El otro hombre

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Los sollozos de los pequeños lo despertaron durante la noche, no se podía negar que tenían los pulmones muy fuertes. A pesar de la distancia entre las enormes habitaciones, el llanto de sus hijos había llegado hasta sus oídos.

Se levantó tan apresurado que no pudo ni siquiera colocarse las sandalias. Salió rápido y no esperó una confirmación de parte de su esposo para entrar a ver a sus pequeños.

Jimin cargaba a uno mientras la mecedora eléctrica hacia su trabajo con el otro bebé, pero ni el aparato ni él lograban calmarlos.

Se veía afligido, demasiado triste.

Su mirada se asemejaba a la primera vez que lo dejaron solo con los pequeños y no recordó bien como darles pecho, simplemente no tomaban su pezón, aquella noche lloró de impotencia mientras los bebés lo acompañaban con sus pequeñas lágrimas, pero de hambre.

La nodriza tuvo un accidente y debía estar fuera por dos semanas. No había nadie más en quien confiara para cuidar a sus bebés.

—¿Qué sucedió?—preguntó Jungkook, levantando a la bebé de la mecedora. La intensidad de sus sollozos bajó considerablemente.

El rubio dio unos pasos hacia él y este los completó uniéndose los cuatro en un cálido abrazo que no se deshizo con facilidad.

—Tuve un mal sueño, desperté asustado. Supongo que debieron sentirlo, no sé. Sólo comenzaron a llorar y no supe que hacer.

—¿Ya te sientes mejor?—volvió a preguntar esperando que pudieran estar en una posición más cómoda, el dolor de espalda que sentía era infernal.

—Si.—respondió alejándose un poco aun con el bebé en brazos que al igual que su hermana, se había quedado dormido, pero al intentar colocarlos en su cuna se quejaron y no hubo más alternativa que mantenerlos a su lado.

El pelinegro se dirigió a la cama y se colocó boca arriba con la pequeña encima de su pecho e hizo que Jimin imitara su acción.

—Cuando estén un poco más cómodos los acostamos en la cama. Por ahora deberíamos descansar así para que nuestros brazos no sufran.

La noche era muy silenciosa, pero ni con toda esa calma que transmitía lograba hacerlos dormir.

Observaban el fondo blanco del techo sin decir una sola palabra, esperando a que la noche pasara para volver a su rutina insoportable.

—¿Qué te pasó?—con temor a una negativa, preguntó entonando una voz suave evitando tonalidades agudas o muy agresivas.

Jungkook dudó en responder, pero tal vez, no volverían a tener oportunidad de conversar.

—Lo perdí todo. Mis emociones, la conexión con mi familia, mi identidad, mi personalidad. Todo se fue y no creo que haya una forma de regresarlo.

¿Era eso posible?

—Jamás lo intentaste, ¿Cómo puede decir que es irremediable?—dijo dando suave palmadas en el pañal de Yue.

—Te daré una oportunidad, dime: Si te digo que dejé de ser alfa, ¿Qué se te ocurre para remediarlo?

El mayor enmudeció.

—Es justamente eso, no hay siquiera medicina actual que logré cambiarte de casta. Recuerdo todo tan bien, sé que te amé con devoción y di mi vida por tí, pero no logro conectar con ese pasado en donde daba gracias por amanecer contigo. No puedo siquiera tener afecto por mi mismo.—expresó sintiendo como Aelius se aferraba a uno de los dedos de su mano.—Es cierto, no sentía demasiado afecto por ellos, pero parecen reconocerme a pesar de que ahora podría ser considerado menos que un beta. Ellos dejan de llorar cuando estoy cerca y toman mi ropa o mis manos tan fuerte que parece que piensan que los abandonaré. Logran sentir el olor inexistente en mí, no sé cómo es que ellos me ven como un alfa todav...

Jimin acercó su índice a la boca de su esposo.

—No te ven como alfa, te ven como su padre. No necesitan tu olor ni tu casta para amarte, se supone que cuando tienes una conexión tan fuerte, no hay forma de romperla.

Jungkook comprendió que las palabras del rubio no solo eran referentes a sus hijos.

La única personalidad que él reconocía de Jimin era caótica, agresiva y temeraria. No podía unir al Jimin de sus recuerdos con el que tenía al frente.

Era hermoso, sin dudarlo.

El Luxure más hermoso que habían visto sus ojos. Aún estando así, se enorgullecía de poder seguir presentándolo como su esposo ante la sociedad. Nadie más en el reino podía gozar de tal vista y de todo lo terrible que había tras esas sonrrisas fingidas en los eventos sociales.

La realidad golpeaba su rostro al sentirse fuera de esa vida.

Parecía estar viviendo la vida de su otro yo y temía ser demasiado accesible con el marido de alguien más.

¿Comenzar de cero? Lo había intentado la vez que compró un anillo precioso que aún se encontraba en el bolsillo de un saco que nunca usó e hizo la reservación en un restaurante al que nunca fueron, pero entonces...

"Tú no eres el hombre con el que me casé".

Nuevamente la vida se encargó de devolverlo a su humilde lugar, en una habitación fría y oscura. Esperando el día en el que aquel hombre con el que su esposo estaba casado volviera.

Tocar a Jimin, besar a Jimin, amar a Jimin. Todo eso estaba prohibido para el Jungkook que nació después del accidente porque aún teniendo todos los recuerdos de su yo pasado, no se sentía él y si no era él, no tenía derecho a vivir su vida.

El vínculo de almas que el rubio tanto le reclamaba haber perdido, estaba ahí.

De otra forma no entendería porque volvió a enamorarse de él con tan mal carácter.

—Estoy seguro de que si en otra vida fueses delincuente o asesino en serie, volvería a hacerlo.

—¿Qué dices?

—Solo estoy balbuceando cosas sin sentido.

Jimin amaba a alguien que ya no estaba y no quería fingir recordar los sentimientos pasados. Quería que lo amara siendo ese nuevo hombre ante sus ojos, pero no sucedería y si algún día volvía, dejaría de existir.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora