Confianza

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Las noticias y los foros no dejaron de hablar del incidente que terminó siendo un escándalo legal donde se dividieron las castas. A favor del príncipe, omegas y betas; en su contra, alfas.

—¡Es una amenaza para la paz!

—Los alfa siempre se toman demasiadas atribuciones al punto de golpear a un embarazado solo porque su vestimenta le parece inadecuada. ¿Se creen dueños del cuerpo de los demás? Omega o Luxure Ω, merecemos respeto.

—Se quieren apoderar de la corona.

—Los únicos que están de acuerdo con ese hombre son los de su calaña.

—Deberían haberse quedado en las sombras como cuando nadie sabía si seguían existiendo o no.

Los comentarios en los foros se llenaron de detractores y como era de esperarse, el movimiento en la frontera se hizo mucho más notorio. El rey, por protocolo, ordenó cerrar las fronteras de cada cuidad, las entradas y salidas del país en transporte aéreo y terrestre, solo quedó habilitado el marítimo para evitar parar el comercio.

Se reforzó la seguridad en la capital y sobre todo en el palacio, Jimin no podía salir sin cuatro guardias, una camioneta blindada y su marido.

—Esta panza ha crecido demasiado, paresco una pelota de playa.—se quejó en rubio estirando el cuello de su caffarena.

—Eso no es cierto, te ves bien.—respondió Jungkook rápidamente.

—¿Quién te dijo que me veo mal? Es natural verme bien, pero me estorba el vientre, me gustaría quitármelo y dejártelo durante el tiempo que falte para parirlos, como odió el hecho de tener que ser yo quien cargue con tus hijos...—continuó—...debiste ser tú, los alfas deberían poder preñarse para que entiendan el verdadero sufrimiento.

—¿No es suficiente la tortura por la que paso cada noche con tus exigencias? Quieres comer cosas extrañas durante la madrugada o deseas que te de un masaje en alguna parte de tu cuerpo. Luego puedes despertar enojado y entre lágrimas decir que me desprecias, finalmente vomitar lo que traigo del fin de mundo solo para tí.

—Nunca será suficiente; tu pene, tu responsabilidad.—sentenció el rubio.

—Cuando los cachorros nazcan, me quejaré de ti con ellos y seguramente me querrán más a mi.—volvió a decir el menor convencido de sus palabras.

—Supongo que te saldrá leche del pecho, porque esa es la única forma en la que te prefieran a tí.

Sus ojos se encontraron y se observaron con seriedad hasta que Jimin no pudo mantenerse más tiempo sentado en el filo de la cama y se acostó en ella abriendo los brazos.

—Ven aquí, hace frío, calienta a tus hijos.—ordenó y el pelinegro no dudó en imitar su acción abrazándolo con una mano mientras con la otra acariciaba su vientre.—Son pesados, estoy exhausto, pero me anima pensar que solo faltan menos de cinco semanas para que me los saquen de aquí.—dijo señalando su abdomen.

—¿Quieres que te quite los zapatos? Debes estar exhausto, hoy hubo agenda y ahora que todos saben de tu embarazo, tienes que asistir a la mayoría de ellos.

Durante la noche, una llamada alertó al rubio, quien se deshizo de los brazos del menor y tomó el teléfono lo más rápido posible para evitar despertarlo.

—¿Myung?—preguntó al instante reconociendo el contacto.

—Lamento llamarte a esta hora, pero es la única hora en la que creo que tu esposo no está cerca tuyo o por lo menos, no estando consciente o ¿Me equivoco?

Por la voz del mayor, supo que algo malo estaba sucedidiendo e instintivamente llevó una de sus manos a su vientre.

—Está dormido, es correcto. ¿Dae está bien? Ha pasado mucho tiempo y no he sabido de ella.

El hombre no tardó en responder sin rodeos

—Ella sigue a salvo con mi hijo, no te preocupes por eso. Te llamé por un motivo completamente diferente.—declaró.—Quiero que te cuides, Jimin. Se que sabes lo vulnerable que eres en este momento, pero más aun con la llegada de un enemigo lejano. Por un tiempo pensé que no sucedería nada por su inactividad al llegar a Seúl, pero los informes que envían las fronteras del lado este y norte nos indican que hay demasiado movimiento de cazadores, en específico, los coleccionistas.—comentó haciendo que el rubio se retorciera con un escalofrío.

—La razón por la que ha esperado a que Jungkook se durmiera es...—divagó haciendo que el mayor terminará la frase

—Porque no puedo confiar en nadie y tu tampoco deberías, no estoy diciendo que tu marido sea sospechoso, pero de su boca pueden salir los detalles sobre tu estado.—afirmó.—Recuerda desconfiar de todos, no hagas cosas sin avisarle a alguien y no salgas solo. No puedes saber quien está ahí para hacerte daño y con el incidente del funcionario, solo se ha logrado que muchos más cazadores se fijen en tí.

Aquello sonaba lo suficientemente aterrador, pero era de esperarse aunque no entendía a qué se refería cuando le insistía en que cualquier persona a su alrededor podría ser el enemigo.

—¿Sospechas de alguien?—cuestionó el menor volteando la cabeza hacia su esposo, quien dormía plácidamente.

—Solo cuida a esos cachorros, tu madre confió demasiado y perdió la vida, pero tú y tu alfa pueden mantenerlos a salvo. Ellos deben nacer, no dejes que les suceda lo mismo que a tí.

El sonido de una segunda voz en la línea preguntando si todo estaba bien, hizo que Myung se despidiera rápidamente de él dejándole más dudas que respuestas.

—¿Cómo sabe él lo que le sucedió a mi madre?—se preguntó dejando caricias en la parte superior de su vientre.—¿A qué demonios se refería con que ella confío demasiado? Debería preguntarle a papá si hay algo que no me está contando en su historia, pero creo que sólo comenzaría una discusión sin sentido.

—¿Discusión? ¿Quién está discutiendo?—preguntó Jungkook abriendo los ojos con dificultad mientras estiraba sus extremidades.

—Vuelve a dormir, no molestes.—soltó el rubio volviendo su mirada hacia la ventana.

—No puedo dormir si no estás en mis brazos, ven aquí. Mi lobo me despierta a la fuerza cuando no siente tu aroma y el de los cachorros.—confesó sentándose en la cama.

—¿Qué serias capaz de hacer por ellos?—preguntó el rubio cambiando completamente el tono de la conversación.

—Mataría y moriría por tí y por ellos, eso tenlo por seguro, mi vida no tiene sentido sin ustedes. ¿Lo dudas?

Después de un silencio de algunos segundos, el rubio negó con la cabeza y volvió a acostarse en la cama junto con alfa.

—Jamás lo haría.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora