Jungkook devoraba lo que quedaba de la nevera mientras Jimin secaba de su cabello luego de bañarse.
—Si hubiera sabido que el sexo era la solución, te habría obligado a entrar a mi cama hace mucho.—soltó aplicándose una crema en el rostro.
—No lo digas de esa forma, fue más que sexo. Lo hice porque te tenía ganas, pero realmente sentía que me estaría comiendo el postre de alguien más. Sabes a lo que me refiero.
—Eres un imbecil. ¿Ya no se siente así?
—Ahora logro entender que realmente seguía siendo yo. Puedo estar unido a como era antes del accidente y como fui después, todos ellos soy yo y en todas las realidades, muero por tu bonito trasero.—bromeó esquivando el zapato que su esposo le lanzó.
—No puedo creer que me casé contigo, estaba tan ebrio. Seguramente lo estuve.
El menor dio una carcajada buscando que más comer.
—No me hagas reír. Tú fuiste consciente de todo, fuiste tan feliz que te preñaste de gemelos y a ellos los hicimos siendo muy conscientes o deseas que te recuerde lo bien que te mo...
—¡Cerdo! Eres una mierda, debí dejar que te quedaras fuera de tus casillas. ¡Perro sucio!—gritó efusivo.
—En eso último tienes razón, soy un perro. Me fascina lamer tu cola.—después de decir esto último, se levantó y fue corriendo hacia Jimin para llevarlo a la cama entre sus brazos.
—Suéltame, inútil.
—Se te está calentando el vientre de nuevo, tengo un deber sagrado que cumplir, cariño.
Fue una larga y caótica semana de celo, los bebés se impacientaban mucho por la ausencia de sus padres. Al finalizar la espera, lloraron desconsolados cuando pudieron estar entre sus brazos.
—Mi pequeño Aelius, lamento haber demorado tanto.—soltó Jimin, acostado en la cama dándole pecho al mayor de los bebés mientras acariciaba sus las finas hebras de su cabello.
—La reina dice que tal vez pensaron que los abandonamos. Para dormir los arropaban con algunas de nuestras prendas.
—¿No son extremadamente sensibles a los aromas?—preguntó el mayor.
—Es normal. Supongo que son alfas.—respondió JungKook con orgullo.
—¿Lo dices porque son llorones? En realidad, pienso que son Luxure's, pueden identificar mi estado de animo y son fuertes.
El menor rodó los ojos mientras acariciaba el rostro de Yue.
Definitivamente eran alfas, él lo sabía. Y no cualquier alfa, dominantes. Sus hijos tal vez se disputarian el trono mostrando sus inteligencias y habilidades, aunque les enseñaría a no ser codiciosos.
La avaricia podría nublarlos. Los gemelos se convertirían en un ejemplo de buena crianza y serían los alfa más poderosos de toda la Gran Pangea.
—En algo tiene razón, alteza. Uno sí es alfa, su instinto dominante se presentará en la adolescencia, pero el otro es Luxure. Sus hijos fueron muy difíciles de identificar, pero son dos pequeños muy saludables.—expresó el doctor que les dio los resultados de sus pruebas.
—Estuviste día y noche alardeando que tus hijos eran alfas. Te lo dije, tendría que haber parido por lo menos uno de mi casta. Si ese análisis hubiera dicho que son alfas, hoy mismo estaríamos haciendo un par más y estos hasta que logre parir un Luxure.—mencionó Jimin orgulloso de su creación.—Me parece que es lo más sano, un hijo de cada género. No vuelvas a pedirme un hijo más, con estos dos pienso cerrar la fábrica de hijos.
Esperaron a que los pequeños cumplieran dos años para conocer sus géneros. En ese tiempo, ninguno de los dos mostró alguna diferencia, siempre en el mismo peso, misma talla, misma contextura, misma inteligencia y habilidades cognitivas. Los dos aprendieron a caminar al mismo tiempo y lloraban hasta las mismas cantidades de lágrimas siendo ya exagerados.
—Yue es Alfa.
—Aelius es Luxure.
Los reyes presentaron a sus nietos en una ceremonia lujosa en la que muchos celebraban sus castas y otros tantos murmuraban entre sí. Ninguno de los dos entendía porqué tanta gente los saludaba, pero sus padres ya les habían advertido que sería una reunión aburrida.
—¿Cuántos años tienen, altezas?—preguntó un funcionario de gobierno pellizcando suavemente la mejilla de uno de los gemelos.
—Uno.—dijo Aelius mostrando su índice, pero rápidamente Yue lo corrigió.
—¡No! Dos.—dijo también mostrando dos de sus dedos.
—Dos.—repitió el menor.
—¡Oh, que maravilla! Son muy inteligentes.—mencionó el viejo barbón frente a ellos.—Sus padres deben estar orgullosos.
Jungkook, después de buscarlos por todo el salón, los encontró en la mesa de bocaditos platicando con el funcionario que a pesar de ver sus dificultades para alcanzar un alguno, no los ayudó.
—Lo estamos.—mencionó acercándose a los pequeños desorientado.—¿No estaban sentados con papá?—les preguntó y ellos negaron con la cabeza.
—Papá, tenía hambre.—respondió Yue tomando a su hermano menor de la mano para emprender camino hacia donde su papá los había dejado sentados mientras les llevaba unos bocadillos que nunca llegaron, razón por la que decidieron ir a buscarlos.
—¡Aquí están!
Papá había llegado.
—¿Estás bien?—preguntó su esposo.
—Fui por unos cuantos aperitivos, en el camino me llamaron para saludar a un par de personas y cuando volví los enanos ya no estaban. Le pregunté a NamJoon y dijo que solo les quitó la vista un segundo.—contó tocándose el pecho.—Casi se me sale el corazón, son buenos escondiéndose.
—Estaban intentando tomar comida de la mesa de degustación, parece que no esperaron por tí. Son muy impacientes.
—Papá, tiene hambre.—volvió a decir Yue señalando el platillo en la mano de Jimin.
—Se dice: Papá, tengo hambre.—corrigió el rubio tomándola entre sus brazos haciendo que Aelius se impacientara por subir a los brazos de Jungkook.—Bien, vamos a comer algo decidioso. Después de todo, la presentación ya se ha realizado.
Caminaron juntos por el pasillo hasta llegar a la cocina donde la servidumbre los atendió y después de comer algo ligero, decidieron ir a su habitación.
Yue y Aelius ya se habían dormido cuando llegaron y Jimin trató de despertarlos para lavarles los dientes, pero Jungkook lo detuvo.
—Deja que duerman, iré por sus pijamas. No pasará nada si no se cepillan los dientes una noche.
La expresión del rubio se suavizó y se sentó a esperar a su marido.
Habían pasado un par de años desde la tragedia. Su pequeña familia le daba muchas ganas de vivir, no había siquiera una pizca de arrepentimiento por la monstruosidad de sus genes, ya no.
No fue su decisión ser concebido y no debía cargar con el peso de los pecados de su progenitor.
—Usarán estos.—dijo su esposo con entusiasmo haciendo que se alejara de pensamientos sin sentido.
—Papá también quiere que le pongas la pijama.—bromeó el mayor.
—Hablemos de quitarnos la ropa después de dejar a los bebés en su habitación.—respondió guiñandole un ojo.
Los dos rieron divertidos mientras le colocaban las pijamas a sus hijos.
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Luxure Ω
FanfictionLos alfa han gobernado por siglos a la gran Pangea en la cima de las especies como la más poderosa. Betas u omegas nunca pudieron enfrentarse a su evidente supremacía en todos los ámbitos. Si bien es cierto, existía una denominación de omega que pod...