Luces

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El día después de la boda, viajaron a Europa quedándose por dos semanas hospedados en un hotel que se reservó previamente como todas las actividades realizadas en el viaje.

Los recién casados disfrutaron de los paisajes, sitios turísticos y la vida nocturna. Algo que a Jimin, personalmente, le fascinó.

—Aquí es más fácil llegar a todos lados y volver a casa sin estropear tu reputación por visitar uno de estos lugares.—comentó tomando un poco del vodka que habían podido.

—Jimin, tu ibas a un maldito prostíbulo.—recalcó el menor recordando lo sucio que olía la vez que fue a su casa de madrugada.

—También se podía bailar, había una pista de baile y buena música.—volvió a decir sabiendo que Jungkook se enfadaría mucho más.

—¿Estás hablando de ese lugar en nuestra luna de miel?—cuestionó dejando su vaso en la mesa.

—No te puedes enojar por mi pasado, el tuyo ha sido muy poco agradable para mi también y tú jamás tuviste que verte cara a cara con las personas de mi pasado. En cambio, yo si lo hice; con la mujer que te pretendía y fue a visitarte al palacio con su familia, también con dos omegas que te ofrecían servicios en tus celos antes de que yo lo hiciera. ¿No lo recuerdas? El día en el que un empleado se tomó la retribución de enviarlos a muestra habitación pensando que yo no estaría contigo durante tu celo.

Jungkook arrugó la nariz recordando el escándalo de aquella ocasión y le dio la razón.

—Fue un error que se corrigió en su momento.

—Que yo corregí porque tú te quedaste callado como un inútil mientras iba ubicando a cada persona en su lugar.—insistió llevando un trago de vodka a su garganta.

—Entonces, ¿Debia interrumpirte? No creo que sea correcto pasar sobre tu autoridad frente a los empleados, ellos deben respetarte y solo lo harán si yo también lo hago, es por eso que solamente estuve a tu lado mientras hacías lo que creías necesario para que eso no volviera a ocurrir.—contestó dando una mirada alrededor, esperando no encontrar a ningún curioso pervertido que observara con lujuria a su esposo, pero habían muchos en aquellas condiciones.—Cielos, si no fuera hijo de un rey, estaría repartiendo golpes a todos esos idiotas, pero no lo puedo hacer sin una provocación válida que me avale.—soltó de repente haciendo que Jimin prestara atención a su entorno, era cierto, varios alfas miraban cada parte expuesta de su piel con deseo.

Su vida siendo de un solo hombre se había hecho bastante cómoda. Su marido solo se acostaba con él y era mucho más fácil evitar las enfermedades transmisibles por actividad sexual, por ello no le preocupaban los métodos de barrera, pero como todo devorador jubilado, a veces extrañaba el olor a alcohol y el sudor recorriendo su piel mientras la música sonaba con fuerza y las feromonas prendían el grotesco ambiente excitando cada fibra su ser.

Jimin sabía que en ese lugar también existían habitaciones rojas, pero tenía muchos planes en mente y solo una persona con la que deseaba acostarse esa noche.

Tomó del brazo a Jungkook y dejó un beso sobre sus labios trasmitiendo su deseo por medio de la marca haciendo que su pareja captara rápidamente lo que quería decir sin abrir la boca más que para dejar entrar la lengua de su esposo.

Los besos calentaron su abdomen bajo y las personas alrededor sentían el deseo extendiéndose y chocando contra sus narices.

Jimin se levantó y tomó la mano del menor para guiarlo al baño dejando unas cuantas feromonas en el aire para ayudar a los demas a perderse en sus deseos sexuales.

Al llegar al baño, cerró la puerta principal con seguro y se fue desabrochando el pantalón mientras Jungkook obserbaba como este se caminaba sin una pizca de vergüenza hacia el lavabo.

Cuando encontró la posición correcta, lo llamó y este no perdió un solo segundo acomodándose detrás de él.

—Ya puedes bajarlo.—murmuró restregando su trasero en la pelvis del contrario.

Jungkook bajó sus pantalones encontrándose con aquella deliciosa vista que iluminaba casi todas sus noches haciendo que su sangre comenzara a fijarse en un solo punto y su excitación terminará por hacerle soltar feromonas sin control.

—Hoy hagamos mucho ruido.—susurró en el oído del rubio haciéndolo reír mientras bajaba la cremallera del pantalón.—¿Lo quieres suave o rudo?—preguntó pasando uno de sus dedos por la entrada ya excitada de su pareja.

—Lo quiero dentro.

Las luces de colores fosforescentes estaban fuera de su vista, pero él podía jurar que las estaba viendo, que la música se encontraba cerca a su oído aunque estuviera a muchos metros lejos de él y que el calor corporal de una cantidad enorme de personas lo aprisionaba y asfixiaba aunque solamente eran ellos dos encerrados en el baño de aquel centro nocturno.

Jungkook había perdido el pudor y enterró las yemas de sus dedos en la cintura del mayor mientras sus dientes mordisqueban el cuello y los hombros de Jimin, quien solo balbuceaba algunas palabras inentebdibles al recibir descargas de placer abundantes.

—¿Estás intentando mantenerlo todo dentro?—preguntó el pelinegro al sentir como su interior presionaba su miembro.—Puedo salir entrar sin problema, si quieres mantenerme ahí vas a tener que apretar con más fuerza.

—Eres tan sucio.—murmuró el rubio levantando las caderas en busca de más fricción.

—No puedes decir que soy sucio cuando tu me trajiste aquí porque no soportabas las ganas de tenerme dentro de ti.

—Solo estaba cansado de hacerlo en lugares moralmente corre...ctos. ¡Si, más, cielos! ¡Kook, justo ahí!

Sus pieles chocaban con fuerza y el espejo frente a ellos les entregaba una vista perfecta de sus expresiones haciendo que el momento se volviera mucho más caliente.

Jimin gritó, gimoteó, lloriqueó y suplicó sin importarle quién le pudiera escuchar, pero dos golpes fuertes a la puerta del baño le hicieron reconsiderar su escándalo.

—¿Hay alguien ahí? Abran la puerta de una vez, ¡Tengo que ir al baño!—exclamó un hombre del otro lado.

—E..estoy ocupado.—soltó el rubio sorprendiendo a Jungkook, quien no creyó que respondiera.

—¡No estás usando todos los cubículos, abre la maldita puerta!—grito nuevamente el hombre.

—En realidad, no estoy usando ninguno, pero se puede decir que me están usando mi.—bromeó levantándose la cabeza y acomodando sus cabemos hacia atrás.

—¡Esta bien! ¡Llamaré al conserje!

—Mierda, debemos irnos.—murmuró el menor, pero Jimin no se lo permitió.

—Hey, Jungkook. ¿Querías saber que tan bien la pasaba en ese prostíbulo? Te voy a enseñar como se siente estar ahí.—sonrió observando el reflejo de su pareja en el espejo.—Juguemos un poco, haz que mis ojos se llenen de lágrimas, ¿puedes?—suplicó y aunque se encontraran en una situación bastante complicada, el pelinegro no dudó en darle lo que él quería.

Por cada lágrima, el olor del ambiente se volvía más denso, más asfixiante. Jimin no solo estaba tratando de inducirlo a un celo momentáneo, quería hacer que todos sintieran su excitación.

La necesidad y el desenfreno.

—Alejate de la puerta, no es un omega el que está adentro.—advirtió una voz desconocida.—Es mejor que lo dejes terminar.

—Huele a...

—Supongo que mañana puedo seguir limpiando, yo me voy.—volvió a decir y se escucharon pasos acelerados hacia el lado contrario a donde se encontraban.

—¡Hijo de puta! ¡Ahora no solo quiero ir al baño, también me duele el pene!—gritó el hombre con frustración.

—¡Agh! ¡Con fuerza, vamos, si!—siguió diciendo Jimin, ignorando por completo al tipo que se quejaba de dolor en la puerta.

El deseo sexual se había apoderado de todo el lugar y nadie pudo salvarse de sentir la creciente necesidad que crecía en su interior.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora