Tonto

868 156 20
                                    

Después de la llamada, NamJon fue de inmediato a la habitación que los príncipes compartían dándose cuenta de su descuido.

—Lee, dime que el señor Park sigue aquí.—el hombre dio una respuesta negativa y este cortó la llamada para comenzar otra.—Necesito todas las cámaras de seguridad disponibles, den aviso al rey, el príncipe Jimin ha desaparecido.

—¿No crees que estás exagerando al afirmar tal tragedia cuando no lo has buscado lo suficiente?—preguntó el hombre al otro lado de línea.

—Puedes buscar por todo el palacio y no lo encontrarás, mientras tanto, prefiero buscar la placa del auto de su padre entre el tránsito de Seúl para asegurarme de que no se encuentre secuestrado en la parte trasera del auto.—sentenció y presionó el botón rojo en la pantalla.

Sus pasos apresurados hicieron eco en el vacío pasillo hasta el salón principal donde el Rey, quien ya tenía ojeras bastante pronunciadas, lo esperaba junto con su esposa en las mismas condiciones.

—¿Lo encontraste?—preguntó con el último ápice de esperanza en sus ojos, pero desapareció al instante cuando este sacudió la cabeza dándole la respuesta más devastadora de los últimos días.

No solo su hijo estaba desaparecido, su yerno con un embarazo a término también lo estaba.

—Ya no lo soporto, es demasiado para mí.—dijo la reina, apoyándose en su esposo.

—No quiero a nadie descansado hasta que encontremos a mi hijo y su esposo. Den aviso a todas las autoridades y los medios, que todos sepan y se mantengan alerta, ofrezcan recompensas por información sobre el paradero de los príncipes.—ordenó el rey abrazando a su mujer.

El primer tramo del camino fue un poco accidentado e incómodo al estar en el piso de los asientos traseros intentando esconderse de cualquiera que quisiera husmear por dentro.

Su padre le dio la señal para dejar de esconderse cuando estuvieron fuera de la vista del personal del palacio y pudo levantarse con dificultad acomodándose en en el asiento trasero del auto.

—¿A dónde vamos?—preguntó Jimin al ver que su progenitor iba por un camino fijo.

—Eso es lo que debería preguntarte yo. No creo que me hicieras secuestrarte para deambular por las calles hasta que tu hijo quiera nacer.—soltó haciendo que el menor riera un poco.

—No es ese mi plan, pero me gustaría ir a un lugar al que tú no puedes ir y antes de que te enojes, estaré bien. Yo sé a donde voy y también se que me cuidarán, me comunicaré contigo constantemente y...

El espejo retrovisor mostró los ojos del alfa observar a su hijo con sumo cuidado mientras esté tampoco bajaba la mirada en ningún momento.

—No necesito excusas, te dejaré en donde me lo pidas.—dijo sin más volviendo a prestar atención al camino.

Las avenidas abarrotadas de gente se hacían cada vez más lejanas hasta que finalmente, el panorama se apoderó de calles casi vacías.

—Te veré pronto.—dijo el mayor antes de despedirse viendo a su hijo bajar del auto.

—Nos verás pronto.—corrigió Jimin y este sonrió.

—Es cierto.

Cuando el señor Park desapareció de su vista, tomó el primer taxi que pasó frente a él y le indicó a donde iba.

Nuevamente las avenidas y los edificios se cruzaron en su camino, pero no por mucho tiempo. Cerca a la estación de tren, una llamada de su padre hizo que perdiera la concentración y la atención en la ruta que tomaba el vehículo.

—¿Sucedió algo?—preguntó de inmediato, pero el silencio tomó paso durante unos segundos hasta que, finalmente pido escuchar la voz ronca del mayor, preparándose para hablar.

—Olvidé contarte una historia, Jimin. Y me gustaría hacerlo ahora. Lo sé, sé que es imprudente, pero no podía soportar las ganas de decirte todo de una vez, tal vez ya no te vuelva a ver.—murmuró y se corrigió al instante.—¡Qué cosas digo! Tu y yo nos volveremos a ver, así como tu marido y tú.

—Está bien, continúa.—El rubio sonrió intentando comprender lo que decía su padre.

El vehículo entró en una calle irreconocible para Jimin y dio tres giros en pasajes que tampoco lograba ubicar, pero en el momento en el que iba a preguntar a donde se dirigían, su padre tomó la palabra.

—Hace muchísimo tiempo en Busan existió un hombre que todos respetaban y temían por su poder, este se ganó su fortuna y su fama arriesgando su vida sin pensarlo dos veces.—explicó.—Él no tenía familia o hijos hasta que todo cambió cuando una hermosa mujer llegó desde Seúl y él cayó rendido ante sus encantos. Fruto de ese amor nació un pequeño niño que, por la ambición de su padre, vio morir a su madre frente a sus ojos. La debilidad es lo único que nos separa de ser seres perfectos, era su frase favorita; y el pequeño niño lo creyó a pesar de vivir el momento más traumático de su vida. Después de todo no podía hacer nada más, estaba atado a ese hombre y solo era un indefenso y triste niño que había perdido a su mamá y sin él, estaba solo en este mundo.

No se molestó en preguntar a donde iba el auto ni porqué, ya no.

—Cuando creció todo empeoró porque en lugar de ser su orgullo, terminó siendo su mayor vergüenza. Un alfa débil, delgado y torpe no podría ser el heredero del gran señor quien pasó su vida alardeando de su fuerza y sus destrezas. El hijo fue burlado, acosado y atormentado por su físico, pero a nadie le importó hasta que el padre, cansado de su ineptitud, le dio un ultimátum.—aseguró.—Si no demostraba que era merecedor de su apellido, lo enviaría lejos y jamás lo volvería a ver. ¿Sabes que son los campamentos para alfas, hijo?—preguntó esperando una respuesta que jamás llegó.—Lo sabes, sí. Es ahí donde estuvo internado sin su consentimiento y cuando eres torturado y tratado como una basura, puedes llegar al extremo de hacer cualquier cosa para dejar de sentir dolor. ¿Lo entiendes, Jimin?

Su estómago dio un revoltijo y si hubiese estado en un lugar prudente seguramente habría vomitado. Después de todo habia poco que sacar de su estómago, pero demasiado que arrancar de su alma.

Abrazó a su vientre pensando que tal vez no lograría conocer a sus cachorros. Decidió mantenerse a salvo y en silencio buscando una minima oportunidad de salir ileso, pero pensarlo era demasiado ingenuo.

—Él debía sobrevivir y solo tenía una única forma de demostrar que podría volver a lado de su padre.—continuó sin importarle las circunstancias de su hijo.—Aquel día atacaron el campamento, al parecer había otros seres intentando aprender a cazar y ese joven no pudo soportar el miedo. Corrió hacia la carretera con otros cuatro compañeros quienes fueron interceptados por tres Luxure Ω que los abatieron sin piedad y nuevamente tuvo que sacar a relucir su naturaleza cobarde saliendo despavorido sin importarle quien dejaba atrás y entre las llamas que destruían la vida en el bosque, se encontró con su salida de la miseria.

Un nudo en su garganta le hizo tragar su saliva mientras presionaba sus rodillas con las manos.

—Ella era hermosa sin dudarlo, pero era ingenua y pacífica, la presa perfecta.—dijo sin culpa.—Es matar o morir, Jimin. No hay un intermedio y eso lo comprendió cuando se dio cuenta de que al igual que él, estaba buscando un lugar donde esconderse. La convenció de su amabilidad y ese fue el primer paso para entrar en su mente. Hijo mío, querido Jimin, tu madre era preciosa, pero tonta.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora