También eres tú

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La mañana siguiente despertaron uno a cada lado de la cama resguardado el sueño de los gemelos, como una verdadera familia unida.

Jungkook abrió los ojos primero apreciando a los tres dormir plácidamente con tanta paz reflejada en sus rostros que decidió volver a dormir, pero el repentino despertar de su esposo llamó rápidamente su atención.

El rubio corrió hacia el baño y se encerró ahí. Al acercarse escuchó la ducha correr, pero algo estaba mal, sabía que Jimin debía sentirse mal.

—¿Puedes decirme si necesitas algo?—preguntó frente a la puerta.

—Llama a la reina y pide que busque un par de nodrizas de su confianza. Lleva a los niños a tu habitación y como último favor, dile a NamJoon que consiga los supresores más fuertes que encuentre.

¿Supresores?

—Tú estás...

—Es mi celo.

Pronto varios sirvientes llegaron para llevarse a los bebés, sus cunas, ropa y todos los artículos que necesitarían para mantenerlos cómodos durante los días que demorara Jimin en aliviarse.

Jungkook solo se mantuvo observando mientras la reina se encargaba de todo y llenaba la nevera con alimentos que tal vez podrían antojársele a Jimin en las noches.

NamJoon le entregó los supresores y se retiró.

De pronto se encontraba solo en la habitación, sin saber que hacer, tarde se dio cuenta de que él también debía salir de ahí, tal vez muy en el fondo su instinto le pedía quedarse.

Hace mucho que su lobo se había ido y acostumbrarse a una vida sin un guía instintivo, era complicado.

—¿Qué haces aquí?—preguntó el rubio tras salir del baño.

—Lo siento, solo se me olvidó que también debía irme. Estos son los medicamentos que pediste, Nam dice que debes consumirlos con cautela y de ser posible, no los acabes.—advirtió tomando la mano del mayor para entregárselos.—La habitación está lista, estarás cómodo durante estos días.

Los recuerdos de todas las veces que pasaron juntos sus celos, comenzaron a avergonzarlo.

—Gracias.

—Me voy, puede llamarme si me necesitas.—entendió de inmediato que sus palabras podrían malinterpretarse y se corrigió.—Si quieres supresores, comida o saber como van los gemelos, me llamas.

Caminó un par de pasos hasta que su brazo fue detenido por Jimin.

Su expresión mostraba dolor y necesidad.

—No te vayas, por favor. No quiero estar solo, es mi primer celo en mucho tiempo, no vuelvas a abandonarme.

—No puedo hacer e...

—No me importa quien creas que eres, no me importa si no te siente el mismo de antes y todo lo que vivimos puede irse a la mierda. Lo hemos hecho muchas veces, ¿Lo recuerdas? Tú y yo nos hemos encontrado una y otra vez con vidas y personalidades diferentes, pero por más insoportables que seamos, volveremos a aferrarnos el uno al otro, así que, que importa si lo hacemos dos veces en una misma vida.

En los recuerdos de Jungkook los ojos lavanda de Jimin estaban presentes y los había recordado miles de veces sin sentirse familiarizado, pero esta vez era diferente.

Todas aquellas veces que los observó atentamente se sentían suyas, íntimas, tan nostálgicas.

No esperó un segundo más para tomar sus mejillas y besarlo con fuerza mientras retrocedían paso tras paso hasta llegar a la cama, pero antes de continuar se levantó y cerró cada una de las cortinas terminando con asegurar el pestillo de la puerta.

Ansioso, el mayor se retiró toda la ropa buscando mantenerse cuerdo con toda la mezcla de sensaciones que acumulaba en su vientre.

Deja que vuelva, deja que se una a su lobo de nuevo.

Cada caricia quemaba en su piel, cada beso unía los hilos rotos de su destino y avivaba el ferviente fuego en su interior.

Deja que te use como camino hacia su encuentro con el yó que se le perdió el día en el que nos salvó.

Sus cuerpos sudaban tanto que el cabello se les pegaba a la frente y los ojos les brillaban con tanta intensidad que la luz del sol y la luna serían innecesarias.

No es otro más que él, no hay nadie más a quien esperar. Solo es él mismo, en esta y en otras vidas seguirá siendo él.

—No eres otro más que tú, no hay nadie más a quien esperar. Solo eres tú mismo, en esta y en otras vidas seguirás siendo tú.

Se abrazó con fuerza al torso de su marido mientras este lo devoraba con tanta intensidad que cualquiera dudaría que fuera un hombre sin casta, sus uñas se aferraban a su espalda y de vez en cuando se le olvidaba respirar.

—Por favor, mírame.—dijo el menor cuando este cerró los ojos instintivamente.

Lo hizo con obediencia y a pesar de estar perdido entre todas las sensaciones y el placer, pudo ver tan nítido como se le permitiera enfocar, como los ojos de su esposo cambiaban lentamente de color a un miel intenso y brillante.

No pudo explicarse que más sucedió después, pero recordaba el ardor de una mordida en su nuca y unas dulces palabras en su oído mientras se encontraba en el limbo entre el mundo de los sueños y la realidad.

—Prometo ser un buen alfa y cuidarte hasta que mis ojos se apaguen.

Esas palabras ya las había escuchado, hace mucho, tal vez tanto que no recordaba exactamente cuando.

Jimin despertó sediento y hambriento, para su sorpresa, la mesa estaba llena de comida y su marido ya estaba embutiendose de algunos.

Al levantarse, notó que tenía puesto un pijama y se encontraba limpio. Jungkook lo había atendido bien mientras estaba inconsciente.

La marca renovada todavía dolía, pero no podía sentirse más satisfecho. Durante su primera marca fue feliz, pero esta vez lo era mucho más. Finalmente podía dejar de sentir culpa por la desdicha del hombre que amaba.

Antes de probar la apetecible tartaleta de fresa frente a él, observó a su esposo quien se veía feliz masticando las galletas caseras que trajeron los sirvientes.

Sus labios se veían un poco hinchados y magullados.

—Fueron muchos besos.—soltó esperando a que este pudiera reconocer sus palabras.

—Me faltan millones, pero esos se distribuirán hasta que nos toque partir de aquí.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora