Insomnio

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Jungkook se había obsesionado con lamer la herida que había dejado en Jimin, por lo que adoptaron una posición en la que fuese más cómodo mantenerse cerca mientras mantenían su calor corporal y sus cuerpos desnudos.

—No me gusta esta posición.—dijo el mayor acomodándo su cabeza en la almohada.

—¿Por qué?

—Estás restregándote en mi trasero y esa cosa se está endureciendo nuevamente.—argumentó sintiendo que el miembro de su pareja buscaba tener más profundidad entre sus nalgas.

—Hasta tu culo es suave, todo tú eres suave. Tu cuello también lo es y hasta cierto punto me ha gustado marcarte, pero ver la herida me duele. Es contradictorio, parece como si hubiese roto un pieza de arte.—soltó el menor escondiendo nuevamente su rostro en el cuello del contrario.

—Estás un poco mal de la cabeza, pero te advierto que no vamos a hacerlo de nuevo. Hoy no, me duele todo el cuerpo y te estoy odiando un poco; así que, déjame dormir.

Entendía sus sentimientos encontrados, ya con haber sobrevivido a la marca, sabía que Jimin había hecho un enorme trabajo en mantener la calma.

—Amor.—murmuró después de unos minutos de silencio.

—¿Qué sucede?

—Dijiste que me amabas. ¿Es cierto?

—¿Alguna vez te he mentido?—Una pregunta evasiva y directa a la vez.

—No lo has hecho.

—Entonces, no deberías desconfiar de mis palabras. Duerme de una vez o voy a golpearte con todo el amor que te tengo.

—Bastante tentador, tengo que aceptarlo. ¿Qué tal si me golpeas mientras estás saltando sobre mí?

Jimin intentó lanzarle un golpe con el codo, pero Jungkook retrocedió a tiempo.

—Eres un imbecil.—se quejó volteando su cuerpo con dificultad para verle.

El alfa, al percatarse de su malestar, intentó ayudarle, pero se negó alejándolo.

—Perdón, fui un idiota. Me emocioné demasiado, pensaré un poco en el ambiente en el que nos encontramos, antes de decir alguna tontería.—se disculpó tomando las mejillas del mayor para comenzar a repartir besos en todo su rostro.

Al inicio no había una sola pizca de emoción, pero después de entender que Jungkook no pararía hasta ser perdonado, comenzó a reír por su insistencia.

—Fueron muchos besos.

—Me faltan millones, pero esos se distribuirán hasta que nos toque partir de aquí.—respondió dirigiendo nuevamente su atención a las caderas de su pareja.—¿Es muy doloroso? Tal vez fui muy brusco, pero puedo pedir medicina para el dolor. Prenderé la luz para revisarte, no es muy normal que duela de esa manera.

Jimin se apresuró a tomarlo de la mano para evitar que se levantara de la cama.

—Tengo veintisiete años, creo que es normal que las caderas me duelan un poco. Ya no somos adolescentes, pero realmente se trata de incomodidad que pasará al descansar. De todas formas el cuerpo de acostumbra rápido.

—¿Estás seguro? ¿Qué tal un masaje?—preguntó y Jimin accedió de inmediato.

Boca abajo, aún desnudo, recibió un masaje en la espalda baja con una crema de olor exquisito que se deshizo de su tensión de inmediato.

El pudor y el rechazo que antes había mostrado, ya no estaban ahí. Se perdieron en algún lugar de esa habitación y solo quedó la confianza absoluta.

Jamás habían sentido una conexión tan perfecta,  cada sensación se vivía en la piel del otro y las dudas no cabían en su espacio.

—Mañana nos quedaremos en casa, tal vez podamos tomar desayuno en el jardín trasero y volvamos. ¿Quieres comer algo en especial?

—Frutas picadas y unos cuantos besos al desespertar.

—Puedo atender los dos pedidos.

Jimin se durmió rápidamente siendo estimulado con caricias y la tranquilidad que el alfa le brindaba, pero él no lo hizo.

Lo intentó, pero jamás había tenido la necesitad de mantenerse alerta, como si tuviese la vida del mayor entre sus manos.

—¿Es por la marca?—murmuró levantándose de la cama para mirar hacia la ventana.

Al correr las cortinas, la luna alumbraba la noche lo suficiente como para ver con naturalidad sin necesidad de prender las luces de la habitación.

Desde ahí podía la cuidad que trabaja sin descanso, no había hora en la que Seúl se mantuviera en silencio o a oscuras, los turnos de trabajo se extenderían hasta altas horas de la noche y siempre había gente yendo y viniendo.

Nadie en Seúl, en la nación ni el planeta sabía lo que sucedió hace poco en su habitación. Nadie tenía idea de que el príncipe se había unido completamente y de por vida a la única persona con la que pudo ver un futuro en una cantidad mínima de tiempo.

La marca en su cuello aún seguía presente en la mente del menor, no podía fingir que esto no le había afectado, todo su cuerpo pedía someterlo tantas veces como quisiera, pero no iba a tomar en cuenta las necesidades violentas del lado primitivo de su lobo que seguía intentando tomar el control.

Quizás era el sabor de su sangre o lo bien que se sentía al conocer cada emoción del contrario.

Sus aromas se mezclaban a la perfección creando una especie de olor a hogar, a su hogar.

Era inevitable pensar en que sin su título de príncipe, sería capaz de tener una casa en donde podrían vivir y cada vez que volviera de trabajar, ese olor lo envolvería. Tal vez podría encontrar a Jimin dormido en su cama después de un día de trabajo agotador o simplemente descansando.

—Pareces estar feliz.—susurró acercándose al mayor para acostarse a su lado.—Prometo ser un buen alfa y cuidarte hasta que mis ojos se apaguen.

Jimin deseaba confiar en él y aquella libertad para marcarlo le había demostrado que esa solo era una prueba de lo mucho que estaba intentando mantener su relación a pesar de ser alguien completamente diferente al prospecto de omega común.

No quería fallarle, en ningún momento, por esa razón haría lo necesario para mantener ese amor se habían confesado enredados en la cama.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora