ella al escuchar las intenciones que tenía, y que empezaba a dirigir su cuerpo hacia ella para hacerlo.

Aunque ella también estaba esperando ese beso, esa caricia temía no poder alejarse de él una vez que los volviera a tener. Aunque era muy difícil estar lejos de él, peor era si volvía a disfrutar del contacto de su ser. Lo que sea que él hiciera haría que su dolor se incrementara cuando ella se alejara nuevamente.

Ulises la tomó de la cintura y se acercó hasta su boca. Sin permiso ni reparo la besó con deseo, con entusiasmo. Le dio ese beso que ambos se debían y que anhelaban. Después de eso se apoyó en el hombro de Nadia y se quedó ahí mientras la abrazaba.

—Por lo que más quieras en este mundo no te alejes de mí todavía —dijo él tras besarla—. Dame unos minutos para poder recuperarme.

Se lo dijo casi suplicante. El besarla había hecho que el dolor de su separación fuera demasiado para Ulises. No pensó que un beso le pudiera traer tanta felicidad y angustia a la vez.

—Ulises —dijo ella con la voz entre cortada.

—No quiero —dijo molesto y la abrazó con más fuerza —No me dejes aún.

—Ulises debes soltarme —dijo con un hilo de voz

—¿Cómo puedes ser tan fría? —dijo molesto tras casi haberle implorado que le permitiera que lo dejara estar con ella por unos segundos más. ¿A caso era de piedra? ¿No se daba cuenta de que él estaba casi destruido por ella? —. Ya no puedo concentrarme en el trabajo. No deseo comer, no duermo y no quiero vivir sin ti.

—Ulises —dijo Nadia con las últimas fuerzas de su ser.

Finalmente, él se apartó de ella creyendo que había sido un error ir hasta ahí y entregarle su corazón a alguien que lo despreciara. Ella no lo quería, después de todo lo que le dijo seguía tratando de alejarlo.

Sin embargo, al mirarla a los ojos se dio cuenta de que no era como él pensaba. Ella estaba bañada en llanto. Estaba sufriendo al igual que él.

—No quiero alejarme de ti. Intento ser fuerte, pero... —dijo atragantándose entre lágrimas —Creo que...

El ascensor se abrió en el último piso y ella tenía que bajar. Debía entregar la botella que aún llevaba consigo.

—Ven aquí —le dijo Ulises y la agarró de la mano y la llevó fuera, al pasillo de ese piso.

Sacó una tarjeta de su bolsillo y abrió la suite. Le quitó el vino de la mano, lo apoyó en una de las mesas cerca de la entrada y después de hacer que ella entrara la arrinconó contra la pared.

—Nadia, dime que se supone que sientes por mí. Necesito saber la verdad —dijo casi desesperado.

—Ulises ¿Qué es esto? —preguntó ella mientras se secaba las lágrimas.

—¿Qué cosa? —preguntó cargado de ansiedad.

—Esto, aquí. ¿Tú fuiste la persona que pidió el vino? —preguntó ella al darse cuenta de la situación.

—No te distraigas y dime que es lo que sientes por mí. ¿Aún me quieres? —preguntó él

—Tú organizaste la fiesta. Dime por qué lo hiciste. ¿Fue idea tuya desde el principio? —preguntó ella moleta con él.

—Espera, nos estamos yendo del tema principal —dijo al darse cuenta de que la había jodido. En su desesperación por estar a solas con ella dejó al descubierto su plan.

—Esto es... —dijo ella sintiendo que él la había manipulado.

—¿Qué te ocurre? —preguntó Ulises al ver que ella trataba de alejarse de él.

—¿Todo tienes que controlarlo con dinero? ¿Hiciste esa fiesta para presentar qué? ¿Me encontraste por casualidad en el ascensor? Claro que no, seguramente le pediste a mi jefa que fuera yo la que trajera el vino. Soy una tonta —dijo al darse cuenta de que todo había sido planeado por él.

—No fue así, Nadia espera —dijo al ver que ella trataba de salir de la habitación.

—Entonces ¿Cómo? Sin dinero no puedes vivir —dijo y se dio cuenta de que sin importar lo que pasara él jamás dejaría a la empresa por ella —El dinero te controla. No puedo estar con alguien así.

Nadia abrió la puerta de la suite y caminó por el pasillo hasta llegar al ascensor. Presionó el botón y esperó a que este viniera rápido, pero Ulises llegó antes a ella.

Deja de huir de mí —dijo agitado por correrla —Quiero la verdad ¿Me quieres? Si o no —dijo molesto. Ella se iba, eso quería decir que no lo quería, por lo menos para él.

—No voy a hablar contigo. Me trajiste aquí con engaños. Me haces sentir una tonta. Te aprovechas de las personas con tu poder —dijo ella molesta.

—¿Es eso lo que piensas de mí? —dijo él decepcionado, lo que ella le decía lo afectaba más de lo que deseaba.

—¿No es así? —preguntó ella.

—Teníamos que presentar un nuevo producto. Por eso hice la fiesta, para conseguir inversores —dijo inquieto. Si bien había hecho la fiesta para poder acceder a ella era real que tenía una causa empresarial—. Debería estar trabajando, pero en vez de estar hablando con ellos estoy aquí contigo. Te puse por encima de mi trabajo, lo cual está por encima de mi familia y del dinero.

—Entonces es una coincidencia que eligieras el catering donde yo estoy trabajando? —preguntó ella en parte decepcionada.

Autora: Osaku 




Una niñera para el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora